Cambios en el PP

Rajoy ofreció Educación a Cospedal para facilitar la renovación del PP

La secretaria general rechazó ir al Ejecutivo y el presidente también tanteó a Floriano. Al no salirle esta vía optó por tomar él personalmente el control del partido

El presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy (d), acompañado de la secretaria general, María Dolores de Cospedal (i), durante el Comité Ejecutivo Nacional el pasado 18 de junio
El presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy (d), acompañado de la secretaria general, María Dolores de Cospedal (i), durante el Comité Ejecutivo Nacional el pasado 18 de juniolarazon

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, planeó inicialmente darle un alcance mayor a la renovación dentro de su organización política y que ésta alcanzase a la Secretaría General. Pero al final las piezas no acabaron de cuadrarle y los cambios se quedaron en el segundo nivel, como confirmó en el Comité Ejecutivo del PP de la pasada semana, porque María Dolores de Cospedal rechazó la oferta de ir a la cartera de Educación y prefirió mantenerse como «número dos» del partido.

Rajoy se sentía en la obligación de facilitarle una salida digna de la dirección de Génova una vez que los resultados de las elecciones autonómicas la dejan también fuera de la Presidencia de la Junta de Castilla-La Mancha. Vestir esa salida como un ascenso y no como una caída después del trabajo que Cospedal ha realizado en Génova, y de que ésta haya tenido que lidiar con elementos tan correosos como el «caso Bárcenas». Pura cultura de partido. Pero Cospedal no quiso renunciar a su puesto dentro de la dirección del PP, consciente de que la interpretación de cese era prácticamente inevitable por muy bien que se vistiese su cambio de destino. Rajoy tiene a gala ser «justo» con sus colaboradores, le cuesta prescindir de ellos y sólo lo hace, como ha demostrado en su larga trayectoria política, cuando prácticamente ya no le queda otra alternativa. A veces, incluso provocado por los impulsos externos más que por iniciativa suya. Esto explica que también tantease a Carlos Floriano, una vez que decidió que abandonase la Vicesecretaría de Organización y de Comunicación.

La razón de que Rajoy intentase elevar la renovación en el PP hasta la propia Secretaría General se encuentra en que la revisión interna que puso en marcha tras las elecciones del 24 de mayo le llevó a concluir que, efectivamente, tenía un problema en el partido que exigía movimientos en profundidad. En ese sentido le han apuntado barones y otros dirigentes del partido. Al fallar la opción de actuar en la Secretaría General, la vía alternativa para recuperar el control fue la de asumirlo él personalmente con gestos como el de presidir por primera vez de manera habitual las reuniones del Comité de Dirección, el órgano encargado de gestionar en el día a día la vida del partido. Y para cubrir todavía más el terreno, optó por anticipar notablemente la elección del director de la campaña de las elecciones generales, que es el que se convierte en el «jefe» de verdad de la dirección del partido hasta las próximas elecciones generales. Este puesto lo ha dejado en manos de su director de Gabinete, Jorge Moragas.

El «no» de Cospedal a abandonar la Secretaría General ayuda a explicar en buena medida la trastienda del proceso en el que Rajoy ha ido cuadrando sus piezas para responder a las expectativas de que moviera fichas en el partido y en su Gobierno en respuesta a la nueva pérdida de votos que el PP sufrió en los comicios de mayo. El interrogante está ahora puesto en el Gobierno. La impresión en Moncloa es que si hay cambio, tendría que ser esta semana, y afectar al ministro de Educación, José Ignacio Wert. Y no ven muchas más novedades en el horizonte. E incluso subrayan que esta cuestión hasta ahora estaba bastante atascada. Rajoy viajó ayer a Portugal para participar en la cumbre hispano-portuguesa, horas antes de desplazarse a Bruselas para asistir a la cumbre de líderes de la eurozona que debatirá la situación de Grecia. Se ha dicho que Rajoy estaba dispuesto a facilitarle a Wert la salida anticipada que pedía del Ejecutivo nombrándole embajador ante la OCDE. Una hipótesis que no convence a todos en el Gobierno y tampoco en las filas populares. Wert no tiene en París ningún puesto esperándole, ya que la posibilidad de nombrarle embajador es competencia absoluta de Rajoy y no tiene urgencia. Por eso en el PP creen que Rajoy no debería ceder a los deseos de Wert y retenerle hasta las elecciones porque la imagen de despedir a un ministro tan desgastado, a cinco meses de las generales, y con un «puestazo en París», no es buena de cara a la opinión pública. Ni tampoco internamente.

Este clima influye en que se diluya la sensación de que se va a producir un ajuste dentro del Ejecutivo, que en ningún caso alcanzaría la calificación de remodelación ministerial, de la que Rajoy ha huido durante toda la Legislatura por considerar que ni era necesaria ni era tampoco una solución para coger oxígeno en los momentos más delicados. El presidente está convencido de que su Gobierno es bueno, aunque pueda mejorar en la comunicación de su gestión. Y en esta tarea cree que deben implicarse todos más. Él, el primero.