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Rajoy se justifica: «Es la decisión que menos divide a la sociedad»

El presidente del Gobierno da por cerrada la crisis abierta con la dimisión de Gallardón al comienzo de su viaje oficial a China

El presidente del Gobierno, junto al primer ministro chino, Li Keqiang (dcha.), a su llegada a Shanghái
El presidente del Gobierno, junto al primer ministro chino, Li Keqiang (dcha.), a su llegada a Shangháilarazon

El presidente del Gobierno llegó ayer a las 18:30 hora local (12:30 hora española) a Shanghái y marchó directamente a su hotel sin hacer declaración alguna a la Prensa sobre su decisión de no derogar la ley de Zapataro que convirtió el aborto en derecho en España. Tampoco consideró oportuno hacer valoraciones sobre la crisis de Gobierno provocada por su decisión ni sobre la inminente publicación de la ley de consultas en Cataluña.

La Secretaría de Estado de Comunicación tenía todo preparado en Shanghái para que el presidente pudiera comparecer ante la Prensa después de que, durante la parada para repostar que el Airbus de la Fuerza Aérea realizó en Helsinki, se hiciera llegar a los colaboradores de Rajoy que los periodistas españoles que le esperaban en China querían hacerle unas preguntas. Finalmente Rajoy no habló pero sí lo hicieron fuentes de la delegación que le acompaña. Éstas afirmaron que el presidente está «tranquilo» al haberse producido el cambio en el Ministerio de Justicia de manera inmediata, «despejando cualquier incertidumbre». El presidente está seguro de que se ha tomado la mejor decisión posible, ya que dar carpetazo a la ley del aborto de Gallardón es la medida «que menos divide a la sociedad». Además, las mismas fuentes asegurar que el Gobierno se centrará ahora en «rematar» las medidas que el presidente anunció el martes cuando confirmó que no derogaría la llamada ley Aído. Rajoy se refirió entonces a impedir que las menores de entre 16 y 18 años pudieran abortar sin el conocimiento de sus padres y a otras medidas de apoyo a la familia. Estas iniciativas, afirmaron desde el Gobierno, suscitan «un gran apoyo social».

Dando por zanjada la crisis de Gobierno precipitada por la dimisión de Alberto Ruiz-Gallardón, Rajoy se centrará en la visita de cuatro días que arranca hoy en Shanghái sin perder de vista en ningún momento cómo evoluciona la situación en Barcelona, donde se espera en cualquier momento la convocatoria de la consulta soberanista del 9 de noviembre por parte de Artur Mas.

El primer acto de la jornada de hoy será el Encuentro empresarial España-China. El presidente clausurará el acto en el que se darán cita grandes empresarios chinos y un puñado de compañías españolas con intereses en la región. Tras este encuentro, organizado por el ICEX, se entrevistará con el alcalde de esta ciudad, Yang Xiong, máximo dirigente de la que en muchos aspectos es la primera ciudad del país. Numerosas empresas españolas están luchando por hacerse un hueco en Shanghái como base de operaciones en el teatro Asia-Pacífico, una de las regiones de mayor crecimiento de todo el mundo.

Poco después, Rajoy volará rumbo a Beijing, donde será recibido con honores militares en el Gran Palacio del Pueblo por el primer ministro chino, Li Keqiang. España mantiene en estos momentos fluidas relaciones bilaterales con China, después de que la reforma de la llamada Ley de Justicia Universal fuera reformada por el Gobierno, lo que provocó que dos importantes procesos que se instruían en la Audiencia Nacional contra ex líderes comunistas por la represión en el Tibet fueran archivados en junio de este año. Éste fue el motivo por el que este viaje, el primero de Rajoy a la nación más poblada del planeta, fuera retrasándose desde su fecha prevista en un primer momento, hace ya un año.

La última visita oficial del Ejecutivo español tuvo lugar en 2011, con el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, después de que tres meses antes Li Keqiang, entonces viceprimer ministro chino, hubiera viajado a España para firmar acuerdos comerciales que alcanzaban un valor de unos 5.600 millones de euros.