Barcelona
Ripoll: el reto de la reconciliación
Las familias de los yihadistas han sufrido el rechazo de algunos vecinos y viven más aislados que antes del 17-A.
Las familias de los yihadistas han sufrido el rechazo de algunos vecinos y viven más aislados que antes del 17-A.
«Hay más conflicto entre independentistas y no independentistas que con la comunidad musulmana». Con esta afirmación, una vecina de Ripoll quiso describir el ánimo que envuelve la ciudad cuando se cumple medio año de los atentados de Barcelona y Cambrils. Ripoll quedó conmovido tras saber que los autores de la matanza eran vecinos del municipio, jóvenes que habían crecido allí y muy integrados, pero poco a poco ha ido recobrando la normalidad, percepción que no admite matices prácticamente entre nadie. Entre los ciudadanos consultados por este diario, la gran mayoría coincidieron en que han intentado sobre todo preservar la convivencia y la cohesión que ha reinado siempre y han hecho esfuerzos por evitar que la comunidad musulmana se sintiese señalada, actitud que ha agradecido sumamente toda la población magrebí. En ese sentido se expresó el presidente de la comunidad musulmana, Ali Yassine, para quien la matanza «siempre quedará en el recuerdo», pero quiso expresar su gratitud por cómo se ha comportado la ciudad en todo momento, que no ha mostrado ni un signo de resentimiento: «Nos han tratado muy bien. Ellos saben que el Islam no es terrorismo», aseguró a este diario e insistió en sus ganas por pasar página a los hechos y en desvincular a los terroristas de las dos mezquitas que hay en Ripoll. «Todo pasó fuera de aquí», precisó a las puertas de uno de los espacios de rezo. Es más, desde el 1 de octubre del año pasado ya disponen de sustituto para el imán Abdelbaky Es Satty, cerebro de los atentados. Para evitar nuevos problemas, cuando fue contratado se puso en conocimiento de los Mossos d’Esquadra para que constataran que no tiene antecedentes penales y todo estuviera en regla. Según explicó Yassine, el nuevo imán, que estaba a su lado en el momento que se producían estas declaraciones, apenas habla castellano, como ocurre entre la mayoría de inmigrantes magrebíes residentes allí –no así los hijos, que ya conocen el castellano y el catalán gracias a la escuela–, proviene de Roses (Girona) y ha estado durante los últimos años dedicado a la construcción. Ejerció como imán durante dos años en Marruecos cuando era joven, con 18 años. Los padres de los autores de los atentados también intentan olvidar lo ocurrido, aunque siguen en «shock». Así lo explicó a este diario un familiar directo de uno de ellos, que prefiere evitar desvelar su identidad. El familiar explicó que durante el mes de diciembre han podido enterrar la mayoría de los cadáveres en Marruecos (país de origen de todos) –todavía hay dos cuerpos que no han sido entregados por lo maltrechos que quedaron tras el estallido de la casa de Alcanar–. En su caso, ilustró de primera mano lo que tuvo que padecer el hermano pequeño de 10 años de Younes y Houssaine Abouyaaqoub –el primero fue el conductor de la furgoneta de las Ramblas y el segundo fue abatido en Cambrils por los Mossos d’Esquadra–. El chico, según aseguró, sufrió durante los primeros días de escuela porque recibió muchos insultos de otros niños («Tus hermanos son unos asesinos», le decían, a lo que él contestaba: «Yo he perdido a dos hermanos»), pero todo ello fue atajado, tal y como explica la madre de una niña de su clase. Ella explicó a este diario que este hermano siempre ha tenido la fortuna de estar en un grupo con chicos que llevan juntos desde los tres años y eso mantiene «muy unida a toda la clase». «Es un niño muy responsable, que lleva y trae a su hermana de tres años al colegio», afirmó y agregó que fue a la guardería, «algo muy extraño entre los magrebíes».
Esa misma función de hermano mayor la realizaba precisamente Houssaine –que tenía 17 años cuando los atentados–, como recuerdan varias personas del centro escolar Maragall, donde estudió y donde todavía siguen sin entender cómo pudo ser uno de los autores de los atentados, que dejó 17 muertos. «Era el responsable de los dos hermanos (el de 10 y la de 3 años). Como los padres no entienden el castellano, es quien iba a las reuniones del colegio». En todo caso, algunos familiares están recibiendo ahora todo tipo de atenciones (psicológica o legal) por parte de los servicios sociales, porque algunos «se han encontrado incluso con el rechazo de la comunidad musulmana». Otros han prescindido de cualquier ayuda y han intentado hacer vida normal, aunque no del todo. Así lo precisó otro familiar de uno de los padres de los autores, que atendió a este diario tras acabar el rezo el viernes a mediodía y aseguró que solo algunos padres van a rezar a la mezquita, porque hay otros que han evitado «venir desde entonces».
Aunque parezca que todo es reconciliación en Ripoll, lo cierto es que hay también una cuota de vecinos que tiene quejas. Es el caso de un jardinero municipal, que prefiere mantenerse en el anonimato, y su compañero de café, jubilado, en un bar céntrico de la ciudad. A su parecer y motivado por algunas informaciones que dice disponer, hubo escasa prevención con alguno de los terroristas. «Tengo una prima que fue profesora de uno de ellos y me dice que un año antes ya detectaba comportamientos raros pero no se actuó», aseguró a este diario. Tras el comentario, su compañero jubilado añadió las dificultades que van a tener siempre para integrarse porque, según criticó, hacen el «mínimo esfuerzo por aprender nuestro idioma».
Estos reproches, sin embargo, son bastante aíslados, y desde el propio ayuntamiento, el alcalde, Jordi Munell, reconoció el pasado jueves que en estos seis meses no se ha registrado ningún incidente en la convivencia. Si bien, lo que sí anunció es un plan a largo plazo para reforzar la integración de forma más «transversal», con lo que se pretende es que, además de mejorar la inserción en la sociedad de todos los inmigrantes, se pueda detectar cualquier indicio de que se está produciendo radicalismo ideológico.
En cualquier caso, como resaltó una vecina a este diario, parece que el principal problema social en Ripoll es el que afecta a toda Cataluña: la divisón que ha provocado la crisis política. Según esta vecina de 46 años, de nombre Júlia y que se autodefine como muy «catalanista», parece que el «procés» también ha sido el único factor capaz de despertar la división y la tensión en los ciudadanos del municipio. Y es que precisamente el «procés» fue el elemento que dejó en el olvido los atentados y pasó a adquirir toda la atención mediática. Lectura que también hizo la ex diputada de la CUP, Mireia Boya, quien ha insinuado que los atentados son «terrorismo de Estado». «Quizá era terrorismo de Estado, un intento de decretar el estado de excepción y sacar el ejército a la calle. Guerra psicológica a un mes y medio para evitar el 1-0».
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