Estrategia

Sánchez busca retomar el control sobre su mayoría

El Gobierno se vuelca en restablecer puentes con Junts y el PNV para cegar el incipiente alineamiento con Feijóo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i) , llega a un encuentro con los participantes de una reunión acerca del conflicto entre Palestina e Israel, en el Palacio de la Moncloa, a 13 de septiembre de 2024, en Madrid (España). Al encuentro, celebrado bajo el título 'Reunión de Madrid: por la aplicación de la solución de los dos Estados', han asistido ministros tanto árabes, pertenecientes al Grupo de contacto árabe-islámico para Gaza, como europeos para consensuar medidas para impulsar el ...
Pedro Sánchez recibe a los participantes de una reunión acerca del conflicto de Palestina e IsraelA. Pérez MecaEuropa Press

El Gobierno cerró el curso político con una contundente derrota parlamentaria el pasado mes de julio. El Congreso –con el voto de Junts– tumbó el techo de gasto, que daba el pistoletazo de salida a la tramitación presupuestaria, y la reforma de la Ley de Extranjería, que buscaba dar una solución a la acogida de los menores migrantes que llegan a Canarias. En esta coyuntura, en el Ejecutivo se resignaron y asumieron que en septiembre tocaría «volver a empezar». Y eso es lo que han comenzado a hacer.

Después de que Pedro Sánchez asegurase en su intervención de hace una semana ante el Comité Federal del PSOE que estaba dispuesto a gobernar «sin el concurso del legislativo», por entender que en ocasiones era más «restrictivo» que «constructivo», el malestar entre los socios que componen la mayoría se multiplicó. Lo que estaba llamado a ser un mensaje de resistencia a los suyos y una advertencia a quienes desde Waterloo quieren hacer valer su influencia, aquello del «game over» (se acabó el juego), se interpretó como un síntoma de la soberbia habitual con la que Moncloa se desenvuelve en la relación con sus aliados parlamentarios.

Bajo la premisa del «muro» a la «derecha y la ultraderecha» que Sánchez instauró en su discurso de investidura, los socios se quejan de que el Gobierno no negocia con ellos y que asume que se van a adherir a sus iniciativas porque la alternativa es dejar paso a PP y Vox. Sin embargo, la primera votación del curso político ha hecho saltar las alarmas. El PNV auspició una nueva derrota parlamentaria para el Ejecutivo, que ya suma una treintena de votaciones perdidas en lo que va de legislatura, a cuenta del reconocimiento de Edmundo González como presidente electo de Venezuela. La proposición no de ley, a instancia del PP, no tiene valor jurídico y más allá de lo simbólico del apoyo a la oposición venezolana, traslada la sensación de que la mayoría de la investidura está muy debilitada y existe una apertura de filas.

Pese a que los nacionalistas vascos ya avanzaron que se trataba de un apoyo puntual y que esto no anticipa que se vayan a borrar de la aritmética gubernamental, lo cierto es que en Génova ya están enfocando su estrategia de debilitamiento del Gobierno en esta dirección, centrándose en atraer a PNV y Junts en aquellas cuestiones que les unen –sobre todo el ámbito económico– para visibilizar que los números de Sánchez están en descomposición.

Con la intención indisimulada de recuperar el control sobre su mayoría, el Gobierno ha comenzado a hacer gestos para restablecer los puentes con sus socios. Se trata de contactos no todo lo discretos que cabría esperar para trasladar la imagen de que el bloque sigue siendo monolítico y que hay esfuerzos desde el Ejecutivo por mantenerlo compacto. Los contactos los está llevando a cabo el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, y lo está haciendo con cierta publicidad. Bolaños se reunió el miércoles con la portavoz de Junts, Míriam Nogueras, en la zona de Gobierno del Congreso de los Diputados. Un enclave a la vista de todos los periodistas que seguían la sesión plenaria en la que la propia Nogueras confirmó que su partido volvería a tumbar el techo de gasto.

Fuentes gubernamentales reconocen estar ciertamente «despistados» con sus aliados postconvergentes, pero establecen como límite temporal para lograr cualquier entendimiento hasta después de que resuelvan su congreso orgánico de este otoño. Entonces se alumbrará un nuevo liderazgo en la formación y una hoja de ruta que habrá que hacer compatible con la gobernabilidad. Por ahora, los mensajes son de advertencia nada velada. El secretario general de Junts, Jordi Turull, avisó ayer de que «muy optimistas no pueden estar» en el Gobierno si esperan que su partido apoye los Presupuestos.

En cuanto al PNV, Bolaños se reunió el jueves con su presidente, Andoni Ortuzar, y el portavoz parlamentario, Aitor Esteban, en un concurrido restaurante de la capital. Fuentes nacionalistas descartan que haya sido una reunión de urgencia después de romper el bloque de la investidura a cuenta de la coyuntura venezolana y señalan que estaba ya cerrada desde hace semanas.

En el Ejecutivo buscan recuperar el control de la aritmética y que así se perciba, después de que Sánchez trasladara la sensación de que está dispuesto a renunciar a ella si no le favorece. Hacienda, por su parte, trata en paralelo de mantener viva la expectativa de que la aprobación de los Presupuestos es posible, aunque esto, en todo caso, se produciría ya avanzado el 2025.