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Sánchez declara la guerra
Reta a los barones «que defienden la abstención» a contrastar proyectos en unas primarias ante la militancia. Convoca el. 39º Congreso bajo el pretexto de acabar con la división interna: «El PSOE debe tener una sola voz»
Pedro Sánchez critica la división interna y obliga a los dirigentes que defienden la abstención a "decir la verdad"
Punto de no retorno. Después de meses de tentativas y maniobras, la guerra soterrada entre la dirección federal y los territorios adquirió ayer dimensiones públicas, cuando Pedro Sánchez, en un pronunciamiento institucional sin precedentes, dio inicio a las hostilidades. «Ha llegado el momento. Es la hora de hablar claro», advirtió. En lo que muchos consideran una «huida hacia delante», el secretario general socialista pasó de puntillas por la debacle del PSOE en los comicios en Galicia y el País Vasco y expuso su hoja de ruta para perpetuarse al frente de Ferraz. Su instinto de supervivencia orgánica, que le ha llevado a obviar los intereses del partido y de España, se consumó en un giro de timón para frenar el avance de los críticos.
Sánchez confirmó su «intención» de fijar la fecha del 39º Congreso socialista y de celebrar primarias el 23 de octubre, no sólo para elegir al secretario general, sino para fijar también la posición del PSOE sobre la gobernabilidad. Una posición que el líder socialista simplificó al extremo en dos bandos: el de articular una mayoría alternativa a Rajoy, como él defiende, o el de favorecer la abstención, como demandan «algunos dirigentes que opinan que no debemos siquiera intentar formar gobierno con 85 diputados».
Con esta disyuntiva, Sánchez visibilizaba por primera vez la situación de cuestionamiento y división interna a la que se enfrenta en el partido y exhibía la necesidad de convocar el congreso, «porque necesitamos debatir, votar y que el PSOE tenga una sola voz». Para ello, Sánchez retó a quienes demandan la abstención a retratarse, enfrentarse con él en primarias y que los militantes decidan. «Mi posición es ‘‘no’’ a Rajoy, ‘‘no’’ a terceras elecciones y ‘‘sí’’ a un gobierno del cambio», destacó el líder socialista, que defendió un proyecto «autónomo» que se ubique como alternativa al PP. «Quien considere que tiene un proyecto mejor que ofrecer a la organización y, en consecuencia, al país, que dé un paso al frente y lo defienda», retó.
El planteamiento de Sánchez es tan tramposo como el calendario congresual, hecho a su medida, que se interpone en la formación de Gobierno –pues parece abocar irremediablemente a unos terceros comicios con él como candidato– y que corta el paso a cualquier posible rival. Según fuentes del sector crítico consultadas por LA RAZÓN, el líder socialista promueve un congreso sin rival porque «nadie se va a presentar para defender la abstención». Si con la convocatoria el líder socialista pretendía aunar sensibilidades, ha conseguido el efecto contrario. Algunos dirigentes contactados por este diario muestran su sorpresa y critican que el partido está «abierto en canal, porque sólo se ha dejado dos opciones».
Para el secretario general, no obstante, la mejor manera de resolver este «debate de fondo» es darle cauce a través de la militancia. «Hay que resolver un debate que nos está haciendo daño, una división que perjudica al PSOE y se debe trasladar a quien le corresponde: a las bases», destacó. A esta división que fractura el partido tampoco son ajenos los interlocutores con los que los socialistas buscan alianzas. «Por eso es importante definir la posición», apuntó el líder socialista, al tiempo que criticaba el sinsentido de que «desde dentro» se le haya «cuestionado» cuando ha intentado hablar con otras fuerzas políticas para articular un ejecutivo alternativo. Entre estas fuerzas se encuentran los soberanistas, con los que el líder socialista, por primera vez, se mostró dispuesto a contar para la gobernabilidad.
En último caso será el Comité Federal del próximo sábado quien deberá aprobar la fecha congresual que propone el líder socialista. El cónclave que tendrá lugar el 1 de octubre promete ser tenso, pues será entonces cuando se visibilice la correlación de fuerzas que hay en el órgano, donde tanto críticos como oficialistas se atribuyen la mayoría. Sánchez se mostró convencido de que su tesis saldrá victoriosa, porque «estoy seguro de que la mayoría no se va a oponer a que se pronuncie la militancia». De este modo, el líder socialista consuma su órdago de enfrentar a las bases con sus dirigentes en la batalla por el liderazgo del partido.
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