Crisis en el PSOE

Sánchez busca ser el referente de la izquierda de cara a los pactos

El PSOE no renunciaría a conformar gobierno si Rajoy no logra la mayoría

Sánchez junto a Vara, ayer, en la zona cacereña afectada por los incendios
Sánchez junto a Vara, ayer, en la zona cacereña afectada por los incendioslarazon

Joaquín Leguina, el expresidente de la Comunidad de Madrid, ha dicho en las tertulias de las que es asiduo que un «grupo de ex dirigentes socialistas se plantea firmar un manifiesto solicitando a la dirección del PSOE una clara posición a favor de que gobierne la lista más votada en las elecciones generales». De momento, este manifiesto o carta no ha visto la luz. Sin embargo, Leguina sólo le ha puesto letra a una música que suena en el socialismo español desde los años 30 y que protagonizan los partidarios de un acercamiento a la izquierda y los que defienden por políticas de moderación que se cobijan bajo el paraguas del «soy socialista a fuerza de ser liberal» de Julián Besteiro.

Hoy, esta dicotomía ha resucitado tras años de bandazos políticos e ideológicos y de descalabros electorales. La socialdemocracia europea, y también la española, sufre una fuerte crisis de identidad y zozobra ante el empuje de «otra izquierda» que pretende arrebatarle el liderazgo social y político. Podemos y la Grecia de Tsipras son los referentes. Pedro Sánchez, desde su llegada hace apenas un año a la dirección del PSOE, ha tratado de construir un nuevo discurso alejado del PP, de la derecha europea y, sobre todo, de Podemos, huyendo aquí de veleidades izquierdistas. Quizá, en este punto, habría que leer la creciente soledad del Secretario de Economía, Manuel de la Rocha, en la Ejecutiva. La designación de Jordi Sevilla como responsable del Comité de Expertos es toda una lectura sobre cuáles serán las propuestas de Sánchez en las generales y de que el líder socialista deja los «experimentos con gaseosa» para mejor ocasión.

Sin embargo, el debate se concentra en torno a la reflexión de Leguina: la política de pactos tras las generales. Sánchez elude el debate y se refugia en el objetivo de recuperar La Moncloa con un discurso diferente y ganar las elecciones. Si este objetivo no se consigue, el PSOE no renunciará a formar gobierno si se dan dos condiciones. Una, si Rajoy es incapaz de formar mayorías y, por tanto, de garantizar un Gobierno estable. Por falta de aliados en el Congreso, Sánchez abrirá la partida bajo una segunda premisa: el PSOE debe ser la fuerza más votada de la izquierda y tener la hegemonía suficiente para liderar un Gobierno que sepa «interpretar el resultado de las urnas», en palabras del portavoz socialista en el Senado, Óscar López. Si estas dos variables no se dan, en el PSOE se abre, sin duda, un periodo de crisis profunda.

En un año al frente de los socialistas, Pedro Sánchez, ha detenido la sangría electoral del PSOE, manteniendo el tipo en un nuevo tablero político, ha recuperado poder territorial, no ha dudado en utilizar mano dura de puertas adentro –disolución del PSM– y ha perfilado su estilo de hacer política con un discurso basado en que «es posible una nueva política económica que armonice el crecimiento económico con el progreso social». Sus primeros pasos al frente del PSOE fueron más que elocuentes. Pidió perdón por los errores, no apoyó la designación de Jean-Claude Juncker como nuevo presidente de la Comisión Europea, rechazó el techo de gasto pactado entre PP y PSOE en la época Zapatero, y desempolvó iniciativas sociales y económicas que marcaban un claro perfil de izquierda moderada en el nuevo PSOE.

El líder socialista fue objeto de muchas críticas que le acusaban de tener un discurso similar al de Podemos aunque en este tiempo la realidad es bien diferente. Quien ha dado pasos atrás ha sido la formación de Pablo Iglesias que, ahora, se arroga la representación de la socialdemocracia y Sánchez ha evitado que el PSOE fuera fagocitado como primera fuerza de la izquierda y Podemos dista mucho de ser la alternativa al PP. Con la excepción de las grandes ciudades, el PSOE se confirma en la última contienda electoral como referente de la izquierda. Las últimas encuestas mantienen esta tendencia ascendente frente a Podemos –que busca alianzas con otras fuerzas de izquierda para disimular esta debilidad– y sitúan a Pedro Sánchez con posibilidades de recuperar el gobierno.

Sánchez no ha desvelado sus cartas pero los pactos municipales y autonómicos van desvelando su posición. El PSOE quiere liderar una alternativa distanciada de Merkel y Rajoy pero también del populismo radical. Ciertamente, los socialistas han pactado con Podemos e IU en el ámbito autonómico y local pero también con Ciudadanos y partidos nacionalistas. Pedro Sánchez no apuesta por liderar un Frente Popular aunque tampoco lo rechaza. Su aspiración es que el PSOE tenga el liderazgo de los gobiernos, incluido el de España, pero también que tenga el liderazgo en las políticas. Para eso, el PSOE debe ganar o tener una amplia representación parlamentaria que le ayude a imponer sus criterios políticos a sus posibles aliados. Y nunca al revés. Ésa es la línea roja.

Visita gata más de una semana después del incendio

El secretario general de los socialistas visitó ayer la comarca cacereña de Sierra de Gata afectada por los incendios que han calcinado casi 8.000 hectáreas. Esta visita llega más de una semana después de que el desastre forestal diese comienzo el pasado 6 de agosto. Sánchez, acompañado por el presidente extremeño, Guillemo Fernández Vara, propuso que el Gobierno lidere una estrategia nacional para el uso sostenible de los montes que tenga como principal punto un plan de inversiones para adaptar y mitigar los incendios que se puedan producir a lo largo del año. De igual forma, abogó porque se articule un plan de apoyo al empleo y a la protección social de todos los colectivos vinculados con la Sierra de Gata.