Estrategia
Sánchez no ofrecerá ningún pacto a Feijóo en Defensa
El presidente diseña una ronda con los partidos sin contenido a nivel nacional, mientras negocia mejoras en la financiación europea
El orden mundial ha saltado por los aires y con él las previsiones de una Europa que busca exhibir fortaleza y reivindicar su posición en un contexto global cambiante. En la pretendida búsqueda de la autonomía estratégica, la coyuntura obliga a soltar amarras con EE UU y recuperar las riendas de una defensa que se había externalizado a la superpotencia americana.
El plan de «rearme europeo» exige acelerar los compromisos pactados y pone en aprietos a las potencias menos cumplidoras. Entre ellas, España. La Defensa nunca ha sido una prioridad para Pedro Sánchez, es más, el Ejecutivo entiende esta cuestión como un quebradero de cabeza, que genera distorsiones con sus socios de gobierno. Las decisiones, en este ámbito, se toman sin transparencia y sin publicidad para evitar evidenciar las diferencias con sus aliados. Sin embargo, el nuevo orden geopolítico ha situado esta cuestión en primer plano del debate público y obliga a evolucionar desde el tradicional oscurantismo a una pretendida exhibición de músculo.
Expectativas bajas
El Gobierno busca ahora marcar agenda con esta cuestión. Hoy, Pedro Sánchez se reunirá con Yolanda Díaz; mañana, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, comparecerá en sede parlamentaria; el jueves, el presidente realizará una ronda de contactos con los partidos en Moncloa y, a finales de mes, se prevé una intervención pública y monográfica del presidente en el Congreso para dar cuenta de todos los detalles a los ciudadanos. Sin embargo, el diseño de esta hoja de ruta a nivel nacional obedece a los intereses políticos más básicos; mientras que es en la arena europea donde se está dando la verdadera batalla sobre la financiación del gasto militar.
Las expectativas sobre las reuniones del jueves son muy bajas. Fuentes gubernamentales reconocen que no hay prevista ninguna oferta de acuerdo o la demanda de un apoyo concreto. «Estamos todavía en una etapa muy inicial para ello», resuelven. El contenido de la ronda es meramente informativo: Sánchez hará un dibujo del contexto actual con los datos de que dispone, explicará sus planes sobre Defensa y adelantará los frentes en los que está peleando el Ejecutivo a nivel europeo para conseguir financiación y para recalcular el cómputo de lo que se entiende como gasto militar.
En clave política, los encuentros buscan un «reposicionamiento» de todos los actores. El diseño mismo de la ronda ya rezuma estrategia. Sánchez ha querido confrontar con Vox –excluyéndole– y busca que Alberto Núñez Feijóo, a quien niega un trato preferente, se retrate: entre el alineamiento con Europa –y por extensión, con el Gobierno– y su medido equilibrio con Santiago Abascal, de quien salió en su defensa ante el «apartheid» monclovita. Este es el objetivo y no lo ocultan. «Feijóo debe decidir si está con quien quiere una Europa fuerte o quien quiere romper Europa desde dentro. Frente al liderazgo seguro de Sánchez, el gran inconveniente es saber dónde está el PP, más preocupado en defender la soledad de la ultraderecha», acusó ayer la portavoz del PSOE, Esther Peña.
Conflicto en la coalición
Poner todo el foco en el PP también proyecta una indisimulada necesidad de desviar la atención del conflicto interno entre los socios de coalición. Este debate público no solo abre fisuras con sus aliados, sino que rompe el tradicional eje izquierda-derecha, pues en cuestiones vinculadas a la defensa, los intereses de los grandes partidos están alineados.
El Gobierno necesita exhibir adhesión interna antes de lanzarse a pedir el apoyo del resto de partidos políticos en lo que se refiere a los esfuerzos militares y por ello Sánchez y Díaz se reunirán mañana. Una cita en la que el presidente le garantizará a la dirigente de Sumar que no habrá retroceso en el gasto social para compensar las inversiones militares. La foto busca trasladar una unidad que no existe –ni siquiera dentro de Sumar– y tiene dos objetivos. El primero, proyectar sintonía interna dentro de la coalición y, en segundo término, otorgar al socio minoritario un perfil prioritario dentro de la ronda de contactos con el resto de partidos.
En el PSOE tratan de minimizar las diferencias con Sumar, asegurando que «los dos partidos que formamos este gobierno de coalición estamos alienados en lo sustancial: en una Unión Europea con perfil propio y reforzando las capacidades y la autonomía estratégica». En todo caso, fuentes socialistas presumen en privado de que, hasta ahora, los incrementos del gasto en Defensa que se han ido aprobando –vía Consejo de Ministros– se han realizado con Podemos y Sumar dentro del Gobierno, sin que hayan presentado mayor oposición que una mera queja al respecto, cuando trascendía.
En todo caso, en los planes del Ejecutivo no está, en el corto plazo, someter ninguna decisión al Congreso de los Diputados, para evitar visibilizar la ruptura con sus socios de coalición. La fórmula a explorar es la misma que se ha seguido hasta ahora, seguir utilizando el «atajo» de los créditos extraordinarios y del fondo de contingencia, partidas que se pueden aprobar sin mayor publicidad en el Consejo de Ministros. Un atajo que tiene un recorrido limitado y que, si no se consiguen avances en la financiación europea –a través de transferencias similares a las de la pandemia– obligará a recurrir a mayorías parlamentarias inéditas. Y a buscar a un PP al que ahora se agravia.