Política

Gobierno de España

Sánchez rompe el «diálogo discreto» con PP y CS

La moción ha dañado la tradicional vía de contactos entre los constitucionalistas en temas como Cataluña. Zapatero y Rajoy siempre mantuvieron un canal abierto con la oposición.

Sánchez rompe el «diálogo discreto» con PP y CS
Sánchez rompe el «diálogo discreto» con PP y CSlarazon

La moción ha dañado la tradicional vía de contactos entre los constitucionalistas en temas como Cataluña. Zapatero y Rajoy siempre mantuvieron un canal abierto con la oposición.

El frente constitucionalista hace aguas desde la moción de censura que aupó a Pedro Sánchez a La Moncloa. Debajo del ruido político y de las peleas de partido no hay tampoco nada. A diferencia de otras épocas, en las que de esa «quema» se han salvado canales discretos de interlocución para temas de Estado, en este caso no queda prácticamente nada. La interlocución empezó a flojear cuando en la etapa de Mariano Rajoy se tomó la decisión de retirar el artículo 155 después de las últimas elecciones autonómicas catalanas, pero luego ya se echó encima la moción de censura y desde que Pedro Sánchez ocupa La Moncloa no ha habido ningún contacto ni intercambio de información discreto en relación a la situación catalana. Ni con el principal partido de la oposición ni tampoco con Ciudadanos (Cs), primera fuerza en el Parlamento catalán. De hecho, Albert Rivera se ha quedado incluso fuera de la ronda de contactos que impulsó Sánchez al llegar al poder. Fuentes de Cs confirman que al menos hasta ahora ni siquiera han empezado las lógicas gestiones a nivel de gabinete para intentar cuadrar agendas y buscar una fecha para esa entrevista. Aunque sólo fuese para cumplir con la formalidad institucional, ya que el jefe del Ejecutivo sí ha recibido a Pablo Casado y a Pablo Iglesias después de que consiguiera sacar adelante la moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy. Esta ruptura de los canales de interlocución discreta, que es tradición que funcionen en temas de Estado, implica que los dos partidos constitucionalistas no tienen, por ejemplo, más información sobre las negociaciones del Gobierno de Sánchez con la Generalitat que la que trasciende públicamente. Fuentes de Moncloa están colocando, precisamente, el acento en que la situación en Cataluña está «mejor» que antes porque funciona el diálogo a distintos niveles que han abierto con interlocutores del Ejecutivo catalán. Ha trascendido que afecta, entre otras materias, a la deuda, a la financiación o a la retirada de recursos ante el Constitucional que en su día presentó el Gobierno central contra algunas leyes catalanas. Y esto mismo es lo que saben en el PP y en Ciudadanos.

Hay que señalar que desde el lado de estos dos partidos también se ha entrado en una operación política de tensar la presión sobre el Gobierno en relación a Cataluña que hace aún más inviable que pueda haber ningún tipo de entendimiento de Estado para responder al desafío secesionista que sigue estando ahí, con preocupantes derivadas como la que afecta al enfrentamiento entre catalanes y la responsabilidad de la Generalitat en alentar e impulsar la ocupación del espacio público por parte del independentismo. O sobre la tensión en la calle y el riesgo de nuevos incidentes que existe en estos momentos en Cataluña.

Por sentido de Estado y lealtad institucional, al margen de las discrepancias que siempre ha habido entre Gobierno y oposición, esa vía de diálogo no público funcionó con mayor o menor intensidad en la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero y en la de Mariano Rajoy. Y especialmente en la última fase del gobierno de este último para gestionar el desafío secesionista. Fue el canal por el que se consensuaron los movimientos judiciales y políticos en materia antiterrorista, por ejemplo, y también para responder al órdago de la declaración unilateral de independencia que impulsó Carles Puigdemont. Entonces, en estos contactos intervenía Rajoy y también quien era su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, responsable de la bautizada como «operación diálogo». La que dirige Sánchez compete a la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet.

En ese nivel no hay conversaciones. Y casi el único canal es el parlamentario, obligado porque los grupos tienen que sentarse cada semana a discutir sobre el orden del día de los Plenos y la tramitación de las iniciativas que llegan al Registro de la Cámara. El ministro de Fomento, José Luis Ábalos, sí ha tenido alguna conversación discreta, según confirman fuentes de Cs.

Este bloqueo de los puentes discretos que entre Gobierno y oposición han facilitado tradicionalmente avanzar en la respuesta ante los problemas de Estado anula la posibilidad de que en lo que resta de legislatura puedan concretarse decisiones que exigen un acuerdo que trascienda al bloque que sostuvo la moción de censura contra Rajoy. PP y Cs descartan que salga adelante la reforma para eliminar los aforamientos, por poner un ejemplo.

Al contrario, con el Gobierno centrado también en sus intereses de partido, la estrategia de PP y Cs va encaminada a convertir el Congreso en campo de batalla para zarandear al Ejecutivo de Sánchez, sin miramientos sobre lo que deberían ser cuestiones al margen de la pelea partidista. Y aunque en la agenda hay cuestiones económicas, el cerco será sobre todo por Cataluña y por la dependencia de Sánchez de los independentistas para sacar adelante los Presupuestos. Marzo está ya señalado en el calendario como posible encaje de las generales.