PSOE
Sánchez se rearma para el asalto a Díaz
Tras tomar el control de la federación de Madrid intenta sumar apoyos para enfrentarse al PSOE-A en las primarias
Todo arrancó hace unos meses con una llamada. Tras destaparse la «operación Púnica», la trama de corrupción que se cobró el cargo de José María Fraile –alcalde de Parla y mano derecha de Tomás Gómez durante su etapa al frente del consistorio– el líder del PSOE, Pedro Sánchez, descolgó el teléfono para pedir explicaciones al entonces secretario general del PSM. Gómez no aportó argumentos suficientes y se limitó a negar cualquier responsabilidad que se le pudiera atribuir.
Tras el verano, poco después de que Sánchez se hiciera con las riendas del PSOE, comenzó una ofensiva para que Gómez reconsiderase su posición. Según apuntan fuentes del PSOE, se le dieron varias opciones para negociar su salida, pero el entonces líder del PSM se negó en rotundo. A la ofensiva iniciada por la dirección se le fueron sumando poderosos argumentos cuando un continuo «goteo» de informaciones apuntaba a una posible implicación del ex edil madrileño por su gestión como alcalde de Parla. La última semana de octubre, el secretario de Organización, César Luena, llamó a Gómez a su despacho y le pidió explicaciones. Esta demanda de información se ha repetido en reiteradas ocasiones por parte del número dos y de otros miembros de la Ejecutiva. Las respuestas de Gómez no resultaron ser lo suficientemente «contundentes» para la dirección, que comenzó a engrasar los engranajes para su salida. La solución aplicada ahora es la misma que ya utilizó Luena en su feudo, cuando disolvió la agrupación de Logroño –crítica con la Ejecutiva regional y federal–. El secretario de organización conoce bien los Estatutos y los atajos de los procedimientos orgánicos.
Pero lo que hizo saltar las alarmas fue la llegada a Ferraz de un informe del Tribunal de Cuentas, que, unido a la documentación de la UDEF y del Juzgado de Instrucción número 5 de Parla, apuntaría a la responsabilidad política –y se investiga si también penal– del depuesto candidato socialista por los sobrecostes del tranvía de Parla. A esto habría que añadir también las malas perspectivas electorales, que situaban al PSM por debajo del 19% de sufragios que obtuvo en la hecatombe de las europeas.
Con la jugada ya gestada y sopesada, la dirección comienza a realizar discretos contactos para consultar la decisión de apartar a Gómez. Desde el entorno del ex líder del PSM no hay sospechas, tanto es así que una semana antes de la destitución posa en la sede federal para las fotos de sus carteles electorales y ultima con diversos colectivos los flecos de un programa electoral que ya tiene cerrado. Ni siquiera conoce la decisión el candidato a la alcaldía Antonio Carmona, que un día antes de que se aprobara la disolución del PSM puso las «dos manos en el fuego por la honorabilidad de Tomás Gómez». Ese mismo día, pero desde el Congreso, el portavoz del Grupo Parlamentario Socialista también descarta que se estén barajando otros candidatos.
Las contradicciones dentro del partido se mantienen el día de autos. Tomás es citado a las 10:15 en Ferraz y no aparece. Mientras, unos acuden a la Ejecutiva sin saber qué les espera y otros prefieren ausentarse para no ser partícipes del «atropello». El sector andaluz y el valenciano no entran a la reunión –aunque acuden a Ferraz– y los afines a Gómez escenifican una encendida defensa del líder madrileño.
En San Telmo, la presidenta de la Junta está descontenta, pero prefiere guardar silencio. La relación con Sánchez sigue siendo gélida y el líder del partido no habló personalmente con ella para comunicarle su decisión. Algunos interpretan este gesto como un intento de dejar a Andalucía al margen, otros entienden que Sánchez inició –desde que se anunciara el adelanto electoral– una carrera por incrementar su liderazgo de cara a la candidatura a La Moncloa. Madrid y Valencia son dos territorios claves. Fuentes cercanas a la depuesta dirección del PSM ven en el movimiento de Sánchez la intención de colocar a cuadros afines en una federación decisiva para las primarias de julio. Dicho golpe de mano también perjudica al PSOE-A en lo inmediato, la imagen de cara a las elecciones. La victoria del PSOE en Andalucía, que se da por segura en el partido, puede tener un efecto calmante o ser un auténtico revulsivo.
Cada vez son más quienes opinan que Susana Díaz podría compatibilizar sus responsabilidades en el sur con su salto a la política nacional y el continuo cuestionamiento a la capacidad de liderazgo de Pedro Sánchez se ha cobrado su primera víctima, Tomás Gómez.
El PSOE afronta los próximos meses, decisivos en las urnas, con demasiados frentes abiertos. A los conocidos, PP y Podemos, añade los conflictos internos que deterioran la marca socialista.
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