Crisis del PSOE
Sánchez ya duda de sus posibilidades
El ex secretario general es consciente de la existencia entre los suyos de un debate sobre su idoneidad para hacer frente a Díaz: Iceta sonríe a la andaluza y el viraje de Mendia está en marcha.
El ex secretario general es consciente de la existencia entre los suyos de un debate sobre su idoneidad para hacer frente a Díaz: Iceta sonríe a la andaluza y el viraje de Mendia está en marcha.
En privado, Emiliano García-Page no tiene duda: «Pedro [Sánchez] está muerto». Los hechos le dan la razón. El ex secretario general arrancó la guerra por su cuenta al son de «La Internacional» y el «No es no», aquella bandera alzada contra Rajoy. Ésa fue la banda sonora con la que acompañó Pedro Sánchez sus mensajes contra la gestora del PSOE en Xirivella. Con muchas posibilidades de perderse por el camino, por cierto, mientras la «magia» de Susana Díaz hace que se esfumen sus cada vez menos ruidosos seguidores orgánicos. Hasta el catalán Miquel Iceta ha decidido «sonreír» a la andaluza. Lentamente, el viraje de la vasca Idoia Mendia del pedrismo al susanismo también podría estar en marcha.
De la localidad valenciana salió pues Sánchez con una fotografía de sus alianzas. Como estaba previsto, el escenario elegido –un auditorio municipal de 350 butacas– se quedó pequeño y el acto se trasladó al exterior. Incluso con autobuses venidos desde distintos puntos de España, la cifra de asistentes resultó ser de un millar, apenas el 1% de aquellos que votaron en las últimas primarias socialistas. Junto al antiguo líder comparecieron el organizador de su retorno y secretario general socialista de la provincia de Valencia, José Luis Ábalos (siempre dispuesto a meterle el dedo en el ojo a su jefe de filas, Ximo Puig), un puñado de diputados del «no» –la guerrera Margarita Robles tomó la decisión de quedarse en Madrid enarbolando su condición de «independiente»– y José Antonio Pérez Tapias. Poco músculo para tanto brazo.
La euforia inicial del entorno de Sánchez con recuperar Ferraz no se parece en nada a la actual operación de rebobinado político. Los próximos a Sánchez intentan convencernos de que quiere ir con el freno echado, de menos a más, porque así lo impuso Óscar López, ex portavoz en el Senado, en la larga reunión que mantuvo con sus colaboradores a principios de noviembre en un hotel en Madrid. Pero algunos temen que esa estrategia sea contraproducente, dado que el propio Sánchez se está desinflando y duda de sus posibilidades. En parte, porque él mismo es consciente de la existencia entre los suyos de un debate sobre su idoneidad para hacer frente a Díaz. Cierto, porque sus huestes ya se manifiestan divididas: el ex secretario general conserva fuerza entre aquella militancia que lo ha idealizado como una suerte de «mártir», pero también ve lastrada la candidatura por los resultados de su gestión. Además, la pérdida de importantes apoyos orgánicos ha hecho mella en él. Ya sólo puede presumir de mantener a su lado al castellano-leonés Luis Tudanca, a la madrileña Sara Hernández, a la balear Francina Armengol y, con interrogantes, al riojano César Luena. La cuestión territorial no es menor. El congreso extraordinario de 2014 evidenció que quien controla más aparatos regionales tiene las de ganar. De los 41.338 avales con los que Pedro Sánchez arrasó a su rival Eduardo Madina, 14.398 llegaron de Andalucía, que trabajó a toda máquina para allanar el camino del entonces diputado madrileño. Una carrera hacia la Secretaría General transcurre siempre en el ámbito orgánico y la última palabra, «en manos de las bases», confirmó el triunfo del candidato de la élite del partido. Sin que lo pareciese, claro, porque Sánchez se presentó entonces como el joven político esforzado de la carretera. Lógicamente, ningún barón territorial gusta apostar a perdedor. Y ahora todos los ojos están puestos en Susana Díaz, quien es, claro, la dueña de la federación más nutrida del PSOE, pero en buena parte de las organizaciones socialistas hoy podría obtener mayor respaldo que sus propios secretarios generales. En líneas generales, la planificación marcada por la presidenta de la Junta de Andalucía se va cumpliendo. «Los imprevistos en su camino», señalan desde su entorno, «no van a arrugarla». El primer requisito que ella ponía para convertirse en la nueva secretaria general era que pudiese compatibilizar Ferraz con San Telmo. Dentro de su formación ya nadie discute ese aspecto. El segundo era el de la unanimidad sobre su figura para reconstruir el socialismo patrio. Tal recado va calando en todos los territorios. Así las cosas, «cuando Susana dé el paso al frente lo hará para reunir al PSOE, mientras Pedro juega a dividirlo coqueteando con Podemos», concluye la misma fuente susanista.
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