Cataluña

Santamaría abre una ronda de contactos para diseñar el post 9-N

@ C. PASTRANO 22/10/14
@ C. PASTRANO 22/10/14larazon

El Gobierno ha retomado la estrategia de buscar vías de salida para el laberinto al que ha llevado el presidente de la Generalitat, Artur Mas, a Cataluña. Con Mas no hay en estos momentos «margen para el entendimiento», pero sí se ha activado un frente de conversaciones a varias bandas con partidos y distintos agentes catalanes con la vista ya puesta en el día posterior al 9 de noviembre. Ése es el Rubicón que ha marcado Mas en el calendario y la frontera que está limitando considerablemente que prospere cualquier vía de diálogo.

Los llamamientos al diálogo que ha hecho Rajoy desde que el presidente de la Generalitat anunciase que cambiaba de paso, de la consulta ilegal a una pseudoconsulta sin ninguna garantía jurídica, se han traducido en movimientos concretos entre bambalinas. En el Ejecutivo han apretado el acelerador para desplegar una red de contactos sobre la que sostener en el día de mañana las bases para «hacer política» dentro de la Ley, sostienen en Moncloa.

Rajoy mueve sus hilos, pero el núcleo de esta tarea la ha dejado en manos de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. La número dos del Gobierno mantiene buena relación con los dirigentes de Unió Democrática de Cataluña (UDC), y habla a menudo con Josep Antoni Duran Lleida, y también tiene abiertas vías de contacto con los socialistas. No sólo a nivel nacional, porque, por ejemplo, su relación con el líder del PSC, Miquel Iceta, es buena. Ella ha llevado también hasta ahora el diálogo institucional con la vicepresidenta de la Generalitat, Joana Ortega. Sáenz de Santamaría tiene buena imagen en la oposición y mano izquierda para negociar a varias bandas.

Ahora bien, la impresión en el Gobierno es que con Mas no hay en la actualidad ningún margen para explorar el diálogo. El análisis que hacen en el PP es que el presidente de la Generalitat está centrado en conseguir una lista única independentista con la que blindarse ante unas próximas elecciones y enmascarar el fracaso de CiU en su estrategia de echarse en brazos de ERC. En este escenario, sus movimientos de los últimos días los interpretan como maniobras dirigidas exclusivamente a presionar a ERC. «Los únicos que tienen una estrategia y un plan coherente con sus objetivos son los de Esquerra. Los demás van a ciegas, a ganar tiempo y siempre en el regate en corto», sostiene uno de los asesores del presidente en el asunto catalán.

La idea que está dejando Rajoy en su entorno es que su decisión es dejar que Mas se «ahogue políticamente a sí mismo con la cuerda que se ha puesto al cuello». La última esperanza del Gobierno es que tras el 9-N, y sin lista única, rebaje la presión y siga buscando vías para ganar tiempo y recolocarse en un tablero electoral muy complicado. Pero los mismos que sostienen este argumento advierten, asimismo, de que hoy en día el líder de CiU es una «incógnita de alto riesgo». «No sabemos ya por dónde puede tirar. Cualquier previsión racional ha saltado por los aires», explican en medios populares.

Si el 9-N se confirma el «ridículo» que esperan en el Gobierno, y Mas toma nota y hace algún gesto de rectificación, Rajoy moverá inmediatamente ficha. Si no hay gesto, Rajoy entenderá que tiene menos recorrido para moverse porque todo conducirá, a su juicio, a unas elecciones en las que se jugará sólo a dos cartas: independencia sí o no. En estos momentos, el presidente de la Generalitat sabe que puede contar con el PSC para aprobar sus Presupuestos, decisión bien vista en Moncloa. Y sabe también que cualquier gesto tendría como respuesta una invitación a sentarse a hablar por «el bien de los catalanes». Pero como de momento la respuesta a una y otra oferta es negativa, el presidente del Gobierno sigue convencido de que abrir hoy el debate de la reforma constitucional no arreglaría el problema catalán y sí añadiría nuevos quebraderos de cabeza.

Por eso la posición de Rajoy ha sido dar instrucciones para que se vigile el proceso de organización de la pseudoconsulta que prepara Mas, pero con la prevención de que no se hagan movimientos que sirvan a los independentistas para enfrentar al Gobierno de la Nación con la movilización ciudadana.