La amenaza yihadista
Siria, un infierno para los periodistas
Desde 2012 han muerto 92 reporteros cubriendo la guerra. Una veintena de profesionales permanecen secuestrados
Evaporados. Desaparecidos. Retenidos. Secuestrados. Sira se ha convertido en una peligrosa trampa para los periodistas, cuya suerte en la mayoría de los casos es simplemente eso: una cuestión de azar. Por tradición, cuando se ha retenido a cualquier reportero en una zona de conflicto en contra de su voluntad, generalmente las familias junto con los medios de comunicación para los que han traajado han decidido hacerlo público. De esta forma, se legitima el trabajo como periodista y se presiona al Gobierno para que busque su liberación.
En el caso de Siria, todo es diferente. Los periodistas pueden ser el objetivo de cualquiera. El grupo terrorista Estado Islámico (EI), las fuerzas del régimen de presidente Bachar al Asad, grupos de rebeldes... Todo añadido a los peligros propios de una guerra civil. En caso de desaparición en territorio sirio, las familias no suelen saber dónde se mantiene a sus seres queridos. A veces, ni siquiera han sabido si estaban vivos o muertos. Tampoco sobre la identidad o intenciones de los captores. Ante la ausencia de pistas, por medidas de seguridad, siempre se decide que la mejor de las opciones, ante un abanico en el que ninguna es complemente buena, sea mantener el silencio. Aun así, éste representa ser el primer gran dilema de una serie de dudas que sobrevienen a las familias.
Sin experiencia previa
Generalmente, hay cursos de entrenamiento para los reporteros en zona de conflicto ante un secuestro. En el caso de Siria, también se les advertía sobre cómo actuar ante un posible ataque químico. En cambio, nadie prepara a las familias para lo que le puede sobrevenir a un ser querido en una zona de conflicto. Nada prepara en cualquier caso para lo que ha ocurrido durante los últimos años en Siria.
Según datos de Reporteros sin Fronteras (RSF), actualmente el número de periodistas secuestrado en Siria asciende a 27 entre los 119 que hay en todo el mundo. Casi todos son sirios, los cuales no han acaparado la atención internacional como cuando se ha secuestrado a reporteros extranjeros en el pasado. Desde 2012, según el Comité de Protección para Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), han muerto 92 reporteros si se cuenta las muertes cuyos motivos se han podido confirmar y los que no.
En Estados Unidos, la atención del público no reparó en los peligros a los que se enfrentan los reporteros hasta la decapitación del fotógrafo James Fley en agosto de 2014 por el Estado Islámico (EI). Su uso de los medios de comunicación e Intenert para enseñar sus mostruosidades hizo recuperar el debate sobre cómo se debe actuar, debido a la política de Estados Unidos de no negociar rescates con grupos terroristas. A su sesinato, el de Steven Sotloff, un americanoisraelí que trabajaba para la revista «Time» y el diairo «The Jerusalem Post». De esta forma, en enero mostró imágenes del japonés Kenji Goto, decapitado después de permanecer varios meses secuestrado. Sigue en sus manos del EI el periodista británico británico John Cantlie. Además de periodistas, son blanco fácil en Siria los cooperantes humanitarios.
Ante estas circunstas, el presidente Barack Obama se comprometió a modificar las prácticas del Gobierno, que ha dejado de presentar cargos formales en caso de que las familias decidan negociar con los terroristas.
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