Casa Real
Su prioridad: el deber
De nuevo, esta semana próxima, el Rey aparece en la agenda de actividades de la Familia Real.
Interrumpe momentáneamente su ausencia obligada por la rehabilitación de la cadera izquierda
para recibir en su despacho al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, que viene
en visita oficial a Madrid. El hecho de que se produzca esa audiencia tiene una doble interpretación positiva: por una parte, se evidencia que Don Juan Carlos no solamente no renuncia a ejercer su cargo de Jefe de Estado, del que está deseando asumir todas sus obligaciones lo antes posible. Por la otra, que la recuperación de la reciente operación va por buen camino y eso hace que el monarca se sienta más animado y confíe que el final de la mala racha que ha sufrido en los últimos años esté más cerca. Don Juan Carlos no es una persona que se achante ante las dificultades. Han sido muchas las que ha tenido que enfrentar a lo largo de su vida y eso ha forjado su carácter, optimista y positivo, dispuesto siempre a pensar que siempre hay una solución para salir del atolladero. Y eso es lo que le ha salvado, sin duda, de caer en una depresión o darse por vencido. Por eso, no se resiste en estos momentos a dejar de cumplir con sus obligaciones y evita, por ejemplo, que se tenga que retrasar por su culpa la jura del nuevo Consejo General del Poder Judicial o que Van Rompuy se vaya de España sin cambiar impresiones con su Jefe de Estado. Con ello, no se va a saltar a la torera las instrucciones del doctor Cabanela, sino que se modificará el protocolo de los actos que presida. Y si para ello tiene que estar sentado, pues se sientan todos los que lo visiten en el Palacio de la Zarzuela. Eso no importa demasiado; sí que las cosas salgan adelante.
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