Doctrina Parot
Ternera reaparece y avisa de que el fallo contra la «Parot» no conlleva el desarme
Recuerda a los «otegis» que hay que buscar una salida para los que siguen en prisión.. Por su condición de clandestino, él no puede acogerse a los beneficios de la sentencia
El histórico etarra advierte a la izquierda abertzale de que hay que exigir la libertad de los presos a los que no afecte la sentencia. Por su condición de clandestino, él no puede acogerse a los beneficios de la sentencia
J. M. Zuloaga
MADRID.- José Antonio Urruticoechea, «Josu Ternera», se puede convertir, a corto o medio plazo, en un auténtico problema para la dirección de ETA y, en especial, para los dirigentes de su entramado, controlado por los llamados «otegis», según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del asunto. Este individuo, que permanece en la clandestinidad y tiene cuentas pendientes con la Justicia francesa, se enfrenta, en caso de ser detenido y extraditado a España (si estuviera, como parece, en un país extranjero), a una condena superior a los mil años, por el atentado contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza en diciembre de 1987, en el que fueron asesinadas 11 personas, cinco de ellas niños.
«Ternera» se enfrenta a uno de los dilemas más importantes de su siniestra existencia. Por un lado, ha sido el pionero de la «victoria» obtenida por la banda con la sentencia del Tribunal de Estrasburgo sobre la «doctrina Parot», ya que este asunto fue uno de los que trató con el presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren «Chusito», en las conversaciones previas que dieron lugar a las negociaciones formales entre el Gobierno socialista y ETA.
Pero, por otro lado, su condición de clandestino no le permite beneficiarse, al menos hasta que sea juzgado, de la citada sentencia. En su caso, y éste es un dato muy importante, según subrayan las fuentes consultadas, se encuentran centenares de etarras, entre presos, huidos, clandestinos o refugiados, según las distintas terminologías que se utilizan para referirse a los pistoleros reclamados por la Justicia, aunque algunas de las causas que puedan recaer sobre ellos hayan prescrito.
¿Qué es lo que puede ocurrir? Resultan muy bonitas y gratificantes, en especial para los «otegis», las dos salidas de la cárcel que se han producido y el cumplimiento estricto de que no hubiera actos de bienvenida, pero ¿qué es lo que piensan los «arantxas», que representa al sector más duro de los presos y «refugiados» y que constituyen el auténtico peligro de una eventual vuelta de la banda, con el nombre que tiene ahora o con otro, a las armas?
En este escenario, la figura de Urruticoechea cobra una importancia capital, por lo que su retirada de la circulación e ingreso en prisión sería muy conveniente.
Se trata de un individuo que está en la banda prácticamente desde su fundación y que ha llegado a tener un enorme poder dentro de la organización criminal. Cuentan que cuando se produjeron, allá por la década de los 90, las primeras y muy tímidas disensiones de algunos presos, bastaba que el abogado de turno fuera a la cárcel a ver al recluso y le dijera: «Esto lo sabe Josu y no le ha gustado nada». El individuo en cuestión palidecía y se quedaba dentro de la disciplina del colectivo etarra.
El más criminal siempre goza de prestigio entre los otros delincuentes y esto le ha pasado a Josu, cuya figura, cuando pudo estar en las instituciones (antes de fugarse por su implicación en el atentado de Zaragoza) creció aún más. Los «otegis» y compañía no movían un peón sin consultar al que era el auténtico jefe.
Lo que puede ocurrir ahora –si no se da una salida a los presos, huidos, refugiados y especies similares a los que no afecte la sentencia de Estrasburgo sobre la «doctrina Parot»– es que Urruticoechea se convierta en la referencia de todos ellos y, con la ayuda de los «arantxas» (por la abogada Arancha Zulueta) en un contrapunto a la ETA «oficial», incluidos los «moketeros» (por la moqueta que pisan) de los «otegis».
Un auténtico problema que no acaba sino de empezar y cuyas consecuencias se irán conociendo en los próximos meses. La salida de la cárcel de unos es contemplada por otros, que llevan tantos años como ellos en prisión, no como un motivo de «alegría solidaria», como dirá un día de estos un dirigente navarro de Batasuna que se dedica a construir bellas frases en los últimos tiempos, sino como un motivo de preocupación y, ¿por qué no decirlo?, de envidia y enfado.
El problema para ETA es que este asunto no afecta a tres o cuatro, sino a muchísimos más, y tienen un cabecilla que puede liderar un movimiento de contestación interna de incalculables consecuencias.
Dispersos desde 1989
Tras el fracaso de las conversaciones de Argel, Justicia, Prisiones y el PNV acordaron acabar con la concentración de reos en ciertas cárceles para romper el control de ETA sobre sus militantes encarcelados.
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