El desafío independentista

El primer desafío de Torra: una reunión con Sánchez

El president le pide una negociación en la que «asuma riesgos» y asegura que trabajará por la República

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, durante su discurso en el acto de toma de posesión del nuevo Govern/ Efe
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, durante su discurso en el acto de toma de posesión del nuevo Govern/ Efelarazon

El president le pide una negociación en la que «asuma riesgos» y asegura que trabajará por la República.

La toma de posesión de los consellers del nuevo Govern de Quim Torra puso ayer fin a casi medio año de parálisis y a la aplicación del 155, pero quedó lejos de escenificar el inicio de una nueva etapa política en Cataluña. Así lo reflejó el acto, convertido en un homenaje a los políticos presos y fugados, y la declaración de intenciones que proyectó el president: si por un lado volvió a tender la mano al nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para dialogar, por otro anunció que el compromiso de su nuevo ejecutivo consistirá en asumir el mandato del referéndum ilegal del 1 de octubre, es decir, impulsar un «Estado independiente en forma de República».

Torra reclamó a Sánchez no solo hablar, sino que le pidió «asumir riesgos» para impedir que la actual situación «se alargue un día más», una alusión implícita a la situación judicial de los presos y exiliados. En este sentido, algunos dirigentes independentistas como los portavoces del PDeCat y ERC en el Congreso, Carles Campuzano y Joan Tardà, han ido ya más allá y han solicitado cosas más concretas: el primero pidió que el nuevo Gobierno socialista designe un fiscal general que ayude a «encarar la agenda catalana» y el segundo fue más directo y exigió que se retiren las acusaciones contra los políticos separatistas. Sin embargo, por el momento, todo es retórica a la espera de que el encuentro entre ambos dirigentes políticos se produzca. Hasta ahora no hay fecha concreta y fuentes de la Generalitat aseguran que en los próximos días se avanzará en este sentido. Además, mañana, según fuentes del entorno del president, Torra tiene previsto desplazarse a Madrid para visitar a los presos, aunque todavía no se confirmado este viaje porque está a la espera de obtener los permisos penitenciarios para poder acceder a las prisiones, y rechazan que pueda producirse algún contacto con Sánchez.

En todo caso, el president insistió ayer en que su acción de Govern pivotará sobre la restitución de todos los consellers cesados por el 155 y sobre la construcción de la República. «No será un camino fácil porque hay muchos intereses poderosos que lo quieren impedir», reconoció y concienció a sus consellers sobre las dificultades que deberán sortear para alcanzar la independencia: «Quiero agradecer la valentía y la determinación con el que el vicepresidente y los consejeros habéis aceptado este encargo. Nuestra será la responsabilidad». Si bien, a pesar de esta manifestación de intenciones, desde muchos sectores del independentismo se coincide en admitir que esta legislatura no albergará el grado de desafíos que tuvo la anterior y todo se circunscribirá a simbolismos.

Algo que ya ocurrió ayer, con la jura del cargo de los nuevos consellers, que tuvo lugar en el Salón Sant Jordi del Palau de la Generalitat y que estuvo marcada en todo momento por el simbolismo. En el acto estuvieron presentes los familiares de los presos y fugados –también la esposa de Carles Puigdemont, Marcela Topor–, que acapararon todo el protagonismo al inicio: primero fueron recibidos con una cerrada ovación y al grito de «libertad», tomaron asiento en primera fila y después tomaron la palabra varios de ellos. Tras ello, ya se dio paso a la promesa del cargo de los miembros del Govern, y que en todos los casos se obvió la Constitución: «¿Prometéis cumplir, de acuerdo con la Ley, las obligaciones del cargo que asumís al servicio de Cataluña y con lealtad al presidente de la Generalitat?», planteó Torra, a lo que sus nuevos consellers contestaron, «sí, prometo».

La ceremonia también contó con un lazo amarillo puesto en primera fila y con representantes de otras instituciones, así como de otras formaciones políticas. Estuvo la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que no aplaudió a la conclusión del discurso de Torra. Del PP y C’s no acudió ningún representante, mientras sí que lo hicieron del PSC, JxCat, ERC y «comunes».