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Torra, un president atípico: sin carné político y con un polémico poso intelectual

Concurrió en las elecciones del 21D como número 11 por Barcelona de la candidatura de JxCat, justo tras Elsa Artadi, quizá su futura mano derecha en el Govern

El ya presidente de la Generalitat por JxCat, Quim Torra, durante una de sus intervenciones ante el pleno del Parlament. EFE/Andreu Dalmau
El ya presidente de la Generalitat por JxCat, Quim Torra, durante una de sus intervenciones ante el pleno del Parlament. EFE/Andreu Dalmaularazon

Concurrió en las elecciones del 21D como número 11 por Barcelona de la candidatura de JxCat, justo tras Elsa Artadi, quizá su futura mano derecha en el Govern.

Primer presidente catalán sin carné de partido y con un polémico poso intelectual a sus espaldas, el editor y activista Quim Torra ha sido investido hoy como 131 presidente de la Generalitat, aunque a priori sólo para una etapa "provisional", previa a poder investir de nuevo a Carles Puigdemont.

Ungido por el propio Puigdemont desde Berlín para ser un sucesor de carácter interino, Torra es un abogado, escritor y editor que trabajó durante dos décadas en el sector privado, lideró Òmnium Cultural de forma breve y que presentó una demanda contra la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo.

Joaquim Torra i Pla, nacido el 28 de diciembre de 1962 en Blanes (Girona), concurrió en las elecciones del 21 de diciembre como número 11 por Barcelona de la candidatura de Junts per Catalunya, justo tras Elsa Artadi, quizá su futura mano derecha en el Govern.

De máxima confianza del expresidente catalán y parte del núcleo duro de JxCat, Torra fue además uno de los primeros dirigentes en visitar a Puigdemont en la prisión alemana de Neumünster después de haber sido detenido, acompañado de otros dirigentes del PDeCAT.

Los comicios del pasado diciembre fueron los primeros en los que se presentó dentro de una candidatura política, aunque Torra nunca ha tenido carné de partido, algo inédito para un presidente catalán.

No en vano, su trayectoria en el mundo de la política empezó a fraguarse en movimientos sociales y desde el activismo, como cuando en 2011 fue nombrado presidente de la asociación independentista Soberanía y Justicia y fue elegido además como miembro del consejo permanente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC).

Ese mismo año presentó junto al abogado Jordi Cortada una demanda ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) contra la sentencia del Tribunal Constitucional que recortaba el Estatuto catalán, pero fue rechazada al año siguiente.

Con Xavier Trias en la alcaldía de Barcelona fue nombrado director en 2012 del Born Centre Cultural, desde la que pilotó la museización del antiguo mercado, ahora convertido en uno de los símbolos del independentismo al albergar restos arqueológicos posteriores a la guerra de Sucesión de 1714.

Entonces ya era vicepresidente de Òmnium Cultural, pero fue en 2015 cuando fue designado presidente de la entidad soberanista, de forma interina, en sustitución de una Muriel Casals que entraba en el Parlament ese año como diputada por Junts pel Sí.

Lideró Òmnium entre julio y diciembre, cuando pasó el testigo como presidente de la entidad a Jordi Cuixart, ahora en prisión preventiva por su implicación en el proceso independentista; posteriormente fue nombrado director del Centro de Estudios de Temas Contemporáneos de la Generalitat de Cataluña.

Mucho antes, en el inicio de su trayectoria profesional, también trabajó durante veinte años en el sector privado -algo poco habitual en un político de primer nivel- lo que le llevó a vivir en Suiza.

Su experiencia en la multinacional aseguradora Winterthur, de la que salió tras una larga trayectoria a consecuencia de la compra por parte de Axa, quedó recogida en "Ganivetades suïsses"(Cuchilladas suizas), un libro donde reflexiona irónicamente sobre el mundo de la gran empresa y la globalización, pero en el que también desliza opiniones sobre su visión de Cataluña.

Así, en un apunte en 2006, en pleno tripartito de Pasqual Maragall, Torra afirmaba: "Primer día en Wanderberg -nombre ficticio de la multinacional y la ciudad en la que acababa de ser expatriado- La familia queda atrás, los amigos quedan atrás, Barcelona queda atrás. Excepto el país, que no quedó atrás porque ya lo está".

Pero su reflexión más política llega recordando un artículo del economista Xavier Sala Martí en el que, citando los parámetros de población, ubicación geográfica, lenguas habladas y renta per cápita de Suiza, aunque sin nombrarla, éste se preguntaba: "¿Es viable una Cataluña independiente?". Y, siguiendo con el juego de paralelismos, Torra respondía: "La respuesta es sí, porque el país es Suiza".

Antiguos compañeros de aquella etapa directiva reconocen que Torra, puntal por sus conocimientos jurídicos, era un excelente mediador e integrador de equipos, y que en las reuniones aportaba "paz y serenidad", siempre buscando el acuerdo y el equilibrio.

Quienes le conocen, destacan que es riguroso en el trabajo, con sentido del humor y con la familia -está casado y tiene dos hijas y un hijo- como punto de referencia. "Es un buen tipo", resumen.

Tras aquella etapa Torra, gran aficionado a la cultura y a la lectura, decidió emprender en Cataluña su faceta de escritor y editor. Fundó la editorial A Contra Vent Editors y ha escrito varios libros, como "Viaje involuntario a la Cataluña imposible", por el que recibió el premio Carles Rahola.

Pese a no militar en ningún partido, Torra sí se sumó a Reagrupament, escisión de ERC nacida en 2009, que ahora es una asociación que participó en el congreso fundacional del PDeCAT.

En 2016, también publicó "Los últimos 100 metros. La hoja de ruta para ganar la República Catalana", libro sobre el Procés que abordaba "retos como ampliar aún más la base independentista".

Un reto empañado por un polémico poso intelectual que ha sido censurado por la oposición al salir a la luz mensajes de Twitter, actos a los que asistió o artículos periodísticos sobre los españoles, los catalanes no independentistas o el castellano, que han sido tildados de "xenófobos"o "supremacistas", y de los que él mismo, en su discurso de investidura, ha dicho estar "arrepentido".

Con la sombra alargada de esos controvertidos posicionamientos e incógnitas, como la de si usará el despacho presidencial en la Generalitat, Torra inicia un mandato que podría llegar a ser incluso de medio año, pero con la bandera de impulsar una "propuesta de Constitución de la república de Cataluña"y la promesa de intentar investir a Puigdemont. Para él, el único "president legítimo".

Efe