Gobierno de España

¿Una mujer en La Moncloa?

El techo de cristal en política está en la Presidencia del Gobierno. La sociedad española está preparada, pero son los partidos los que imponen barreras para que no accedan a puestos de responsabilidad

Soraya Sáenz de Santamaría, Dolors Monserrat, Fátima Báñez, Isabel García Tejerina y María Dolores de Cospedal
Soraya Sáenz de Santamaría, Dolors Monserrat, Fátima Báñez, Isabel García Tejerina y María Dolores de Cospedallarazon

El techo de cristal en política está en la Presidencia del Gobierno. La sociedad española está preparada, pero son los partidos los que imponen barreras para que no accedan a puestos de responsabilidad.

El techo de cristal de las mujeres en política está en La Moncloa. Expertos consultados por La Razón aseguran que la sociedad española está preparada para tener una presidenta del Gobierno. ¿La votarían? «¡Qué tontería! Claro que sí. Si el Reino Unido eligió a Margaret Thatcher en 1979, España no va a ser menos 40 años después». Así de categórico se muestra el politólogo Pablo Simón cuando se le interpela sobre esta cuestión. De la misma opinión participa el Doctor en Sociología e investigador principal de Metroscopia, José Pablo Ferrándiz, que se atreve con un pronóstico: «En breve veremos a una candidata a La Moncloa». Ferrándiz basa este futurible en que la «sociedad española es abierta», un perfil aperturista que ya ha demostrado ante hitos como el matrimonio o la adopción por parte de personas del mismo sexo. Además, los españoles tampoco discriminan el voto según el género del candidato –como apunta Rubén Rodríguez, socio de MAS Consulting Group– y aunque todavía existe un machismo arraigado en algunas esferas sociales, «a los jefes de Gobierno los elige la mayoría», asegura el sociólogo y presidente de GAD3, Narciso Michavila.

Entonces, ante un escenario a priori propicio para la promoción de la mujer, ¿por qué ninguna ha llegado a la Presidencia del Gobierno? La respuesta no hay que buscarla en la sociedad, sino en los partidos. «El techo de cristal se rompe desde abajo, no desde arriba», destaca Michavila. Las cuatro grandes formaciones de este país están dirigidas por hombres y a lo largo de su historia han evitado orientar en femenino sus candidaturas a La Moncloa. Distintos son otros poderes del Estado como la Presidencia del Congreso, ostentada actualmente por Ana Pastor, o los gobiernos autonómicos, al frente de los cuales se encuentran hoy cuatro mujeres. Aunque ellas han abierto la espita, la carrera por el Gobierno sigue conjugándose en masculino.

Según apunta Simón, existen una suerte de «mecanismos informales» que lastran las oportunidades de las mujeres de copar el liderazgo, a pesar de que cuentan con «indicadores macro», por ejemplo el número de universitarias es mayor, que favorecen sus posibilidades. «Por eso tardaremos más en verlas llegar a La Moncloa», augura el politólogo.

Dentro de los partidos políticos se imponen barreras para que las mujeres no accedan a puestos de responsabilidad. El dato global de presencia en la dirección de los partidos políticos disminuyó en 2017 ligeramente respecto del año anterior, situándose en un 37,2%, frente al 37,5% de 2016. Este porcentaje además de suponer un retroceso incumple la Ley de Igualdad de 2007 que establece que la proporción de cada sexo no puede superar el 60% ni ser inferior al 40%. Esta ratio sí se cumple en el Congreso, donde el porcentaje de diputadas asciende al 41,1%. Sin embargo, la «tasa de supervivencia política» es muy inferior a la de los hombres. Siete de cada diez parlamentarias no revalida su escaño en la siguiente legislatura. Esto se debe a que o bien son sustituidas o se las coloca en puestos «inseguros» que no garantizan un escaño.

A su vez, esta ausencia en los cargos de relevancia genera falta de visibilidad y les impide participar en igualdad de condiciones con los hombres en las primarias. «Para que una mujer llegue a presidenta del Gobierno, primero tiene que pasar un proceso interno dentro del partido». Y es en las dinámicas tradicionales de las formaciones donde comienza el techo de cristal. «Los congresos se ganan a través de las redes de confianza, el viejo principio del ‘‘grupo de amigos’’. Los hombres valoran la competencia y luego la confianza y tienden a rodearse de otros hombres», apunta Simón.

Además de los partidos, Michavila dirige la mirada hacia las propias mujeres. «El perfil de mujer líder no representa a la sociedad. La mayoría no tienen hijos». Este ejemplo se ve claramente en Europa, tanto la primera ministra británica, Theresa May, como la canciller alemana, Angela Merkel, han priorizado la vida política sobre la familia. «Este es un sacrificio que no se les exige a los hombres», señala Simón, al tiempo que apunta que en regímenes democráticos las ministras sin hijos ascienden al 45%, mientras que los ministros solo representan un 9%. Rompen esta dinámica mujeres como Susana Díaz, que hizo campaña y revalidó la presidencia de la Junta de Andalucía embarazada, o Carme Chacón que pasó revista a las tropas en avanzado estado de gestación. Sin embargo, los expertos consultados apuntan que algunas de estas actitudes como que Soraya Sáenz de Santamaría renunciara a parte de su baja maternal lanzan un «mensaje lesivo».