Educación

Álvaro Bilbao: "Estas son las cinco cosas que tus hijos aprenden con un azote"

El neuropsicólogo considera que los azotes sí conllevan aprendizajes para los niños que los reciben de sus padres

“La violencia contra la mujer es siempre violencia contra los hijos, el problema de base es separar esto en la ley”
“La violencia contra la mujer es siempre violencia contra los hijos, el problema de base es separar esto en la ley”larazon

"Los azotes enseñan muchas cosas...pero las cosas buenas se aprenden cuando las asociamos con sentimientos buenos", arranca el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, en un post de Instagram reciente. Los azotes es un tema que genera bastante controversia entre padres, educadores y psicólogos. Pero, ¿qué debemos hacer con nuestros hijos?

Ante esta cuestión, Bilbao asegura que, a diferencia de lo que muchas personas creen y otros expertos defienden, los azotes sí conllevan aprendizajes para los niños que los reciben de sus padres. “Todos los comportamientos y reacciones que tenemos como padres dejan una huella en el cerebro de nuestros hijos, un aprendizaje que les acompañará toda la vida”, y asegura que equipará los azotes a los besos o los abrazos. “Todos dejan una huella”, dice. La cuestión es qué tipo de huella dejan en los peques.

En concreto, defiende que son cinco los aprendizajes que dejan en los niños que los reciben. El primero que destaca el neuropsicólogo es en relación a los niños y los azotes llama especialmente la atención porque es desconocida esta consecuencia para muchos adultos. Incluso para los que utilizan este recurso para educar. Bilbao asegura que los niños que reciben azotes aprenden a mentir a sus padres. “Uno de los efectos más desconocidos de las correcciones físicas es que los niños aprenden a mentir a sus padres”, afirma el especialista. Y apunta que está es la consecuencia natural y lógica del azote. “Es la respuesta natural cuando tiene miedo a que le peguen”.

Además de la mentira como mecanismo de defensa para evitar una agresión, está también el aprender a agredir a otros niños. “Está demostrado que los niños que reciben azotes y otras formas de corrección física tienen una mayor tendencia a pegar a otros niños”, afirma Bilbao. La inseguridad en su propia casa, es otro de los aprendizajes. En este sentido, Bilbao dice que “las correcciones físicas y pérdidas de control dan a los niños una sensación de inseguridad en su propio hogar”. El experto advierte que los niños que reciben azotes “con frecuencia desarrollan trastornos relacionados con el miedo o hipervigilancia que les pueden acompañar de por vida”.

Además, los niños aprenden a castigar al que se equivoca cuando son víctimas de un azote de sus padres. “Cuando un niño recibe una corrección física aprende a castigar a otras personas cuando se equivocan, descargando su ira y frustración”, explica. El neuropsicólogo recalca que esta conducta pueden mostrarla “con otros niños, con sus hermanos pequeños y con frecuencia también con los padres”.

Y por último, el experto destaca también el aprendizaje de creer que tenemos derecho a utilizar la violencia para controlar a los demás. Apunta el especialista que los niños normalizan cualquier comportamiento que observan en sus padres y esto aplica también a conductas agresivas como dar azotes o cachetes. “Cuando les damos un azote les estamos enseñando que está bien intentar controlar a los demás con violencia. Esto les hace más agresivos pero también más vulnerables a los malos tratos”, concluye Álvaro Bilbao.