Sociedad
El cerebro de la madre cambia (bastante) con la maternidad
Una científica española del Gregorio Marañón así lo demuestra. La ciencia se empeña en llevarle la contraria al decretazo de ampliación de baja paternal
La ciencia lo deja claro, la madre no es igual después de la llegada de un bebé y de hecho su cerebro cambia. Esto echa por tierra los argumentos de igualdad frente a las bajas de maternidad y paternidad que el gobierno acaba de aprobar vía Decreto Ley y con el apoyo indiscutible de Podemos.
Cuando solo se habla de la huelga feminista y sus múltiples artículos, muchos seguimos echando muchísimo de menos un aspecto fundamental en el mundo de los derechos de las mujeres y que ni está ni se le espera. O sí está pero en la forma contraria a la que buena parte de la sociedad, sobre todo las mujeres y con apoyo y respaldo de la ciencia, pedimos. Podemos y PSOE son los artífices de una baja paternal ampliada, que está muy bien pero a costa de no aumentar la de la madre que es quién verdaderamente la necesita. Imagino que las intenciones son buenas, hacer que la mujer no sea discriminada por el hecho maternal frente al hombre cuando llegan los hijos. Sí, es un planteamiento que está muy bien pero, como se preguntaba el ratón más listo de la metáfora del gato, a ver quién le pone el cascabel. La idea es buena pero no soluciona, es más, empeora.
Ideología contra verdades demostradas científicamente
Y tiene la cosa enjundia que sea precisamente de parte de dos partidos que se han erigido como los únicos portavoces de LAVERDAD sobre el feminismo, quienes defiendan con uñas y dientes una ley que, al menos desde las necesidades neurolobiológicas de madre y bebé, no satisface su objetivo, esto es, mejorar la vida de las mujeres con respecto a la de los hombres. Paradojas de la vida.
Lo cierto es que se puede optar por pensar que seguir los dictados de la naturaleza es o rancio o megamoderno. Tenemos ambas versiones.
Les pongo dos ejemplos: si alguien defiende que los bebés deben estar cuidados por sus madres y no por padres (salvedad que pongo bien grande, hablo de BEBÉS, (no de niños, ojo), esto puede sonar rancio, antiguo, facha, nacionalcatolicista, ya saben, toda la retahíla de turno.
Ahora bien, si siguiendo el mismo argumentario, el consabido “así se ha hecho toda la vida”, por ejemplo, para defender que se dé la teta a demanda, en cualquier parte y hasta más allá de los dos años, se puede escuchar perfectamente: “ay qué ver qué modernas son estas hippies, veganas que se creen que lo han inventado todo en cuestiones de maternidad”. Y ojo que este comentario, como el anterior, carece de todo sentido porque la lactancia de esa forma no conoce ideología política...y es que ya sería el colmo.
Fuera de discusiones políticas en las que, insisto, no deberíamos poner el foco, están los datos. Ay los datos que tan incómodos son cuando no nos dan la razón. Lo peor es que el dato te lo dé la ciencia (no el CIS de Tezanos que te lo puedes creer...o no). La ciencia con sus investigaciones y conclusiones, hay que ver que poco les gustan a muchos.
Traigo a colación un estudio de una científica española que apenas ha salido en los medios y debería salir más. En España tenemos en los hospitales públicos y concretamente trabajando de manera muy activa a mujeres valiosísimas que defienden la salud mental perinatal como algo básico dentro del sistema de salud y que ofrece solo ventajas si se cuida como se debe y que es justamente lo contrario a lo que se ha hecho con este decretazo. Una ley que han vendido como una medida superfeminista pero que va en contra de los intereses de salud mental de la mujer en sus puerperios. Poca broma.
Varias cosas antes de entrar en materia: La mujer debería poder elegir qué quiere, si tener una baja o no. O tener menos de lo que la ley le ofrece porque ni todas somos iguales ni todas las maternidades de una misma mujer lo son. Yo, por ejemplo, renuncié a mi tercera baja y bien que lo he lamentado a posteriori aunque ahora ya no me sirve de mucho. Si una mujer decide, como en su día hizo Soraya Sáez de Santamaría, volver a trabajar a la semana, libre es. Como libre es la que se decide pedirse una excedencia de 1 año porque así se lo pide su cuerpo. Lo que la ley debe es garantizar lo que sea más saludable tanto para ella como para el bebé. Y aquí es donde me interesa incidir con datos que provienen de la ciencia.
Desde tiempos remotos se ha estudiado en la ciencia qué le pasa a la mujer después de dar a luz en su cerebro. Hay constancia en documentos varios sobre las terribles cosas que se decían de nuestras maternidades y lo asociaban a problemas mentales. Tal y como se recoge en el precioso blog Maternalias “en algunas zonas de Italia se daba por seguro que si se dejaba sola a la recién parida y su bebé los días siguientes al parto podían venir malos espíritus”. Digamos que se estaban refiriendo a la depresión postparto y es que, por mucho que las leyes avances, las sociedades modifiquen sus formas de “maternaje”, la biología lleva sus ritmos con miles de años de evolución de ADN.
Y llegamos a la biología. ¿Qué dice hoy día la neurociencia que es la que se encarga de investigar de manera muy pormenorizada todo lo que supone un postparto? ¿Nos cambia el cerrebro a las mujeres después de ser madres? Pues resulta que la ciencia lo ha investigado y adivinan la respuesta, ¿verdad? Efectivamente. Cambia y bastante. Pero ¿cuánto y cómo?
Es una pregunta que muchas mujeres se hacen tras convertirse en madres, a veces preocupadas al sentir que efectivamente, su mente parece funcionar diferente. Esta misma cuestión ha sido investigada ampliamente en otras especies mamíferas, pero muy poco en humanas. Hasta ahora ya que ya ha habido varios. Hoy me gustaría dar a conocer uno hecho y publicado por una española, la investigadora en neurociencia y piscóloga Susanna Carmona, del Hospital Gregorio Marañon y colaborador habitual en docencia del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal. Un estudio que viene a demostrar lo que siempre habíamos sospechado, que el cerebro de la mujer se transforma tras el embarazo y parto.
En 2008 la psicóloga Aurelie Athan ya había hablado de esto tras un sesudo estudio que publicó y denominó a este suceso: Matrescencia. Dicho estudio fue publicado en la revista Nature (lo puedes leer aquí).
El artículo, que tuvo un altísimo impacto, demostraba que los cambios se producían en las áreas cerebrales que son responsables de la inteligencia social y la capacidad para entender los pensamientos e intenciones de los demás. Basícamente venía a sugerir algo que ya nos podíamos imaginar: que al dar a luz algo se activa para favorecer e intensificar la vinculación materna con el recién nacido.
Algo que, por otra parte, tiene toda la lógica habida cuenta de que durante miles de años han sido las madres las que se han amamantado a sus bebés por lo tanto la naturaleza (tan conservadora siempre, lo sentimos) de alguna manera tiene que asegurarse de que esa mamá se va a enamorar de su bebé evitando así que lo maltrate o lo abandone. Sí, hay mujeres que los matan y les hacen daño, es cierto, pero es algo absolutamente excepcional. Normalmente las madres y los padres queremos a los hijos. Mucho. Y, por lo tanto, a pesar del trabajo que dan noches y noches, los seguimos cuidando, protegiendo y, atención, queriendo. Estaba claro que algo tenía que funcionar de una manera específica en el cerebro para que no solo aguantemos...sino que encima muchísimas repetimos la experiencia.
Volviendo al estudio que se hizo en España. Fue prospectivo. Se examinaron los cerebros de 25 madres primíparas antes y después del embarazo, y de nuevo dos años después de que las mujeres dieran a luz. Los investigadores compararon las imágenes cerebrales de estas nuevas madres con las de 19 padres de la primera vez, así como 17 hombres y 20 mujeres sin hijos. El patrón de cambios estructurales que observaron los investigadores en las nuevas madres fue tan distinto que fue posible identificarlas sólo por sus escáneres cerebrales. Esos cambios perduraron durante al menos los dos años que duró el estudio, a excepción de un retorno parcial a su estado anterior en el hipocampo, una estructura cerebral fuertemente involucrada con la memoria.
El estudio de resonancia magnética mostró cambios en la materia gris, la capa externa del cerebro que contiene los cuerpos celulares de las neuronas. La materia gris en ciertas áreas se redujo de tamaño después del embarazo, un fenómeno conocido como “poda de materia gris”. Una contracción similar se observa en la primera infancia y durante la adolescencia. La materia gris contiene muchas interconexiones entre las neuronas, y durante la poda, las conexiones más importantes se fortalecen mientras que las otras se dejan marchitar. En lugar de indicar una pérdida de capacidad, la poda generalmente significa que una región del cerebro se ha vuelto más especializada.
Los investigadores también encontraron que algunas mujeres habían experimentado una mayor poda de materia gris que otras, y aquellas con más poda parecían tener un mejor vínculo con sus bebés. “Los cambios en el volumen de materia gris del embarazo predijeron significativamente la calidad del apego de madre a hijo y la ausencia de hostilidad hacia sus recién nacidos en el período postparto“, afirmaron los autores del estudio. Impresionante, ¿no les parece? Luego lo mínimo que podemos deducir es que la ciencia confirma lo que la cultura popular siempre ha sostenido y que para un bebé no es lo mismo una madre que un padre. Ya, es terrible asumir a veces las cosas tan políticamente incorrectas que nos cuenta la biología pero, estimada Irene Montero, tú que eres tan defensora de la baja paternal para el papá en detrimento de la de la mamá, es imposible que esto no lo hayas percibido con tu doble maternidad. Me cuesta, honestamente, creérmelo.
En otro experimento, los investigadores mostraron a las madres fotos de varios bebés y encontraron, como era de esperar, que el cerebro de las mujeres respondía más intensamente a las fotos de sus propios bebés. Las imágenes cerebrales revelaron que “la actividad neuronal más fuerte en respuesta a sus bebés correspondía a regiones que perdieron volumen de materia gris durante el embarazo”.
El embarazo se asocia con un incremento de hormonas sexuales similar a lo que ocurre durante la pubertad. Los investigadores señalaron que la materia gris también se poda durante la adolescencia, cuando un espectro de cambios emocionales, cognitivos y conductuales neurales comienzan a afinar el cerebro adolescente. Cordelia Fine, psicóloga de la Universidad de Melbourne que no participó en esta investigación, dijo que “este es un estudio sólido”, a pesar del pequeño tamaño de la muestra.
Ahora, profundizando en la misma dirección, han comparado los cambios que se dan en el embarazo con los que acontecen en el cerebro de las adolescentes, y han encontrado que el proceso es tremendamente similar. Es decir, en ambos casos, adolescencia y embarazo, se da un proceso de poda neuronal y mielinización, que traducido al lenguaje común significa perfeccionamiento de algunas áreas y circuitos cerebrales. ¿Para qué? Para permitir, facilitar y favorecer los cambios de conducta requeridos en la nueva etapa: la transición a la conducta adulta en la adolescencia, y la conducta maternal en el caso de las embarazadas. En la discusión del articulo las autoras explican precisamente porque este cambio no es un deterioro sino todo lo contrario, un perfeccionamiento y una mejora. “La matrescencia nos hace mejores madres, aunque en algunos casos pueda incrementar el riesgo de sufrir algunos cambios mentales”.
Ciencia y datos irrefutables en mano resulta hasta insultante que no reconozcan que las mujeres y los hombres somos absolutamente diferentes ante la llegada de un bebé que solo nosotras podemos gestar y parir. La igualdad no es darle a todos lo mismo, es favorecer a todos lo máximo posible en función de sus particularidades. Es la imagen tan recurrente del examen a varios animales en la selva con una única prueba: trepar un árbol. Es fácil adivinar que entre el mono y elefante, el primero parte con ventaja. Resulta sonrojante tener que explicarlo. ¡Ah!, ¿que lo hacen para evitar que la mujer sea discriminada en el trabajo? ¿Y no sería mejor buscar esa noble intención sin cargarse la salud mental de las madres y las necesidades más primarias de los bebé? Por no hablar, claro está, del ninguneo que se hace desde el gobierno de la necesidad que promover la lactancia mínimo hasta los seis meses. Que sí, que luego cada madre que haga lo que desee, solo faltaría, pero qué mínimo que facilitarla...Aunque solo por el dineral que evita a la sanidad ya deberían apostar por ella y francamente, se hace muy complicado seguir con el pecho y trabajar si es antes de los 6 meses...
Y sí, por supuesto si en una familia, por las razones que sean, es él el que desea quedarse en casa y la mujer salir a trabajar tras el parto, libres son de hacerlo y de nadie se inmiscuya en sus vidas. Como tampoco nadie debería inmiscuirse en si quieres que tu chico te pase su baja a ti que eres la que consideras que la necesitas.
Y pueden ustedes legislar como quieran pero, por favor, no nos hagan comulgar con ruedas de molino. La biología es la que es, la ciencia cuando demuestra algo no miente, no está al servicio de ningún patriarcado ni de palabros enrevesados de tercera ola. Está al servicio de la supervivencia de la especie, de la vida. Ya, lo entendemos, suena muy rancio pero es así. Lo cierto es que a la mayoría de las mujeres, cuando damos a luz, lo que de verdad nos pide el cuerpo y la mente es estar muy pegadas a nuestro bebé y de ahí que se sepa, por cierto también demostrado que nuestro cerebro, cuando huele a nuestro bebé (os lo conté aquí hace tiempo), sufre las mismas alteraciones que cuando se toman drogas, solo que en plan bien, claro. ¿No es apasionante?
Siempre lo he dicho, ojalá se pudiera envasar esa oxitocina natural (no la sintética) que se tiene en el postparto y que te hace enamorarte profundamente de tu bebé. ¿De que, sí no, nos iban a parecer tan bonitos siempre cuando nacen? (Cuando muchos, después de pasados los años y cuando ya se te ha pasado el chutel de oxitocina, los miras y te das cuenta de que bonitos, bonitos, no eran)
PD. Las mujeres vasijas, las que que alquilan sus úteros para gestar hijos para otras (u otros) a cambio de dinero, también sufren esos cambios en su cerebro...por si les da por reflexionar sobre esto de paso.
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