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¿Existe la depresión postvacacional o es un mito?

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Los psicólogos y los psiquiatras sabemos que hablar de depresión postvacacional no es adecuado ya que la depresión es una enfermedad mental grave que necesita un tratamiento médico perfectamente protocolizado. Pero eso a lo que llamamos incorrectamente “depresión” no deja de tener importancia cuando realmente nos dificulta seriamente la vuelta al trabajo.

Pocas cosas tienen la capacidad de poner en desacuerdo a casi todo el mundo como las vacaciones. Son maravillosas. Desconectar durante el verano, salir de la rutina de todo el año, descansar, olvidarse del despertador, los jefes y las responsabilidades, disfrutar de la playa o los viajes, pasar tiempo en familia, ver a los amigos y hacer todo lo que durante el año ansiamos y hemos planificado, es sencillamente reparador. Sólo hay un peaje inevitable: la vuelta. El duro golpe de romper con todos esos beneficios para incorporarse a la rutina laboral necesita una digestión especial. Enfrentarse de nuevo a la rutina es duro pero cuando la gestión de esa vuelta se pasa del grado de dureza lógico tenemos que poner atención. Ana Lucas, psicóloga, nos lo explica.

Los psicólogos y los psiquiatras sabemos que hablar de depresión postvacacional no es adecuado ya que la depresión es una enfermedad mental grave que necesita un tratamiento médico perfectamente protocolizado. Pero eso a lo que llamamos incorrectamente “depresión” no deja de tener importancia cuando realmente nos dificulta seriamente la vuelta al trabajo. Lo primero que tenemos que identificar es si los problemas son internos, los propios que van con nosotros a todas partes, o externos, aquellos que tienen que ver con nuestro entorno de trabajo. Y dentro de estos últimos tenemos que tener claro qué parte de los problemas que nos agobian de nuestro entorno de trabajo son responsabilidad nuestra o no podemos hacer nada por solucionarlos porque solo se pueden arreglar desde responsabilidades que no tenemos. En las consultas de los psicólogos estamos acostumbrados además a tratar con una cuarta fuente de problemas que salen a flote tras las vacaciones: los derivados de nuestro entorno personal que solo afloran cuando desaparece la rutina del trabajo.


Con este mapa de posibles fuentes de problemas que se suelen concentrar en la vuelta al trabajo, no es difícil entender porqué aumentan en septiembre las visitas al psicólogo. Nuestro trabajo con los pacientes que sufren serias dificultades para volver al trabajo consiste fundamentalmente en ayudarles a identificar el origen y la naturaleza del malestar.


Cuando vemos que la fuente de problemas es interna solemos proponer ejercicios de actitud que contrarresten los efectos negativos. Hay que planificar cómo introducir en nuestra nueva rutina, tiempo que nos permita disfrutar en la medida de nuestras posibilidades, de cosas que nos hagan sentir mejor física y mentalmente: práctica de ejercicio físico, tiempo para nuestras aficiones, tiempos propios de socialización con quien más nos apetezca de nuestro entorno. Parece una obviedad, pero debemos tomarnos en serio colocar nuestras necesidades en un lugar importante de nuestras preocupaciones ya que es fácil poner el trabajo, los hijos, o cualquier tipo de responsabilidad por encima de nosotros mismos. Es un error muy frecuente olvidarnos de nosotros mismos para cumplir con todo lo que el entorno nos exige. Saber darle la vuelta a esa ecuación es siempre gratificante, se puede conseguir si trabajamos de la mano del profesional adecuado.

Cuando la fuente de ansiedad tiene que ver con el entorno de trabajo y las sensaciones negativas no desaparecen en los primeros días al retomar la rutina de trabajo, también hay trabajo que realizar. Para ello es importante no echarnos a la espalda todo aquello que no tiene que ver con nuestras posibilidades y centrarnos en lo que podemos hacer para mejorar nuestra actitud en el entorno laboral. En muchas ocasiones basta con una buena planificación de tareas y responsabilidades. Los psicólogos ayudamos a nuestros pacientes a clasificar las tareas entre urgentes, importantes y rutinarias. Aprender a dedicarle el tiempo y las energías adecuadas a cada labor e introducir ese esfuerzo en nuestro día a día puede terminar en un cambio de actitud en el trabajo extraordinario.

Sin embargo cuando explorados esos territorios propios y externos y la ansiedad, la tristeza o el estrés sigue presente podemos deducir que hay una patología previa y el enfoque será determinado por el profesional. Por último es importante llamar la atención sobre una de las cuestiones mencionadas. Las vacaciones son un periodo maravilloso en el que a veces se disparan los problemas de muchas personas. Y esto ocurre porque el exceso de tiempo libre consigue aflorar problemas que llevamos a donde vayamos. Estamos en el periodo del año en el que tenemos que afrontarlos y no volver a dejar que la rutina del trabajo los esconda.