Conciliación
Llegan las malditas vacaciones...de los profesores de tus hijos
Una profesora escribe una carta abierta a los padres
A lo largo de estos días de final de curso, observo con estupefacción cientos de memes en las redes sociales que reflejan el alivio de los docentes frente al estrés supremo que les espera a las familias por “aguantar” a sus vástagos a lo largo del verano.
A lo largo de estos días de final de curso, observo con estupefacción cientos de memes en las redes sociales que reflejan el alivio de los docentes frente al estrés supremo que les espera a las familias por “aguantar” a sus vástagos a lo largo del verano. El primero me hizo gracia. El segundo empezó a ponerme nerviosa, y ya el tercero y sucesivos sacó la bestia parda que habita en mí. ¿De verdad estar en familia y disfrutar de los hijos genera tanta ansiedad y estrés?
STOP que ya veo a las masas jalearme. No necesito que nadie me diga lo difícil que es conciliar vida familiar y laboral. La que suscribe vive en el mundo real, lo ve, lo sufre y se las ingenia también todos los días, sea verano o no. Para empezar, queridas familias mías, los niños necesitan VACACIONES. ¿Por qué? Porque no pueden más. Están rendidos después de todo un curso teniendo y “soportando”, permitidme la expresión y los tan denostados gerundios, horarios de adulto. Si nos ciñéramos a sus necesidades, es más que evidente que salir de casa antes de las ocho de la mañana y volver a las tantas por la tarde, tras la jornada escolar y las tropecientas actividades extra escolares que nos permiten mantenerlos entretenidos mientras nosotros terminamos de trabajar, no resulta lo más conveniente para ellos. Anda, ¿y eso? Pues porque principalmente nos cargamos las leyes irrefutables, a la par que olvidadas, de que un niño necesita JUGAR y PASAR TIEMPO EN FAMILIA, que es donde se aprenden los valores fundamentales, en CASA.
Así que, y ahora voy a liarla parda, en lugar de increpar al Universo porque la gran mayoría humana sostenga que los docentes tenemos dos meses de vacaciones en verano, lucha con nosotros por mejorar tu horario laboral. Te aseguro que nosotros, los “innombrables seres con más vacaciones del Planeta y aledaños”, apoyaremos tus reivindicaciones, aunque mi obligación sea aclarar que esos sesenta días estivales de descanso NO existen ya que durante el mes de julio estamos a disposición de la Administración y de los centros escolares a los que estamos adscritos. En todo caso, si los tuviéramos, un olé y tres arsas por nosotros, seguro que nuestros compañeros del pasado, lucharon por reivindicar algo así.
Bromas aparte, el hecho de que los docentes tengamos un buen horario y calendario laboral va relacionado con que la escuela es eso, una escuela, el lugar donde se aprenden conocimientos y sí, valores también, pero no suple, ni pretende y por supuesto no debe convertirse en un “guardaniños”. El centro docente es una institución que educa y enseña (insto a consultar en la RAE los conceptos escuela y colegio) siendo LA FAMILIA, la “institución” que se ocupa de cuidar, proteger y amar a los niños, con independencia del cariño con que los docentes y comunidad educativa hagamos nuestro trabajo, en la mayoría de los casos, vocacional.
En lo que sí estoy de acuerdo con vosotros, familias, es que en verano y en otras épocas vacacionales, incluso en el día a día, existe un problema entre trabajos y deseos, y siento en mi corazón que la mayoría de vosotros no piensa que las vacaciones de los maestros sea el gran problema de vuestras vidas. Si ahora mismo pidiera que levantaran la mano las personas que pueden conciliar vida laboral y familiar, estoy más que convencida, sin ser una gran visionaria, de que vería muy poquitas manos alzadas. Nos sumimos en interminables jornadas de trabajo porque la vida “nos lleva a ello”, sin darnos cuenta de que en muchos casos, nos olvidamos de “vivir”, de disfrutar de los nuestros y sobre todo, de ocuparnos de los niños. Sí, no es nuestra “culpa”, o... ¿sí?
Con independencia del abuso de comillas que estoy cometiendo en este artículo y de ser consciente de estar metiéndome en un berenjenal lleno de espinas, ¿cuántos de nosotros podría trabajar menos y vivir más? ¿Cuántos de nosotros trabajamos de más porque nos hemos creado -o nos han impuesto- una serie de necesidades a las cuales hemos sucumbido? ¿Hasta dónde es culpable la sociedad de todo lo que nos sucede?
Hablemos claro: tú que estás leyendo este texto, tú que has empezado a cabrearte conmigo porque te has sentido atacado por mis palabras, tú que estás estresado, hasta el gorro y sin tiempo para tus hijos... ¿Puedes hacer algo para cambiar eso? ¿Podrías tomar una decisión que hiciera que te sintieras más feliz por tener tiempo para tus hijos y ya de paso para ti?
Sé que muchas familias se ven abocadas a trabajar como eunucos por sueldos miserables, pero también hay muchas personas que nos hemos (lo de la primera persona del plural, en este caso, es pura cortesía) imbuido en un estilo de vida frenético y lo que no nos damos cuenta es de que estamos reproduciendo de forma obligatoria esa misma tortura a los NIÑOS. Los peques no tienen y sobre todo no DEBEN sufrir los mismos horarios que los adultos. ¿Cuántos niños preferirían menos consolas y más jugar con sus padres y madres en un parque, en la playa, en casa? Estoy más que convencida de que si les hiciéramos la pregunta, íbamos a flipar con sus respuestas.
Te propongo una cosita a ver qué te parece. Antes de blasfemar contra las vacaciones de un maestro o maestra, piensa qué podrías hacer tú por mejorar y conciliar tu vida familiar. A mí se me ocurren soluciones que pasan desde exigir a nivel político más recursos gratuitos como escuelas de verano DIVERTIDAS, recursos municipales, talleres, a reducción de horarios laborales. Nunca un niño prefirió dos coches, tres maquinitas con videojuegos, veinte pares de zapatos y cien mil cosas materiales más, a llegar a casa, comer en familia, descansar un ratito, hacer los deberes con sus padres, preparar bizcochos, ir a la playa todos juntos, hacer una excursión a la montaña, comer bocatas en un cine de verano... Ninguna ludoteca, escuela o videojuego les gustará mas que eso. Juega con tus hijos, tú eres lo único insustituible para ellos.
FELIZ VERANO
Yolanda Quiralte
Docente y Escritora.
✕
Accede a tu cuenta para comentar