Educación
Mi hijo saca malas notas, ¿y ahora qué?
Vivimos en una sociedad en la que los niños van creciendo sin desarrollar debidamente sus capacidades de esfuerzo y superación ante los retos
La Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE) recuerda que las notas escolares son el resultado de una evaluación continua, y no se puede hacer culpable al niño exclusivamente de un resultado negativo (o positivo), ya que la responsabilidad es tanto del niño como de los padres y de los profesores.
Pasa muchas veces en muchos hogares. Llegan las notas y el niño ha suspendido ¿Qué ha pasado? ¿el niño no ha estudiado lo suficiente? ¿no hemos estado todo lo pendientes que deberíamos? ¿existen problemas con el profesor? Ante estas dudas, la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE) recuerda que las notas escolares son el resultado de una evaluación continua, y no se puede hacer culpable al niño exclusivamente de un resultado negativo (o positivo), ya que la responsabilidad es tanto del niño como de los padres y de los profesores. Además, añaden que pese a todo aún queda mucho curso para revertir malos resultados.
En palabras de Juan Sánchez Muliterno, presidente de AMEI-WAECE, “en caso de que nuestros hijos obtengan calificaciones por debajo de nuestras expectativas como padres, no debemos olvidar que lo importante es que los niños aprendan de sus errores y consigan superarse, comprendiendo y trabajando el valor del esfuerzo”.
Se ha demostrado que la estricta obediencia o los castigos son ineficaces para el desarrollo de los más pequeños. La obediencia, como valor, es un aspecto necesario para potenciar sus capacidades y no seguir un comportamiento basado en impulsos y caprichos. Sin embargo, resulta mucho más determinante que el niño se sienta motivado, para que surja la disposición de esforzarse para lograr sus objetivos.
De ahí que los expertos de AMEI-WAECE defiendan que antes que las reprimendas por malos resultados es más importante transmitir a nuestros hijos y alumnos aceptación y aprobación ante el esfuerzo, valoración social en general, lo atractiva y placentera que puede resultarle la actividad a realizar o el orgullo por cosechar logros propios, por ejemplo.
Según la asociación, las nuevas generaciones tienen importantes carencias de esfuerzo y fuerza de voluntad. Según AMEI, vivimos en una sociedad en la que los niños van creciendo sin desarrollar debidamente sus capacidades de esfuerzo y superación ante los retos. Se aprecia una clara falta de entusiasmo, de dar valor a las cosas y un conformismo o inconformismo constante.
Muchos padres, por un amor mal entendido, procuran evitar a sus hijos las dificultades que ellos tuvieron que superar en su infancia.Esto conduce a la sobreprotección y al ofrecimiento de una vida cómoda para la que no deben realizar esfuerzo alguno para obtener lo que desean. Cuando los pequeños crecen sin haber luchado por las pequeñas cosas cotidianas, es posible que terminen convirtiéndose en adultos mediocres e inconstantes, incapaces de cumplir una tarea seria y de marcarse objetivos en la vida y cumplirlos.
Por esto, dice AMEI que hoy más que nunca es necesario fomentar la capacidad de autocontrol de los niños para que sean capaces de soportar los esfuerzos que exige la vida en sociedad. La fuerza de voluntad y el esfuerzo se entrenan día a día, convirtiendo los comportamientos en hábitos. Cuando el niño es capaz de comprender por qué debe hacer algo y siente motivación para hacerlo, el hábito del trabajo y el esfuerzo se convierte en valor que dirige su conducta y sus decisiones en la vida.
A través de una exigencia y firmeza adecuadas, los padres pueden desarrollar la capacidad de trabajo y esfuerzo de los niños. Estos valores no forman parte de la herencia genética, son valores que precisan desarrollarse. Los padres deben acompañar y ayudar a sus hijos en su aprendizaje, facilitando un ambiente familiar, seguro, afectivo, alegre y motivador.
Así, cada niño aprenderá a esforzarse si observa la alegría con que los adultos se esfuerzan por cumplir bien su trabajo. Si, por el contrario, sólo escucha a los padres quejas, excusas y lamentaciones al tener que trabajar por obligación, el niño aprenderá a hacer lo mismo.
Por ello, la Asociación Mundial de Educadores Infantiles ofrece algunas orientaciones para inculcar mejor estos valores en los niños:
-Ofrecer un modelo adecuado para que el niño lo pueda imitar. Ser pacientes y constantes.
-Jamás convertirse en el “esclavo” del niño, él debe cumplir con las obligaciones propias. No ceder ante sus caprichos.
-Averiguar los motivos que mueven al pequeño a esforzarse.
-Estimular la independencia y la autosuficiencia progresivamente.
-Ser firmes y exigir el esfuerzo del niño. Proponer tareas adaptadas a sus posibilidades, procurando que obtenga éxito en los resultados.
-No admitir que dejen las cosas o tareas sin terminar.
-Permitir que el niño participe en el planteamiento de metas. Estas siempre deben ser a corto plazo, muy concretas y fáciles de controlar por el adulto.
-Estimular el respeto por todos los bienes, que sean conscientes del esfuerzo que ha supuesto conseguirlos y colabore en su cuidado y mantenimiento.
-Favorecer que se proponga pequeños proyectos (colecciones, deportes, aficiones, etc.) que supongan esfuerzo y constancia y no permitir que los abandone al primer contratiempo.
-Procurar que los trabajos que se le encargan tengan una dificultad progresiva. Prestarles ayuda siempre que sea preciso, pero sin hacer por él lo que es capaz de hacer solo, aunque requiera esfuerzo.
-Animar para que tome sus decisiones y sea consecuente con ellas.
-Estimular su autocontrol. Procurar que domine sus impulsos, que aumente su capacidad de espera ante determinados acontecimientos, que tolere las pequeñas frustraciones y sea capaz de demorar las gratificaciones.Aprovechar las circunstancias cotidianas para que observe el esfuerzo necesario para conseguir logros. Que conozca la utilidad del trabajo de las personas.
-Procurar que tenga vivencias y emociones de satisfacción y alegría por el trabajo colectivo realizado.
-Valorar positivamente sus logros siempre que haya realizado algún esfuerzo.
Por último, es aconsejable dosificar estas sugerencias si no se ha fomentado en el niño el trabajo y el esfuerzo con anterioridad. Lo más recomendable es plantear uno o varios objetivos de los indicados, trazar un plan para llevarlo a cabo y, cuando el niño lo cumpla, introducir nuevos objetivos.
Ante estas dudas, la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE) recuerda que las notas escolares son el resultado de una evaluación continua, y no se puede hacer culpable al niño exclusivamente de un resultado negativo (o positivo), ya que la responsabilidad es tanto del niño como de los padres y de los profesores. Además, añaden que pese a todo aún queda mucho curso para revertir malos resultados.
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