Psicología

¿Para qué sirve tener resiliencia?

Una psicóloga explica la utilidad de esta característica

¿Para qué sirve tener resiliencia?
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Quienes tienen empatía son personas que saben pedir ayuda y gestionan bien sus emociones, saben levantarse después de caer, se han preparado para ello.

Cuando estudiaba arquitectura técnica una de las asignaturas más duras de la carrera era Materiales. Fue en aquella época, y en esa asignatura, cuando me enfrenté por primera vez al concepto de resiliencia, aplicado a los materiales, concretamente a su capacidad para soportar presiones extremas sin romperse. Cuando cambié de carrera, a la Psicología, volví a encontrarme con esa vieja amiga, con dicha palabra, esta vez para definir la capacidad humana de salir airoso de las situaciones más duras. La real academia de la Lengua define la define como la capacidad humana para afrontar con flexibilidad situaciones límite. Pero a los psicólogos se nos queda muy corta esa definición. Desde mi punto de vista esa no es la característica que la ha hecho convertir en tendencia en medio mundo en los últimos años. Yo creo que su éxito tiene mucho que ver con la triple osadía de Boris Cyrulnik. Osadía vital, porque su familia de origen ruso judío, fue masacrada por los nazis, porque escapó con seis años de un campo de concentración y a pesar de esos sucesos se convirtió en uno de los médicos más influyentes de su tiempo con trabajos que hoy se estudian en universidades de todo el mundo. Osadía intelectual, porque con su libro sobre ella, evitó uno de los viejos determinismos de la psicología clásica según el cual un niño traumatizado por una infancia terrible estaba condenado a una vida igual de problemática como adulto, mostrando muchos ejemplos de lo contrario. Y, por último, osadía publicitaria, porque su libro sobre esta característica tiene uno de los mejores títulos de la historia de la literatura médica y es difícilmente olvidable para el resto de tu vida: "Los patitos feos: La resiliencia. Una infancia infeliz no determina la vida". En ese título hay de todo. Ha pasado a literatura médica como "Los patitos feos". Pero es que, además, tiene como subtítulo, su apuesta intelectual: Una infancia infeliz no determina la vida. Y a lo largo de sus páginas se le da la vuelta a consideraciones grabadas a sangre y fuego como inamovibles por el psicoanálisis como el concepto de culpa que según aquel está en el epicentro de las neurosis. Cyrulnik tuvo la inteligencia de sugerir que la culpa tiene elementos que pueden ayudar a ponerla en marcha.

Para mí, personalmente, es un aprendizaje y un arte. Es un aprendizaje porque considero que es mucho más que adaptarse a situaciones de cambio brusco o traumáticas en nuestras vidas y es una actitud que nos permite sacar lo mejor de nosotros mismos en los momentos vitales donde es más necesario. Y es un arte porque responde a una mezcla de intuición personal, confianza en el trabajo propio, y energía íntima para superar obstáculos que creo que está muy relacionada con el proceso creativo de los artistas. Es lo que nos hace superar esas situaciones con éxito gracias a una actitud de afrontamiento que tiene mucho que ver con el la gestión correcta de las emociones. Y lo mejor es que esa capacidad, que podríamos calificar con un seguro de vida, se puede entrenar, no es innata, se aprende, se puede fomentar. Esto es lo que hacemos en terapia. Ese proceso no lo hacen los pacientes solos sino acompañados durante todo el proceso por un psicólogo.

¿Para qué puede resultar útil?

Tenerla permite vivir de forma consciente y ordenada situaciones que de otra forma podrían dejarnos un poso negativo hasta el punto de sobrepasarnos. No es una capacidad sino el resultado de haber superado situaciones difíciles en las que hemos tenido que desarrollar un aprendizaje, nuevas capacidades ante nuevos eventos de los que hemos salido airosos.

¿Qué señales indican que una persona tiene resiliencia?

Ven las cosas de forma objetiva, no tienen una respuesta súper emocional a los estímulos, son pacientes y activos, no eluden las situaciones negativas, sino que las afrontan, no son evitativos, son perseverantes, son creativos, tienen confianza y seguridad. ¿Quiere decir esto que son superhéroes? No, son personas que saben pedir ayuda y gestionan bien sus emociones, saben levantarse después de caer, se han preparado para ello. Y en ese sentido tiene mucho que ver el nivel de acompañamiento personal, social, laboral de cada persona, su trayectoria vital y los eventos con los que te ha tocado lidiar.

¿Cuáles son las señales que indican que una persona necesita entrenarla?

Cualquier persona que se viene abajo ante una dificultad.

¿Cómo se puede entrenar?

En realidad, es una de las cosas que más entrenamos los psicólogos en terapia. Procuramos acompañar al paciente en el proceso de integrar su realidad con una visión lo más objetiva posible. Intentamos crear una gestión emocional ajustada a la situación para permitir que el paciente desarrolle un nivel de afrontamiento ajustado al evento. Y esto no tiene sólo que ver con eventos negativos. Un ascenso laboral inesperado a veces requiere el desarrollo de nuevos recursos para hacer frente a la nueva situación. En todo este proceso es fundamental contar con los recursos propios y saber pedir ayuda. Este punto es muy importante. En nuestra sociedad a veces se entiende como una debilidad pedir ayuda, pero en realidad es una fortaleza. Somos animales sociales, y el grupo es fundamental para el bienestar de las personas. La resiliencia es el músculo de la resistencia ante las diferentes situaciones que nos encontramos en la vida y se entrena a medida que vivimos.

¿Puede trabajarse desde niños? ¿Cómo?

Claro que se puede trabajar en los niños. Hace unos años escuché una frase de una psicóloga argentina que me dejó impactada. Un padre intentaba ayudar a su hija de dos años a hacer una torre con piezas de madera y la psicóloga le espetó "¡no le completes la torre! Desde entonces le repito esa frase a los padres. No les completéis la torre a los niños,permitidles aprender por sí mismos, ayudadles a gestionar la frustración cuando no lo consigan, acompañadlos en el proceso de aprendizaje, pero, sobre todo, permitidles que generen recursos propios, seguridad, gestión de sus emociones, dejad que se caigan, ayudadles a levantarse y enseñadles a pedir ayuda. Cuando el ejercicio haya pasado hablad con ellos de lo que han aprendido, ayudadles a guardar en su cerebro ese aprendizaje. Este ejercicio tiene mucho que ver con fomentar su resiliencia.

Ana Lucas es psicóloga en Madrid