Ciencias humanas
Tomar fructosa en el embarazo influye en la salud de la descendencia
El trabajo pretende alertar a las embarazadas sobre los peligros de una ingesta excesiva de bebidas azucaradas ricas en fructosa
El grupo de investigación liderado por el profesor titular de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo, Carlos Bocos, ha publicado en la revista Journal of Nutritional Biochemistry un artículo donde se demuestra que la descendencia nacida de madres que tomaron fructosa durante la gestación presenta importantes cambios en el metabolismo lipídico y del colesterol, que eran completamente opuestos en los machos respecto a las hembras. Dicho metabolismo es clave en la aparición y desarrollo de enfermedades cardiovasculares y afines, de lo que se deriva la relevancia de estos hallazgos.
En el presente estudio, realizado con animales de experimentación, se observó que la ingesta materna de fructosa en el agua de bebida, a diferencia de la de glucosa o de agua sin aditivos, afecta de forma clara a los descendientes. Es muy llamativo que en las ratas hembras procedentes de las madres que tomaron fructosa se encontró justamente lo opuesto a lo observado en los descendientes macho. Esto era así tanto en los niveles de colesterol en sangre, en la expresión de diversos genes implicados en el metabolismo del colesterol, como en la presencia de una proteína clave en su regulación, llamada LXR. Este “director de orquesta” celular estaba disminuido en los machos y aumentado en las hembras.
Dado que estos animales sólo habían estado en contacto con la fructosa durante la época fetal, nos preguntamos si algo habría ocurrido durante la gestación que determinara las diferencias encontradas una vez la descendencia se hacía adulta. La epigenética estudia, entre otras cosas, marcas que existen en el ADN que pueden alterar el funcionamiento de los genes. Una de estas marcas es la metilación de las bases de dicho ADN. Precisamente, cuando estudiamos estas marcas en el gen LXR, encontramos un grado de metilación completamente distinto en las hembras comparado con los machos descendientes de madres que tomaron fructosa en la gestación. Esas marcas diferentes sólo podrían haberse generado por la exposición de la madre a la fructosa durante la preñez, ya que no se observaron en los animales procedentes de madres control o que tomaron glucosa.
Una de las moléculas clave que determinan el grado de metilación del ADN es el ácido fólico. Sorprendentemente, los niveles de ácido fólico en plasma resultaron ser claramente opuestos en función del género exclusivamente en los descendientes de madres que tomaron fructosa.
Este estudio evidencia cómo unos hábitos nutricionales inadecuados durante la gestación pueden tener consecuencias negativas en la progenie, incluso en la edad adulta. Con las limitaciones evidentes de extrapolar los resultados encontrados del modelo animal al ser humano, el presente trabajo pretende alertar a la población, principalmente a las mujeres gestantes, sobre los peligros que conlleva una ingesta excesiva de bebidas o alimentos ricos en fructosa, tanto para su salud como para la de sus hijos.
El consumo de bebidas azucaradas ricas en fructosa ha aumentado de forma considerable en las últimas décadas, de forma paralela a la mayor incidencia de patologías tales como la diabetes, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, el consumo de bebidas y alimentos enriquecidos con dicho azúcar no está regulado durante la gestación.
El profesor Carlos Bocos lidera el grupo de investigación “Nutrigenómica y programación fetal” de la Universidad CEU San Pablo, formado por los profesores María I. Panadero y Paola Otero, y la becaria FPU (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte), Elena Fauste. A dicho grupo de investigación le ha sido concedido recientemente un proyecto de investigación del Plan Nacional I+D+i RETOS 2017 (Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades) para continuar con estos estudios. En este trabajo colabora, como viene siendo habitual, el Dr. Álvarez-Millán del laboratorio clínico CQS de Madrid.
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