Cuevas
Así es la cueva de la Ribeira Sacra que deslumbra por su musgo brillante
Solo se puede conocer mediante visitas guiadas para preservar su frágil ecosistema, hogar de murciélagos y de un raro musgo
En el municipio lucense de A Pobra do Brollón, en la parroquia de Óutara, se esconde uno de los tesoros naturales más fascinantes y menos conocidos de Galicia: la Cova das Choias. Ubicada en la comarca de Terras de Lemos, esta antigua mina de hierro reconvertida en santuario ecológico alberga un ecosistema tan delicado como singular, en el que conviven murciélagos protegidos y un musgo fosforescente que brilla en la oscuridad.
La cueva, cuyo acceso se restringió en 2016, solo puede visitarse bajo supervisión y mediante visitas guiadas organizadas por el Ayuntamiento, principalmente durante los meses de verano. La medida busca garantizar la protección de este entorno tras años de abandono en los que se registraron acciones altamente perjudiciales, como la realización de fogatas, el uso de vehículos motorizados en el interior o la sustracción del musgo por parte de visitantes.
Este enclave, formado de manera natural pero adaptado por el ser humano para la extracción de hierro desde la época romana (entre los siglos I y III), vivió su etapa de máxima actividad en los siglos XVI y XVII. Durante ese tiempo, surtió de mineral a las herrerías locales, especialmente a la cercana Ferrería de Biduedo. Tras cesar su uso industrial, cayó en el olvido hasta que su riqueza biológica y su degradación progresiva encendieron las alarmas.
El punto de inflexión llegó en 2016, cuando la asociación Drosera (especializada en la conservación de murciélagos en Galicia) alertó al Concello del drástico descenso en la población de quirópteros que habitan la cueva. Las especies presentes, el murciélago de cueva (Miniopterus schreibersii) y el murciélago de herradura (Rhinolophus ferrumequinum), requieren condiciones estables y ausencia de molestias humanas para reproducirse e hibernar. El segundo de ellos está catalogado como especie vulnerable en Galicia.
Actualmente, la colonia de murciélago de cueva que habita en la Cova das Choias es la más numerosa de Galicia, con más de un millar de ejemplares que utilizan el lugar como refugio desde primavera hasta el inicio del otoño. En invierno, estos animales alados ocupan las galerías más frías para hibernar.
Si hay un elemento que distingue a esta cueva de cualquier otra en Galicia es la presencia del musgo fosforescente Schistostega pennata, conocido también como musgo luminoso. Esta especie, extremadamente rara en la Península Ibérica, fue registrada por primera vez en España precisamente en la Cova das Choias, en 1921, gracias a los trabajos del botánico Antonio Casares y el investigador Fermín Bescansa. Su singularidad radica en su capacidad para reflejar la luz tenue, lo que le permite sobrevivir en ambientes sombríos donde otras plantas no podrían. El brillo es especialmente visible en las zonas cercanas a la entrada de la cueva, donde aún llega algo de luz natural.
Esta planta, además de su valor ecológico, se ha convertido en un símbolo de la recuperación ambiental de la cueva desde que se establecieron las restricciones de acceso. Hoy el musgo coloniza incluso las escaleras de madera instaladas para facilitar las visitas.
El nombre de la cueva procede de otro de sus antiguos habitantes: la choia, o chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax), un ave de la familia de los córvidos que antaño anidaba en la entrada de la gruta. Aunque su presencia disminuyó notablemente en las últimas décadas, se han avistado recientemente algunos ejemplares, despertando la esperanza de una posible recuperación de la especie en este entorno.
La visita a la Cova das Choias, que se divide en tres niveles con más de 200 metros de galerías (muchas de ellas sin salida), está limitada al nivel central. Los otros niveles requieren conocimientos de espeleología y no están habilitados para el público general.