Cargando...

Agresiones

Una de cada seis universitarias gallegas ha sufrido agresiones sexuales tras consumir alcohol o drogas

Botellones, fiestas y pisos de estudiantes son los escenarios más frecuentes de unos hechos que muchas víctimas no llegan a denunciar

Imagen de archivo de botellón. EUROPA PRESSLa Razón

Una fiesta, una copa, un “no sé qué me dieron”… y al día siguiente, la sensación de que algo grave ha pasado. Así empieza el relato de muchas jóvenes universitarias que, según pone de manifiesto el estudio de la Universidad de Santiago Agresiones sexuales facilitadas por drogas en el contexto universitario, han sido víctimas de este tipo de conductas delictivas mientras estaban bajo los efectos del alcohol o las drogas. En total, un 15,6% del alumnado consultado: casi una de cada seis personas encuestadas, la mayoría mujeres, muchas de ellas con apenas 20 años.

El informe, realizado entre julio y noviembre de 2024, recoge la voz de 1.851 estudiantes de las tres universidades de Galicia: Santiago, Vigo y A Coruña. Esto supuso abarcar siete campus universitarios: Santiago de Compostela y Lugo (Universidad de Santiago de Compostela), A Coruña y Ferrol (Universidade de A Coruña) y Ourense, Pontevedra y Vigo (Universidade de Vigo).

Se trata del primer informe en Galicia que trata este problema desde una perspectiva preventiva, y sus conclusiones son tan claras como preocupantes: 9 de cada 10 víctimas son mujeres. En el 90% de los casos, el agresor fue un hombre. Más del 60% conocía previamente a la persona que se aprovechó de ella. Y, lo que resulta todavía más difícil de digerir, muchas de estas situaciones no ocurren una sola vez: al 31% de las víctimas les pasó más de una.

Botellones, pubs y residencias: escenarios del miedo

El alcohol aparece como el gran facilitador: el 97% de las víctimas había bebido antes de la agresión. Pero no es sólo lo que se consume, sino dónde y cómo. Según el estudio, la mayoría de las agresiones ocurrieron en contextos de fiesta y desinhibición: un 29% en botellones o fiestas populares al aire libre, otro 29% en pubs o discotecas, y un 15% en sus alrededores. También se dan en residencias, casas de estudiantes y hasta en los propios hogares.

Sólo el 3,8% de las víctimas acudió a un centro médico, y apenas un 2,1% se atrevió a denunciar. La mayoría calló. Por miedo. Por vergüenza. Porque no lo recuerdan bien. Porque creen que no les van a creer.

No es sólo una noche

Las agresiones sexuales facilitadas por drogas -las llamadas DFSA, por sus siglas en inglés- no terminan cuando pasa el efecto de la sustancia. Dejan huellas profundas. Según el estudio, las víctimas presentan tasas mucho más altas de depresión, ideación suicida, consumo problemático de alcohol y cannabis, y relaciones sexuales de riesgo. También sufren más acoso digital y chantajes sexuales online. Y aunque las notas no varían significativamente, sí lo hace algo más difícil de medir: el bienestar emocional.

La mayoría de las víctimas no son personas “ajenas” al entorno universitario. Son chicas jóvenes, muchas veces heterosexuales, que salen con sus amistades, que estudian, que viven en residencias o pisos compartidos, que van a clase cada mañana. Y que, en algún momento, vieron cómo su voluntad era anulada y su cuerpo vulnerado.

El equipo de investigación, coordinado por la profesora Nuria García Couceiro, lanza un mensaje claro: no basta con conocer los datos. Hace falta actuar. Es imprescindible trabajar desde la prevención, desde la educación afectivo-sexual, desde la igualdad y desde el respeto al consentimiento, indican. También reclaman medidas concretas en los entornos de ocio, como la formación del personal de bares y discotecas, puntos seguros y campañas claras para detectar y frenar estas situaciones.

El alcohol no puede seguir siendo la coartada. La fiesta no puede seguir siendo excusa. Y la juventud gallega no puede seguir sintiéndose sola ante este tipo de violencia. A fin de cuentas, hablar de ella, ponerle cifras, rostros y contexto supone el primer paso para que deje de ocurrir. Y para que, si sucede, no quede silenciado.