Gastronomía

El chiringuito de Javier Aparicio: Malibú, un antídoto antiestrés en la playa de Xeraco

Es donde el cocinero de Salino de verdad se siente de vacaciones, porque «hasta en agosto es tranquilo», dice

Javier Aparicio en Malibú
Javier Aparicio en MalibúLR

Durante el mes de agosto, permanece activo en Madrid. Para él, son días en los que aprovecha para idear recetas y para pensar en el desarrollo del nuevo curso. No significa que no se escape en algún momento, pero será algo breve. Sí ha desconectado en Xeraco (Valencia), en la comarca de Safor, junto a Cullera, Tabernas y Gandía. Es un enclave que elige por su tranquilidad: «Ni siquiera hay un paseo marítimo. Para mí es un paraíso. Por eso, voy desde hace 30 años», afirma Javier Aparicio, cocinero y propietario de cinco locales en la capital (Salino, dos sedes de Cachivache, La Raquetista y La Raquetista en La Habana). Si no está haciendo alguna excursión en bici o dando un paseo por la playa con su mujer, podemos encontrarle en Malibú, chiringuito sobre la misma arena al que acude tras darse esos baños en el mar, que son pura medicina. Nos recuerda que en la Comunidad Valenciana la mayoría de estos negocios temporales no tienen permitido cocinar, así que aquí han encontrado una solución imbatible. Cuenta con unas jaimas a alquilar en las que es posible tomar una cerveza gélida o un tinto de verano con unas banderillas para disfrutar de un aperitivo envidiable para luego pedir los platos de los restaurantes cercanos. Uno de ellos es El Quijote, que acerca unos arroces y fideuás riquísimos. Tanto la paella como la fideua de gamba roja son algunas de las especialidades: «Es una forma de mantener la playa limpia. Esto no es Cádiz, donde más que chiringuitos hay restaurantes en la playa. Muy típicas son las coques de Dacsa, de harina de maíz y de trigo, rellenas de espinacas y gambas o con tomate, huevo duro, atún y anchoa, un bocado adictivo para disfrutar como tentempié en la toalla.

Llegada la tarde y ver cómo el sol se va escondiendo es obligado. Más con un mojito o con una caipiriña y con el sonido de las olas, que bailan al ritmo de la buena música. Son cócteles para armonizar con cualquiera de las pizzas de La Mia Pizza: «Lo que me gusta es que hasta en agosto este es un lugar tranquilo», prosigue Javier para quien el chiringuito más apetecible es ese que está cerca de la playa, cómodo, con buena música y que el personal transmita buen rollo. Justo ingredientes que contiene Malibú, al que es posible acudir en pareo y aún húmedo del último baño: «El propietario es del pueblo. Fuera de temporada surfea por el mundo y en verano está aquí. Es una persona súper hospitalaria, lo mismo que quienes forman el equipo, algo que se agradece. Porque si vienes de Madrid a relajarte, que me atienda alguien estresado no me gusta», añade antes de confirmar que de vacaciones como comensal es menos exigente: «No es que valga todo, pero si estás en la playa, lo prioritario es el entorno y la compañía. En Malibú, la temporada es de dos meses, no podemos situar el espacio al mismo nivel que otro que trabaja todo el año», concluye. Dicho esto, sí, según su opinión, el visitante foráneo se lleva una buena imagen de la cocina local, sobre todo si se bebe una buena horchata bien fría, que solo en Valencia puede probar, y disfruta de esas joyas autóctonas, como son las clóchinas, las tellinas y la gamba roja, que deben anteceder a un arroz.

Su recomendación: las coques de dacsa, las clóchinas y la fideuá

Clochinas
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► Dónde:

C/ Proyecto, N 18, 2. Xeraco. Valencia.

► Precio medio: 25 euros.