Testamento

La última disputa por la herencia de García-Trevijano

Una subasta el miércoles de los vestidos de su mujer reaviva la polémica del testamento. Habla el menor de sus hijos, Juan Diego: «Mi padre no tenía liquidez. Compró a mis tías con los vestidos de mi madre»

ANTONIO GARCIA-TREVIJANO. POLITICO, PENSADOR Y ESCRITOR.
ANTONIO GARCIA-TREVIJANO. POLITICO, PENSADOR Y ESCRITOR.C. PastranoLa Razón

Lejos de tener visos de solucionarse, la polémica por el testamento del abogado Antonio García-Trevijano, fallecido en 2018, ha añadido esta semana un capítulo más a las desavenencias familiares que acompañan a la herencia del conocido activista antifranquista. Este martes en Londres, la prestigiosa casa de subastas Kerry Tay-lor ofrecía en su catálogo, además de vestidos de Lady Gaga o Joan Crawford, algunos de los diseños que Cristóbal Balenciaga realizó para Francine Chouraki, la que fuera esposa del abogado andaluz y modelo del modista vasco, que acabó convertida en una de sus mejores clientas.

Lo curioso de esta subasta es que no es la primera vez este año que estos vestidos salen a la venta. En febrero, Durán (Madrid) ya los vendió antes de que terminaran, hace unos días, en la capital inglesa. Eso sí, en esta ocasión, en Londres, salieron por una cantidad superior a la que alcanzaron en aquel momento en Madrid. Si por un vestido de cóctel con ribete en piel de 1967y por un vestido de noche de 1964 en Durán se pagaron 250 euros respectivamente, este martes llegaron a los 7.500 y 10.500 euros; y si por el icónico abrigo de cuadro ventana, considerado como una de las piezas más destacadas de la producción de Balenciaga, se desembolsaron 700 euros, en Londres superó los 5.500.

La cuestión aquí es cómo pueden llegar a subastarse unos vestidos que forman parte de una herencia que todavía se encuentra en litigio. Según indica Marcos Peña, exalbacea del testamento de García-Trevijano, está «sub judice», es decir, está siendo juzgadas: «Sí, es cierto que se han vendido otros bienes para hacer frente a la liquidez necesaria que conlleva la herencia y otros gastos, aunque yo ya me he desvinculado de este tema. Hay un conflicto jurídico bastante importante sobre la repartición de los bienes y la reclamación de los hijos».

Antonio García- Trevijano en una imagen de archivo
Antonio García- Trevijano en una imagen de archivolarazon

Guerra abierta

Efectivamente, puestos en contacto con Juan Diego García-Trevijano, el menor de los dos hijos del abogado, nos confirma fricciones familiares en vida de su padre, entre las que están el intento de su hermano mayor, Pablo Antonio, de hacerse con la finca El Tamaral: «Mi padre tenía razón al considerar una traición el intento de mi hermano de apropiarse de esa finca, pero yo no tuve nada que ver en eso», asegura desde Oporto, donde vive dedicado a la crianza de caballos tras una carrera como jinete olímpico. El Tamaral es, además, la famosa finca en la que se alojó Santiago Carrillo tras entrar en España ilegalmente al fallecer Francisco Franco. «Un incendio quemó la casa y, con ella, los documentos que dejaban claro el reparto, antes de desheredarnos, del 40% de la finca para mi padre, otro 40% para mi madre y un 10% para cada hijo. A partir de ahí mi hermano se atribuyó la propiedad. Decía que había comprado esa finca con su dinero». A día de hoy, Juan Diego lleva cuatro años sin hablarse con su hermano.

Pero sigamos con los vestidos, que sirven de hilo argumental de toda esta historia. «Esos trajes estaban en la casa de Somosaguas (donde vivía la familia), pero mi madre sufrió demencia durante los últimos años de su vida y los pasó con sus hermanas en Segovia. Mi padre se quedó solo en la casa y, me imagino, para comprar a mis tías y hacer que testificaran a su favor a la hora de desheredarnos, les permitió llevarse todas esas piezas», nos revela. «El comportamiento de mis tías fue tan grave que en los últimos tres meses de vida de mi madre no me dejaron hablar con ella, solo cuando llegamos a la audiencia de Segovia para que declararan su incapacidad. No sirvió para nada porque tres días después falleció. De hecho, me ocultaron la situación durante un tiempo. Al teléfono yo escuchaba cómo le chivaban las respuestas que me tenía que dar y no fui consciente de la situación hasta que vino a pasar unos días a casa».

Antonio García-Trevijano en una imagen de archivo
Antonio García-Trevijano en una imagen de archivolarazon

Precisamente esto fue lo que provocó que se iniciaran los trámites para incapacitarla. Según asegura el jinete, incluso antes de que su madre falleciera ya habían empezado a vender algunos de sus bolsos. «Mis tías pretendían que mi padre les diera un millón de euros por el cuidado de mi madre, pero él no tenía liquidez, esa es la realidad. Tenía cuadros, esculturas que iba vendiendo, como un Van Dyck que entregó a un banco mexicano por 600 millones de pesetas». Y el «regalo» de su padre a sus tías no le iba a la zaga: según publicaban algunos medios en su momento, el armario de Francine llegó a ser valorado en seis millones de euros: «En México hubo un museo que se interesó por comprar la colección de vestidos, pero no llegaron a un acuerdo». La misma colección que se ha subastado en Londres y que Juan Diego desconocía hasta que habló el miércoles con este periódico, quien le descubría la información. Al enterarse, ha emprendido las acciones pertinentes para suspender la venta a la espera de la resolución judicial.

«Mi madre no nos desheredó –aclara–. Lo de ella nos corresponde», puesto que el matrimonio estaba casado en gananciales y esto incluiría, según Juan Diego, la mitad del legado de García-Trevijano que se conserva principalmente en la famosa casa de Somosaguas. Esta propiedad también fue objeto de polémica tras fallecer el abogado, ya que en ella habitaba también su secretaria, Helena Bazán, a la que nombró presidenta de una fundación que a día de hoy no se ha constituido. Esta situación llevó incluso a la dimisión de Peña como albacea. «La fundación era una idea de mi padre para dárselo todo a Helena, con la que mantenía una relación íntima –asegura Juan Diego–. Pero no se puede hacer una fundación sin propósito ni dinero. Ella lo gestionaba todo, porque mi padre estaba acostumbrado a tener administradores. El dinero que entraba lo hacía a través de una cuenta de Helena y desde ahí lo movía, y yo creo que dinero tenía que haber porque se llegó a vender un Cranach por 800.000 euros».

En la actualidad, Juan Diego prepara su impugnación del testamento, acción que ha emprendido su hermano: «Por un lado he perdido tiempo por confiar en mi hermano en la cuestión de El Tamaral y, por otro, no he podido impugnarlo por falta de dinero; me han llegado a pedir hasta 60.000 euros. En cuanto lo haga espero que sea rápido y fácil». Pero ¿a cuánto puede ascender la disputada herencia?: «Se han dado cifras exageradas. En la colección debe de haber un Donatello, pero yo pienso que no es auténtico. Aun así, en conjunto debe de rondar los 20 millones de euros». Entre esas piezas estarán esos diseños de Cristóbal Balenciaga que lució su madre y que duermen en Londres, por ahora, a la espera de saber si regresarán a Madrid.