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Carmen Lomana: Guía del verano
Cada día tengo más claro que el verano es para no fatigarte, para dejarte llevar y saber decir no a los planes que no te apetecen, incluso no a salir de casa. Quedarte sola con tiempo para tí y despedir a hijos y marido por unos días... olvidarte de todo sin horarios al menos por una semana. ¿No os parece un buen plan?
Decía García Márquez que viajar «es querer regresar». Personalmente, ese afán o moda de descubrir destinos cuanto más lejos mejor y volver agotado me parece un gran error. Lo que necesitamos es estar relajados en un lugar que nos guste, y si es conocido mucho mejor. Está demostrado que un descanso de obligaciones y agenda alarga la vida y es muy bueno para el corazón. Yo que soy hipertensa y en Madrid no logró controlarlo ni con pastillas, es llegar a Marbella y a los 10 días estar perfecta.
Continuamente me preguntáis qué secreto tengo para mantenerme en un peso saludable, tener una buena piel y energía. Solo tengo un secreto: la alimentación. Comer de todo y más bien poco. Algo imprescindible es comer solamente cuando se tiene hambre física y no ansiedad. Otra recomendación: dejar de comer cuando ya nos sentimos saciados. Los humanos, igual que los animales, empiezan a comer y no tienen medida y así es imposible no terminar el verano con dos o tres kilos más. Da lo mismo que corras a punto del infarto con altísimas temperaturas o salgas en bicicleta hasta no poder más... El mejor deporte en verano sin duda es nadar en el mar. El mar es la mayor fuente de salud y bienestar. Está lleno de oligoelementos muy beneficiosos para el pelo y la piel, pero antes de bañarte protege el pelo con un poco de aceite especial para el sol y el mar.
Fundamental tambien beber agua, hidratar tu cuerpo y tomar mucha fruta siempre en el desayuno. La sandía es fantástica pues apenas tiene calorías y si muchas sales minerales. El plátano, fuente de potasio y magnesio, nos evita los calambres en las piernas. Sin embargo, la fruta debe evitarse como postre. No cenéis muy tarde. Lo ideal: una merienda-cena a las ocho de la tarde.
En los últimos años hay una fobia al sol como el responsable de todos los males. Para mí es la fuente de la vida y de muchísimos beneficios. Recuerdo de pequeña que mi madre al llegar a la playa nos untaba de Nivea y tan contentos. Yo tengo una piel estupenda y siempre tomo el sol. Si al volver de la playa te hidratas con un buen aftersun y proteges tu cara con aloe vera, te aseguro que no notarás los efectos dañinos del sol. Ahora bien, si eres de las que estás horas achicharrándote y las buenas cremas son algo bastante lejano para ti, terminarás en unos años con la piel destrozada.
El único secreto en la vida es saber escuchar a tu cuerpo, darle lo que necesita, un buen descanso y no maltratarlo. Mi mejor consejo es: quiérete y aprovecha las vacaciones para ponerlo en práctica.
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