Matrimonio
Don Juan Carlos y Doña Sofía: un triste 60 aniversario
La pareja real ha vivido altibajos que se han encauzado en una relación neutra
Hace sesenta años, Juanito el hijo de los condes de Barcelona, y Sofía, la hija de los reyes de Grecia, se prometían amor eterno en Atenas. Cumplían con el rito de la liturgia por dos veces (enlace ortodoxo y católico), donde ambos se ofrecían ser fieles en la prosperidad y en la adversidad. En la salud y en la enfermedad y así amarse y respetarse todos los días de sus vidas. Era una mañana del 14 de mayo de 1962 cuando se intercambiaban esos votos. Primero en la catedral de San Dionisio y después en el templo ortodoxo de Atenas. La princesa lucía ese día un vestido de novia del modisto egipcio de padres griegos Jean Desse , el que fue el escultor de la Alta Costura.
Como velo, una joya de encaje de la reina Federica sujetado por la tiara prusiana que utilizaría muchos años después la periodista Letizia en su boda con el príncipe Felipe de Borbón. El modista también creo los vestidos de las damas de honor entre las que se encontraba la princesa de Kent. Gracias a su boda en Londres, los novios se habían vuelto a encontrar después de que la reina Federica organizara un crucero por el Mediterráneo para que los hijos de reyes reinantes o exiliados se trataran. En ese crucero no hubo atracción entre el entonces Juanito, el hijo de los Barcelona y la jovencísima Sofía que en ese viaje tenía 15 años. Durante años, las bodas de las casas reales eran más o menos concertadas. En el caso de nuestros reyes fue un plan marcado por don Juan de Borbón, la reina Federica y la reina Victoria Eugenia. Antes Pablo y Federica de Grecia habían intentado que su Sofía se casara con Harald de Noruega que en realidad estaba enamorado de una azafata con la que se casó.
Una felicidad que efectivamente funcionó durante unos años. Don Juan Carlos ha vivido una vida paralela en el plano sentimental mientras que doña Sofía ha mantenido su papel de reina consorte contra viento y marea. Hubo dos momentos en que don Juan Carlos planteó el divorcio. La primera vez con Marta Gaya y la segunda con Corina Larsen, de la que nunca imaginó el hoy rey jubilado que con el tiempo le traicionaría. La línea roja que separa lo privado de lo público es tan delgada que cuando se rompe como con la cacería de Botswuana todo queda al descubierto y lo que hasta ese momento eran comentarios a puerta cerrada se convierten en titulares nacionales e internacionales. Para estas seis décadas de matrimonio no hay celebración como no lo hubo en años anteriores. En 1993, en el entierro de Don Juan de Borbón en el monasterio de El Escorial, se vieron por televisión las lágrimas de Don Juan Carlos y el gesto de consuelo y cariño de Doña Sofía hacia su marido. Nunca más se volvió a ver esa sintonía.
Una profesional
Doña Sofía ha cumplido siempre con su papel institucional y así lo ha demostrado a lo largo de todos estos años. Don Juan Carlos llegó a decir de ella que era «una gran profesional», una frase que nunca gustó a la Reina. Una vez que el Príncipe Felipe accedió a la jefatura del Estado, Doña Sofía se liberó de muchas obligaciones en las que no era feliz. Esa liberación y alegría por el deber cumplido llegó cuando Felipe VI le dedicó palabras de admiración y agradecimiento en el Congreso de los Diputados. Para Doña Sofía todas sus soledades de años quedaron archivadas al escuchar las palabras de agradecimiento de su hijo. Aseguran que ella ha perdonado a su marido y que vive una vida tranquila sin mayores aspiraciones. Quizá en este aniversario pida que se cumpla el deseo de que por fin su marido pueda volver a España. No ha viajado a Abu Dabi donde mantiene su residencia Don Juan Carlos. La nula relación de muchos años atrás se ha reconvertido y ahora que son octogenarios y no hay «amigas entrañables» han recuperado la conexión. Al menos, telefónica.
✕
Accede a tu cuenta para comentar