Famosos
Desaires e ilusión en el desfile de Rosa Clará
Marta Ferrusola fue menospreciada en el desfile de Rosa Clará. Resultó evidente e injusto –aunque lógico– que casi todos los presentes la ignorasen.
Marta Ferrusola fue menospreciada en el desfile de Rosa Clará. Resultó evidente e injusto –aunque lógico– que casi todos los presentes la ignorasen. Chocó verla ocupar la presidencia del lugar, eso sí, desplazada y marginada mientras las actuales fuerzas vivas –Trías, Llanos de Luna y Puig– copaban toda la atención. Fue tan claro el desaire, que la vi entre resignada y desesperada, sin un hombro amigo en el que apoyarse en momentos tan difíciles. La ex vicepresidenta, en su tiempo, fue una especie de Michelle Obama, con flequillo recto y un rotundo moño. Frente a esta extrema frialdad acentuada por la señora Mas, vestida con pantalones negros y botines, Marta mantuvo el tipo y sólo protestó risueña para reivindicar: «Soy y siempre seré la señora Pujol».
Incluso algún despistado miembro de seguridad –quiero pensar que sin reconocerla– intentó impedir su acceso al «backstage», ahí la cogí de la mano y la conduje hasta Rosa, que la saludó con un expresivo: «No me fallas nunca; siempre te has portado muy bien conmigo». Lo dijo ante Dolly Fontana, Antonio Cano y Alba Carrillo, vestida –por un enemigo– con un traje rojo de hombreras superpuestas.
Tere Flaqué aún recibió pésames y no escondió su nostalgia, porque su marido resultaba imprescindible para estas organizaciones, desfiles y exaltaciones de la moda catalana. Lo mismo ocurre con los hermanos Roca en el ámbito gastronómico. Descolocan a cocineros vascos que parecían intocables, como Arzak, y marcan distancias con Adrià. Una buena muestra del quehacer catalán a la hora de comer fue el almuerzo inaugural que ofreció Jubany, todo adornado con centros blancos a modo de preludio de los desfile de novias de esta semana, que se diferencian mucho de la Fashion Week madrileño. Una exquisita colección de Rosa Clará como apertura, auténtica alta costura de un género que se resiste a morir a pesar de que haya 60.000 bodas menos en los últimos cinco años.
La diseñadora, con los mismos 46 trajes ya presentados en Miami hace un mes, consiguió un magnífico prólogo a la que será su realidad el próximo 15 de junio, cuando se casará por segunda vez, mientras su primer marido, padre de su único hijo, Daniel, sigue reclamándole la mitad de su patrimonio –cosa extraña en una tierra donde se casan con separación de bienes–. La diseñadora insiste en las novias de tipo sirena, prodiga faldas con abundantes capas de tul y hasta de inspiración «Art Decó». Con suaves bordados en pedrería y escotes que parten del palabra de honor, elimina los velos pero no falta la ilusión. Como la que tiene ella.
✕
Accede a tu cuenta para comentar