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El Duque de Alba no anunciará Porcelanosa

Eugenia, la Reina, Cayetano (detrás), la Duquesa y Alfonso Díez en la inaguración de la muestra
Eugenia, la Reina, Cayetano (detrás), la Duquesa y Alfonso Díez en la inaguración de la muestralarazon

Por fin se inauguró de manera oficial la exposición con el legado de los Alba. Allí se vio feliz a Cayetano Martínez de Irujo, que sorprendió a los escasos asistentes cogiendo de la mano con una ternura a la que no nos tiene acostumbrados a su ex Genoveva. Hace un mes, Ana Botella suspendió la apertura debido a que ese día se decretó luto por la quinta víctima del Madrid Arena.

El cambio de «look» de la alcaldesa gustó y llegó a competir con el aire bohemio de la aguerrida Cristina Cifuentes. Casi con el mismo aire juvenil que Cayetana, cubierta por su chaquetilla de piel artificial –odia llevar pieles–. Aquello fue una sinfonía de colores que contrastaron con la sobriedad de la Reina, las suelas rojas de Eugenia Martínez de Irujo y el clasicismo del duque de Huéscar, que acudió con sus hijos Fernando y Luis.

La pieza favorita de Cayetano, de entre las 150 que se exhiben en el Palacio de Cibeles, es el Gran Duque de Alba pintado por Rubens. Comentaban el cuadro la delegada del Gobierno y el ministro Wert en tándem con Ignacio González. Todos elogiaban su gestión y el presidente de la Comunidad llegó a bromear: «Has perdido kilos desde que aprendes catalán», comentó el presidente autonómico al ministro. Observación que hizo que Rafael Spottorno, jefe de la Casa del Rey, enarcase una ceja. La esposa de Spottorno, Pía Rubio, se ha convertido en «lo más» en lo que a vajillas se refiere. Spottorno le sacó punta: «Me he hecho unas tarjetas consignando que soy marido de Pía». Destacó la carcasa de la delegada Cifuentes con la bandera española, igual que las de la Infanta Elena y Esperanza Aguirre.

Alfonso Díaz aprovechó la ocasión para desmentir uno de los rumores que corren sobre él: la posibilidad de que integre la plantilla de Porcelanosa. Me lo aseguró mientras mantenía el equilibrio con el catálogo en un brazo y en el otro a la Duquesa, que con la derecha se agarraba a Doña Sofía. No hubo cuchipanda y todo acabó con un grupo de personas a la puerta proclamando que «la sanidad no se vende». El presidente de la Comunidad de Madrid les dio al espalda.