Opinión

Los sábados de Lomana: Así fue mi historia de amor con Christian Bremme

"Mi amiga nos presentó y yo me puse tan nerviosa que me fui a otra mesa de charloteo con unos amigos. Él, que de tonto no tenía nada, se dio cuenta por esa actitud, tan de niñata, que estaba nerviosa y me gustaba"

 Christian Bremme
Christian BremmeCarmen Lomana

Nunca olvidaré esa noche de un dulce septiembre, en Marbella, cuando se abrió la puerta del restaurante donde estaba cenando con una amiga, y apareció un hombre de una belleza, porte y elegancia difícil de explicar. Le dije a mi amiga: «Mira, qué espectáculo de hombre» y ella, con total normalidad me contestó: «Sí, lo conozco. Se llama Christian y efectivamente es estupendo. «¿Estupendo dices? ¡Es letal!», dije yo. Entró con dos mujeres guapísimas que yo conocía, una era la Princesa Bea Ausperg y la otra Diana Swarovski, así que las posibilidades de ligar con él o que se fijase en nosotras eran mínimas. Al poco rato, salieron los tres de La Chocita, que así se llamaba el restaurante. Mi amiga Sonia me contó a grandes rasgos algo del personaje, muy conocido en algunos ambientes de la sociedad más elitista de Marbella. Y me dijo que él no era muy sociable. Hacía muy poco que yo había aterrizado por Marbella y no conocía a mucha gente. Por aquel entonces, tenía un novio arquitecto, que era argentino, guapísimo y clavadito a Bertín Osborne en sus buenos tiempos.

Como la vida nos sorprende continuamente, ¿qué creen ustedes que pasó? Pues que la puerta de La Chocita volvió a abrirse y apareció Christian, pero esta vez solo. Le dije a Sonia que creía que venía derechito a nuestra mesa y así fue. Nos preguntó si podía sentarse con nosotras. Mi amiga nos presentó y yo me puse tan nerviosa que me fui a otra mesa de charloteo con unos amigos. Él, que de tonto no tenía nada, se dio cuenta por esa actitud, tan de niñata, que estaba nerviosa y me gustaba. Así empezó nuestra historia. Al día siguiente invitó a Sonia a cenar y casi me da algo. Lo que yo no sabía es que era para pedirle mi teléfono y que ella me preguntase si él me podía llamar. Le dije: «Ya estás tardando en dárselo». Al día siguiente, almorzamos juntos y quedé asombrada ante ese hombre tan especial. A la que nos descuidamos ya estábamos enamorados. Tuve que volver a Madrid y nos llamábamos cada día durante un mes, hasta que decidimos un encuentro a medio camino. Córdoba fue la ciudad elegida. Yo estaba como un flan. En el tren pensaba mil cosas, tanto que parecía la primer cita de una adolescente.

Pasión en Córdoba

Al llegar a Córdoba, estaba él, esperado en el andén. La situación era romántica y muy cinematográfica. ¡Me sentía tan tímida! Ni recuerdo lo que nos dijimos. Había reservado una habitación en un pequeño hotel al lado de la Mezquita. Repicaban las campanas, la habitación era blanca y monacal, entraba el sol ya tamizado de septiembre, no sabía qué hacer ni qué decir, entonces me abrazó y lo demás pueden imaginárselo ustedes. Nuestra relación como pareja duró tres años y nos quisimos muchísimo. Él no era una persona fácil, decidí que sería mejor ser amigos para siempre pero no pareja, así se lo dije un atardecer sentados en la terraza del Hotel Ritz Carlton de Estambul, mirado desde lo alto esa bella ciudad. Christian no se lo creyó, pero yo estaba convencida de que era lo mejor. Sufrí mucho y tuve que hacer un gran esfuerzo para no volver con él, me atraía como un imán.

Carmen Lomana
Carmen LomanaCarmen LomanaCarmen Lomana

Christian estaba marcado por su nacimiento en un refugio durante un bombardeo en la Segunda Guerra Mundial. Nunca encontraba su lugar. No quería volver a Alemania y tenía un equivocado sentimiento de que si decía que era germano la gente no le querría. Su ciudad adorada era Roma. Vivía subiendo las escaleras de la Plaza de España y cuando bajaba a desayunar al Café del Greco, en Vía Condotti, muchas mujeres se concentraban con disimulo para verlo. Christian Bremme ha fallecido hace una semana a los 80 años de un cáncer de colon y deja atrás una vida intensa, fue siempre adorado por las mujeres más guapas de la época por su belleza y elegancia, algo que no le gustaba. Tenía un hijo que le cuidó hasta el final, Sandro Bremme Gamazo. Chris nunca se casó. Murió en paz de ese cáncer contra el que decidió no luchar. Hijo de la alemana Chiquita Neven du Mont y del germano- ruso Klaus Christian Bremme, su madre descendía de una acaudalada familia, que había fundado la Editorial DuMont, una de las empresas de medios más grande y antigua de Alemania, que se remonta al siglo XVII.

Christian era un verso suelto, un lobo solitario, con querencia a refugiarse en sus «cuarteles de invierno». Cultisimo, sensible, sofisticado, con un extraordinario sentido estético y tremendamente refinado. Este es un pequeño homenaje a ti y al amor que nos tuvimos.