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La huida de Masako para ver a su padre

La huida de Masako para ver a su padre
La huida de Masako para ver a su padrelarazon

Once años sin pisar un acto oficial fuera de las fronteras niponas y tenía que ser precisamente la coronación de Guillermo Alejandro la ocasión elegida por la princesa Masako para salir de su encierro. Desde 2003, el príncipe Naruhito ha asistido a 17 actos sin su mujer, su «princesa triste», como la conocen popularmente. Lleva más de diez años enclaustrada en su palacio y sometida a un tratamiento contra la depresión, pero vuelve a Holanda. Vuelve, porque el último viaje al extranjero que hizo fue en 2006 a este país para descansar y ver a su padre, Hasashi Owada, magistrado del Tribunal de la Haya y a quien le une una relación agridulce. Dulce, porque ella intentó seguir sus pasos en la carrera diplomática cuando estaba soltera; tanta era la admiración que sentía por él. Agria porque su padre jugó un papel crucial a la hora de que una joven Masako –que al principio se negaba a aceptar la propuesta de matrimonio de Naruhito– decidiese formar parte de la familia real. Ese fue el comienzo de la historia de «la princesa triste».

«La princesa acudió a Holanda pero sólo apareció en los actos de la mañana (ceremonia de entronización). Luego he sabido que viajó hasta allí por ver a su padre y porque la une una gran amistad con la reina Beatriz, que incluso le ha cedido en ocasiones una casa de campo para que se retire a descansar», explica María Pilar Queralt del Hierro, autora de «Masako, la princesa triste». La pareja llegó a Ámsterdam el domingo 28 y han permanecido en la ciudad hasta ayer. No acudió a la cena y no se le pudo ver en ningún otro acto, una agenda poco apretada que le ha dado tiempo suficiente para ver a su padre.

Una relación agridulce

Masako intentó hacer carrera diplomática, como Hisashi Owada, quien fue viceprimer ministro de Exteriores y trabajó en las embajadas de Rusia y Estados Unidos. Cuando Naruhito se declaró a la joven, ella ya trabajaba en el departamento dedicado a las relaciones con Norteamérica del ministerio y había escrito discursos para el ministro. «El príncipe se enamoró perdidamente de Masako. Tanto que, pese a los inconvenientes oficiales y la negativa de ésta, esperó pacientemente hasta conseguir salvar todos los obstáculos», asegura Queralt del Hierro. Así fue, porque ella se negó a casarse con Naruhito como lo habían hecho otras antes, que incluso llegaron a amenazar con suicidarse o huyeron al extranjero. «La Agencia de la Casa Imperial nipona es muy temida. La rigidez del protocolo, los rituales que se hacen cada día en el palacio, la presión para engendrar un heredero –la línea de sucesión descarta a las mujeres–, todo es una carga muy grande para cualquier mujer de mundo, como lo había sido Masako. Es una persona que me despierta mucha compasión», dice la escritora.

La joven diplomática se negó durante muchos meses, pero su padre entró en acción en cuanto comenzó a recibir presiones. Primero fue su antiguo mentor, Kensuke Yanasiga. El viejo diplomático argumentó que la institución monárquica atravesaba una profunda crisis debido a que Naruhito no encontraba esposa y a los 33 años aún era virgen –se especulaba con un posible complejo de Electra: el príncipe siempre estuvo bajo las faldas de su madre y le destetaron a los 11 años de edad–. Las presiones llegaban incluso del propio Ministerio de Exteriores, desde donde le recordaban a Owada su responsabilidad para con el país. Al final, cuentan las crónicas, el padre dijo: «Si se reclama a mi hija, ella se casará con el futuro monarca».

Máxima, su confidente

Masako se encuentra cómoda en Holanda. Ya lo demostró en 2006, cuando los príncipes nipones aceptaron la invitación de la reina Beatriz y decidieron pasar dos semanas de vacaciones en el palacio de Het Loo, algo poco frecuente, ya que la familia real japonesa no suele salir del país para desconectar. Mucho se especuló sobre aquella visita. Algunos vieron un gesto de apoyo por parte de Beatriz a Masako, que pasaba por uno de sus momentos más bajos. La relación que une a las dos familias reales es estrecha: Naruhito y Guillermo han asistido juntos a conferencias sobre el agua y comparten esa pasión, y se comenta que fue Máxima quien llamó a Masako para que asistiese a la ceremonia.