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La ley educativa de los Bardem

La Razón
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El pequeño Leo, de dos años y medio, pasará el día modelando cera de abeja, pintando con acuarelas y haciendo pan. Prohibido leer y escribir hasta que cumpla los siete años. A partir de esa edad, además de aprender a ligar la «m» con la «a», continuará con los desafíos manuales y no será raro que enseñe a una orgullosa Penélope Cruz un calcetín tejido con sus pequeñas manos, unos tomates que ha cosechado junto a sus compañeros de clase o un libro de texto en alemán escrito por él. Matemáticas, Lengua y Conocimiento del Medio conviven durante el mismo curso con la horticultura, la cocina y la carpintería, desde que entran a los tres años hasta la selectividad. Es el método Waldorf, un sistema que ha revolucionado la pedagogía desde principios del siglo XX y que no está exento de polémica. Su creador, Rudolph Steiner, es visto por unos como un visionario y por otros como un excéntrico manipulador, creyente en la reencarnación y en el karma.

«Dedos ágiles, mentes ágiles»

Penélope y Javier acudieron recientemente a la Escuela Waldorf de Aravaca y allí les recibió Elena Martín Artajo, la directora de Infantil. Los Bardem, preocupados por preservar la privacidad de sus hijos, preguntaron si sería posible entrar con el coche dentro de las instalaciones, ya que el emplazamiento del colegio es el lugar perfecto para que los paparazzi se aposten cada día a sus puertas y molesten, no sólo a los Bardem, sino al resto de pequeños –la pareja también se mostró preocupada por este detalle–. El precio mensual de este centro alternativorondaría los 400 euros.

La clase a la que asistirá Leo estará decorada con elementos naturales como telas, plantas, piedras y maderas. El principio que rige esta etapa de formación: «dedos ágiles forman mentes ágiles». «El niño a esta edad está descubriéndose a sí mismo y al mundo. Tiene que desarrollar su parte motora y creativa. La educación va de los pies a la cabeza, pasando por las manos», argumenta una de las profesoras de Infantil de la Escuela Libre Micael, el otro centro de la capital que sigue el método Waldorf. Este centro se sitúa en Las Rozas y contempla todos los cursos, incluido el Bachillerato.

La metodología se basa en las ideas que desarrolló Steiner, erudito en distintas disciplinas y defensor de la naturaleza espiritual del hombre. Este austriaco, nacido en 1861, sostenía que durante los primeros siete años la construcción del cuerpo físico ocupa todas las fuerzas vitales del niño. De ahí que los pequeños hagan numerosas actividades que exigen poca concentración y que desarrollan su imaginación. Esto ocurre, por ejemplo, en la clase de Juego Libre. «Si en un colegio "normal"–los padres hacen campaña permanentemente para que no se tilde a la metodología Waldorf de "anormal"– los niños juegan a polis y cacos, aquí todo funciona contándoles una historia: se les dice que al chaval le pasa tal cosa y tiene que ir a tal sitio... El juego es más intenso y funciona mucho mejor mientras aprenden valores», explica uno de los profesores de Educación Física de la escuela Micael.

Los muñecos con los que jugará Leo tendrán los mínimos elementos posibles: ojos, nariz y boca ambiguos. «Si pones una sonrisa o una mueca, ya estás condicionando la imaginación del niño», explica la profesora. No hay ordenadores hasta edad avanzada y la alimentación de los alumnos responde a criterios estacionales, locales y, en la medida de lo posible, ecológicos. Cuando Penélope o Javier le pregunten qué ha comido en el cole, el pequeño podrá responder «sopa de quinoa con verdura de primero y huevos rellenos de atún de segundo».

Euritmia, la asignatura polémica

«Para una familia en la que la prioridad sea que el niño incorpore el mayor número de conocimientos posibles, no es el sitio. Esto es mucho más amplio. Aquí se escucha el corazón del alumno, las necesidades evolutivas e, incluso, espirituales de cada uno», argumenta Antonio Conejos, padre de dos «chicos Waldorf». Es precisamente esta cara espiritual la que suscita más controversia en el mundo educativo y, en concreto, la Euritmia, una de las materias semanales que se imparten. Consiste en movimientos que acompañan la recitación de una obra musical o de un poema y, según sus detractores, tiene un marcado carácter espiritual. Sin embargo, la religión cristiana está muy presente en el desarrollo de los niños, algo que puede no agradar tanto a los Bardem. El colegio, laico, realiza representaciones de la Natividad y la vida de algunos santos. También es muy importante la idea de «familia» que, desde edades muy tempranas, estimulan. Los hijos de Marisa Romero iban a la escuela pública, pero cada día salían «tristes» de clase. Esa fue la razón por las que decidió matricularles en el Micael de las Rozas. «Cuando eran pequeños, yo pensé, después de una madre, aquí es donde tienen que estar mis niños». Como ella, muchas otras madres se han planteado llevar a sus hijos a estas escuelas «liberales». Tal es el caso de Ángeles González Sinde, ex ministra de Cultura, y de la actriz Rossy de Palma. Ambas pueden presumir de haber criado a sus retoños con la pedagogía que siguieron en su día «celebrities» como Jennifer Aniston, la oscarizada Sandra Bullock o el escritor Michael Ende.

A FAVOR; por Samuel Coronado / Pedagogo

El método Waldorf persigue formar seres libres. Se parte de que el alumno no es una tabula rasa, ya que cada persona trae unas características personales y espirituales propias. La educación se entiende como aquello que facilita y posibilita el reencuentro del niño con su yo y las fuerzas de la humanidad que en él habitan. Como dice Rudolf Steiner, «en el niño vive el hombre futuro». No se pretende educar mejores profesionales, ni mejores agentes de la paz ni nada que la finalidad en sí no esté contenida dentro del propio niño. Hay que ayudar al niño a encontrar su mejor yo y éste, si es verdadero, se sustentará sobre las fuerzas de la humanidad. Su principal punto fuerte es ser capaz de permanecer inamovible ante el influjo de las moda; lo fundamental y constitutivo al hombre no depende de su entorno inmediato ni responde a funcionalidad alguna que no sea la de aprender a ser seres humanos.

EN CONTRA; por Francisco Rodríguez / Psicólogo infantil

En principio, este método concibe la actividad basada en el aprendizaje por descubrimiento, lo que plantea, de entrada, ciertas limitaciones; hay materias que tienen que ser enseñadas y que no pueden ser descubiertas por un niño. La división por etapas no está basada en el proceso evolutivo, sino en la filosofía antropofísica. Además, la filosofía en que basa su método puede llegar a convertirse en una ideología. Con respecto al fondo, no hay una evidencia científica que avale este sistema como mejor o más idóneo para el aprendizaje que otro más convencional. Un método como éste, que se fundamenta en la inocencia, debe tener en cuenta el contexto competitivo de la sociedad. Nociones como la interacción o el conocimiento digital han de ser enseñadas. Además, no todos los niños tienen que ser artistas. Alguno habrá que desee ser ingeniero o maestro.