Londres
La otra guerra de Asma Asad
La mujer de Bachar al Asad incendia el ánimo sirio compartiendo en las redes sociales imágenes «angelicales» mientras su pueblo muere de hambre en las calles
Su marido lucha con armas, pero ella es la encargada de la propaganda.
Siria agoniza. Más de 100.000 personas han muerto en una guerra civil que dura ya dos años. La comunidad internacional baraja una intervención militar para evitar los ataques con armas químicas que, supuestamente, el régimen emplea contra la población. Pero ella vive en un mundo aparte, en su paraíso particular, en un lugar idílico donde los niños son felices y los refugiados reciben platos de comida servidos de su propia mano. Asma Asad, la primera dama siria, se ha convertido en la protagonista de un desvergonzado plan de relaciones públicas elaborado por los asesores de presidencia para tratar de ocultar las horrendas atrocidades llevadas a cabo por las fuerzas de su marido.
Una pulsera para contar calorías
La que en su día fue retratada como «la rosa del desierto», la luchadora que dejó su brillante carrera en la City por amor, la responsable de romper barreras en el mundo árabe al casarse con un alauí (siendo ella sunní), se ha convertido en una María Antonieta alejada completamente de la realidad. Mientras los líderes internacionales debaten la mejor manera de finalizar una sangrienta guerra civil en la república árabe, Asma publica cada día en la cuenta de Instagram de la presidencia de Siria imágenes que nada se corresponden con lo que se está pasando en la calle. La plataforma está siendo utilizada por el régimen como una herramienta de propaganda repugnante en un intento de vender una mentira al mundo exterior, haciendo ver que todo está bien. Pero la opinión pública no se deja engañar. A pesar de las fotografías que salen a diario en la Prensa de todo el mundo, Asma aparece como una esposa devota y sonriente mientras abraza a mujeres desvalidas y prepara sopa a los refugiados en la cocina móvil de voluntarios. Además de su ropa de marca, su maquillaje y su peinado perfecto... La clara muestra que refleja lo lejos que está de la sociedad que pretende ayudar es la pulsera Jawbone azul con la que aparece en una de las instantáneas. Mientras su pueblo se muere de hambre, ella luce sin ruborizarse un dispositivo diseñado para controlar la cantidad de pasos y las calorías que se pierden para poder adelgazar. Y así, todos sus actos solidarios tienen una contraprestación para su perfecta y cuidada imagen.
Asma nació en Londres hace 38 años. Es hija del cardiólogo Fawaz Al Akharas y Sahar, una ex secretaria de la Embajada de Siria en la capital británica. A pesar de ser musulmana, fue a una escuela de la Iglesia de Inglaterra, donde era conocida como Emma. Después de estudiar Ciencias Informáticas y Literatura Francesa en el Kings College de Londres, trabajó en la City con Deutsche Bank como analista financiera y con JP Morgan en la década de los noventa, cuando conoció a su futuro esposo.
Por aquel entonces, Asad estaba de prácticas en un hospital de Londres para convertirse en un cirujano ocular, el que había sido su sueño desde niño. La pareja se casó en 2000 y tiene tres hijos: Hafez, Zein y Kareem, de 11, 9 y 6 años, respectivamente.
Antes de que comenzara la guerra, su rostro aparecía en las portadas de las publicaciones más prestigiosas y las revistas de moda se la rifaban para describir la elegancia con la que desfilaba sobre sus tacones Christian Louboutin, cuyo precio medio ronda los 1.000 euros. Hubo algunos que incluso se atrevieron a bautizarla como la princesa Diana de Oriente Medio, por combinar a la perfección belleza y estilo, con obras de caridad. Pero nada más lejos de la realidad. Asma ha resultado ser una señora sin escrúpulos, sin moral y sin ningún tipo de conocimiento o preocupación por el mundo que la rodea. La cuenta de Instagram de presidencia en la que la primera dama se esfuerza en presentar una Siria color de rosa fue inaugurada en julio en un aparente intento de ganar apoyo internacional. Pero el plan de los asesores no ha podido salir peor.
Las fotos engañan a muy pocos y aunque algunos usuarios hacen comentarios sobre la «bella alma» de Asma, la mayoría son menos tolerantes. «Me encanta la ropa de diseñador y sus zapatos... ¡Pagados con la sangre de tu pueblo!», «En serio, está haciendo que María Antonieta parezca un ángel a su lado», «¿Mataste a esos niños después de darles de comer, Asma? Les matas cada vez que miras hacia otro lado mientras miles mueren cada día», «Esos niños están tristes y no tienen comida porque tu marido está matando a sus familias. ¡No vas a comprarnos con imágenes bonitas! #FreeSyria» son sólo algunas de las frases que dejan sus detractores.
Por otra parte, Facebook también ha causado algún que otro problema a la familia. Hafez, el hijo mayor del matrimonio, con tan sólo 11 años, escribió la semana pasada: «Nadie tiene soldados como los de Siria... Estados Unidos no tiene soldados, lo que tiene es un grupo de cobardes con nuevas tecnologías que se autoproclaman como liberadores». Sin duda alguna, una frase profunda para un niño de tan corta edad.
El post fue eliminado rápidamente y la cuenta de «Hafez Assad», clausurada. Algunos aseguran que se trató de una broma o de alguien que se hizo pasar por el pequeño. Pero lo realmente significativo es que el comentario fue etiquetado rápidamente como «favorito» y comentado por otros niños de la élite siria, entre ellos, tres de sus primos.
La guerra civil entre el régimen y los rebeldes ha obligado a casi dos millones de sirios a dejar el país buscando cobijo en estados vecinos. En un principio, muchos medios aseguraron que tanto Asma como sus tres hijos se refugiarían en Moscú para mantenerse a salvo y no tener problemas en caso de que Asad fuera derrotado. Pero ahora parece que la estrategia es completamente opuesta y la primera dama se ha convertido en una especie de herramienta esencial para mostrar una imagen de normalidad.
El plan de quedarse en casa tiene sus riesgos. El mes pasado, el convoy de la pareja presidencial fue atacado por los rebeldes cuando regresaba de una fiesta nacional que celebra Eid al-Fitr, el fin del mes de ayuno de Ramadán. El matrimonio y sus hijos resultaron ilesos, pero un guardaespaldas fue asesinado.
Asma siempre fue una mujer de tres ciudades: Homs, el hogar de su familia sunní; Londres, el lugar de su educación; y Damasco, su casa. Pero ahora Homs es visto por el régimen alauita de su marido como el terreno enemigo. Londres está fuera de su alcance. Y la capital de Siria pronto podría escuchar los sistemas de misiles de Estados Unidos. El único refugio de la primera dama, por tanto, es la realidad distorsionada que ha creado en su mente y muestra en cada una de sus fotos... Unas instantáneas que verifican que ya no queda nada de la «rosa del desierto».
Chantaje emocional
Asma Asad no tiene reparos. Mientras las agencias de noticias envían cada día cientos de imágenes que muestran la desolación, la muerte y la hambruna de una guerra civil que ya dura dos años, la primera dama siria se dedica a pasearse por las principales ciudades posando, con mucho acierto, con los más desfavorecidos. En cualquier otro contexto, las imágenes podrían ser incluso conmovedoras: la cercanía de una gobernante que se preocupa por su pueblo. Sin embargo, a Asma el tiro le ha salido por la culata: en lugar de ganarse a la opinión pública y conseguir suavizar la dura imagen que su marido proyecta hacia el exterior, ha incendiado el ánimo de un pueblo masacrado. Aunque siempre hay palabras de gratitud y de aliento, la mayoría de los usuarios de las redes sociales en las que Asma publica las infames instantáneas (a la dcha., en diferentes momentos durante el último mes) la acusan de doble moral, de incoherencia y de hipocresía. Los medios de todo el mundo ya están analizando la vil estrategia del matrimonio.
Una vida de frivolidades
Hace tiempo que no se la ve por Harrods o Christian Louboutin, pero cuando la guerra civil en su país había acabado con la vida de 20.000 personas, Asma Asad no tenía reparos en seguir gastando su inmensa fortuna. Según unos e-mails obtenidos por WikiLeaks, cuando el enfrentamiento entre el régimen y los rebeldes teñía a Siria de sangre, la primera dama se gastó 270.000 libras en una de las tiendas más exclusivas de Chelsea, Londres, para la decoración de uno de los palacios que posee la familia en la ciudad costera de Latakia, a 200 kilómetros al norte de Damasco. Entre los más de 130 artículos de lujo, Asma no tuvo reparos en adquirir 11 objetos otomanos por valor de 20.000 libras. Para el comedor, la señora Asad ordenó una mesa redonda por valor de casi 10.000 libras esterlinas y, para el Majlis, la sala de reuniones, una alfombra roja y verde Mamlouk de11.000 libras. En otros correos se muestra cómo a ella sólo le quitaba el sueño hacerse con el último DVD de la saga de Harry Potter.
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