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Manolo y Juanito

Manolo y Juanito
Manolo y Juanitolarazon

Recuerdo la primera vez que le vi. Vestía «niqui», pantalón corto, calcetines blancos y unas zapatillas de tenis con suela especial para madera o «parquet». Fue en el Club de Golf de la Moraleja, en la exclusiva urbanización de la familia Ussía, Conde De los Gaitanes y Marquesa Viuda de Aldama incluidos... Zona residencial donde, con los años, han ido anidando folclóricas, vedetes, futbolistas... Nos habíamos colado parte de mi pandilla en las instalaciones reservadas para los socios mayores de 14 años para ver cómo el gran Manolo Santana «desvirgaba» una de las pistas de squash del joven club. Era un deporte nuevo, la raqueta parecía de badmington pero mucho más robusta, la pelota casi no botaba y el juego se desarrollaba entre cuatro paredes en un foso claustrofóbico al que se bajaba por una escalera. Santana disputaba entre carreras y sudores un agitado partido con Fali Silvela, padre de mi amigo Pablo. Mientras, el Sr. Goizueta decía en voz baja: «Es un lujo verle jugar. Cómo se ha hecho con este nuevo deporte de raqueta. Si te das cuenta, no abandona el medio de la pista para tener al mismo alcance las cuatro paredes». Otro señor habitual del club susurraba: «No veas las palizas que se meten Manolo y Juanito. Llevan tiempo jugando en Palacio». Juanito era el Rey Don Juan Carlos y el palacio era La Zarzuela. Al parecer, desde hacía casi un año Manolo Santana y su Majestad le daban muy duro, semanalmente, al deporte de moda en Europa y EE UU. El Monarca, que siempre ha sido muy deportista, mandó construir en su casa una de las primeras pistas de squash del territorio nacional. Se sabe de la afición del presidente Adolfo Suárez por el tenis sobre «tierra abatida», como se sabe del triángulo de amistad que formaron el Campeón de Wimblendon, el residente del Gobierno de la Transición y el Rey. Lo que nunca contarán las pistas de tenis de La Moncloa o La Zarzuela, ni las del Club Puerta de Hierro o la de La Moraleja, son las conversaciones de tres amigos que, entre carreras, buenos reveses y algún que otro grito, no versaban sobre política o relaciones internacionales, sino sobre cosas más mundanas. Las mismas que usted y yo hablamos con nuestros amigos. A día de hoy, Manolo Santana está en boca de muchos, de la Prensa y de los programas de televisión. Lo preocupante es que todos, sus ex mujeres y los hijos de uno y otro matrimonio, quieren contar su verdad y puede que se nos caiga a muchos un mito. Sólo espero que la cordura llegue a tiempo a todas partes. No puedo perder más ídolos de mi juventud. No me lo merezco.