Moda

Monotonía cromática

PATXI LÓPEZ, Secretario de Relaciones Políticas del PSOE

Monotonía cromática
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Pese al carácter efímero que tiene la moda, es innegable que se trata de una vía perfecta para acercarse a la realidad y tantearla.

Pese al carácter efímero que tiene la moda, es innegable que se trata de una vía perfecta para acercarse a la realidad y tantearla. El político ha de saber cómo quiere gestionarlas y, si bien no debería caer en su carácter pasajero, sería importante reconocer aquellas propuestas novedosas que tienen una esemcia menos perecedera y que transmiten de alguna forma esa conexión con la realidad. El político ha de introducir pequeñas renovaciones en su imagen pública o correrá el peligro de quedarse desfasado, no sólo en su imagen, sino también en su discurso.

l Despreocupación por el estilo

El inexpresivo y repetitivo uniforme de los hombres es tan aburrido como inverosímil. Se trata del error por excelencia en la pasarela de los políticos. Tanto, que casi se ha convertido en una institución más. Por supuesto, no se busca convertir a un político en una estrella de cine, pero sí debe tener en cuenta que su imagen debe ser consecuente con su discurso, y que puede jugar con ella.

-Por dentro y por fuera

El político debe conectar con el contexto social en el que convive y actualizarse con detalles que muestren una imagen actual. Esta cualidad no es el punto fuerte del socialista: su imagen es simplemente gris e imprecisa.

-Su estilo

Sería fácil brillar entre la uniformidad y la monotonía del resto de políticos, pero López es uno más. Aunque no pertenece al bando de los peores vestidos –incluso algunas veces consigue estar elegante–, se mantiene en esa medianía aburrida.

-Mi consejo

El poder de la imagen no es nada desdeñable y debe tenerlo en cuenta más a menudo. Tiene una imagen demasiado repetitiva: no cambia el color del traje, ni de la camisa. Debería apostar por algo de variedad, ya sea en color o silueta.

Necesita mejorar; por Marta Boira

El «tic-tac» del tiempo a flor de piel

A sus cincuenta y tres años, Patxi López ya comienza a mostrar los típicos signos del paso del tiempo: falta de tersura y luminosidad en la piel, arrugas de expresión, un arco nasogeniano muy marcado y un óvalo facial que ha empezado a relajarse. Un «totum revolutum» que le confieren una imagen más cansada y envejecida. Según el doctor Ángel Martín, director médico de la Clínica Menorca, el ex lendakari necesita un plan integral de rejuvenecimiento facial. Para mejorar el estado de la piel, le recomendaría mesoterapia con vitaminas y terapia celular con bioestimulación, dos técnicas sencillas que hidratan y estimulan los fibroblastos, encargados de producir el colágeno y la elastina perdidos. En el tercio superior del rostro le inyectaría toxina botulínica tipo A para atenuar las arrugas de expresión, ya que permite mantener los músculos de la cara relajados y produce un efecto de «planchado» de las líneas producidas por los gestos. Y, por último, para reponer los volúmenes en pómulos y en el ángulo mandibular, le administraría ácido hialurónico. Los resultados de estas técnicas se empiezan a notar desde la primera sesión.

Gestos delatores, por Valvanuz Sánchez de Amoraga

Nervios traicioneros

López intenta mostrarse tranquilo en las entrevistas, pero el balanceo sobre sus piernas le traiciona. Es una persona nerviosa que se autocontrola. Este vaivén no le beneficia porque transmite falta de seguridad y, además, resta fuerza a sus palabras. La ansiedad podemos observarla también en sus manos: cuando está incomodo tiende a unirlas, presionarlas y jugar con ellas. Lo mismo le sucede con los micropicores que siente en la cara, principalmente en la nariz, cuando no le agrada lo que escucha o siente, y tiende a mirar hacia abajo, al atril o a los folios, lo que le resta credibilidad.

Algo muy positivo de su lenguaje no verbal son los movimientos circulares que realiza con los brazos. Esos gestos, de dentro hacia fuera, refuerzan su discurso y le proporcionan una imagen de congruencia. Además, López es una persona más racional que emocional porque predomina la parte derecha de su rostro.