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Lolita Lempicka: «Existe vida después de la moda»

Lolita Lempicka: «Existe vida después de la moda»
Lolita Lempicka: «Existe vida después de la moda»larazon

Cuando las lolitas pierden el favor de la juventud conservan aún esa picardía con la que jugaban a resquebrajar la inocencia para desafiar ahora a la madurez con una mirada deseñosa, como si el paso del tiempo fuese otra de sus conquistas atrapada en las redes de la seducción. Haciendo gala de su nombre artístico, Lolita Lempicka (Burdeos, 1954) también ha sabido hacer de la experiencia vital, de los recovecos de su biografía, la mejor fórmula para convertir el transcurrir de los años en un aliado permanente. Y, como no podía ser de otro modo, la diseñadora francesa ha sacado jugo a esta filosofía y la ha encerrado en un pequeño frasco, el de su nuevo perfume, «Elle l'aime», que ahora presenta en España. Una fragancia «entrañable y sensual» creada para mujeres «adultas, seguras de sí mismas y con la sensibilidad a flor de piel», asegura Lempicka. El amor es el mensaje poético que va impreso en este aroma, aunque, aclara, no se trata sólo del amor hacia una persona sino de «un concepto universal, de un estado».

Morder la manzana

Los tiempos de hadas y princesas, de cuentos con finales felices parecen haber quedado atrás. Hace años que Lolita Lempicka mordió la manzana (la fruta que dio forma al frasco que contenía su primer perfume y uno de los más exitosos de la firma) y ahora, lejos de aquella inocencia inicial, busca un amor más puro –macerado al aliento de los años– y oportuno con los tiempos que corren y con su propio ritmo vital. «Para la creación de esta fragancia he invertido cuatro años y creo que respecto al resto de perfúmenes de la familia, es la más madura», comenta la diseñadora. Lempicka suele hablar así de sus creaciones, como si algo de su genética se desprendiese en cada una de ellas. «Mis perfúmenes son como mis hijos», asegura. Defiende la creatividad como una forma de vida y se considera una privilegiada por poder ejercerla sin presiones –«tengo mucha suerte porque trabajo en una empresa en la que puedo tener margen de tiempo para crear»–, por eso considera el trabajo de los artistas esencial para despejar las tinieblas de la crisis. «Es algo necesario, cuando nada funciona, hay que intentar crear. Si nos dormimos con las instituciones, se acaba todo», asegura la diseñadora, que, a pesar de que se considera «más de izquierdas», no tiene reparos en admitir que Françoise Hollande, al que votó en los últimos comicios, «me ha decepcionado un poco». La diseñadora desprende esa calma elegante y seductora con la que su nombre se ha hecho un hueco sobre las pasarelas, ese mundo que la vio nacer hace treinta años (cuando dejó de ser Josiane Maryse Pividal y se convirtió en Lolita Lempicka) y al que ahora se permite observar con la indiferencia que emana quien no se siente atado a ningún cliché. «No he visto nada de las últimas ''fashion week''», admite, antes de estallar en una carcajada. Viéndola así, conjugando su refinamiento natural con esa pose casi rebelde, parece fácil entender que su experiencia es la que ha inspirado la historia de «Elle l'aime». «Sí, soy mucho más tolerante y amo mucho más que antes. Existe una vida después de la moda», asegura con una sonrisa cargada de serenidad. Sí, existe una vida después de la moda y, para Lolita Lempicka, esa vida huele a jazmín y azahar.