Opinión

La crónica de Amilibia: Y le llamaban Navidad

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El ex vicepresidente del Barça, Alfons Godall, se ha desmarcado del homenaje mundial a Rafa Nadal: «Rafael Navidad (Nadal) me ha dado angustia desde el primer día. Le tengo en el mismo saco que La Roja, el Real Madrid, Alonso y a todo lo que representa al Estado Enemigo». Hay que hacer algo con esa angustia, Alfons. Antes de tratarse con ansiolíticos o antidepresivos, los expertos aconsejan yoga, meditación, viajes al Tíbet, la paz del monasterio y la infusión de manzanilla con hinojo y jengibre. También funciona reír y hablar con desconocidos, incluso aunque no sean catalanes. Pero lo mejor, dicen los expertos, es llorar. No se puede imaginar lo que alivia una buena llorera, Alfons. Y lo que humaniza. Con las lágrimas se evacúa la angustia, la ira y la mezquindad.

También se han desmarcado del aplauso los independentistas, el Athletic y la Real Sociedad, y no vemos ni un elogio de Iglesias, Montero, Belarra o Echenique, insignes abrazafarolas de todo éxito progre, rojo, morado, ecológico, feminista, antimonárquico y antiespañol. Podríamos decir con Terencio: «Se callan, es bastante alabanza». Pero ellos, místicos, prefieren seguir la Biblia al pie de la letra: «Antes de su muerte no glorifiques a nadie».Yolanda Díaz se desmarca y sí felicitó al campeón: «El mejor tenista de la historia, un ejemplo para el deporte español». No solo ella, también el Kremlin se sumó a la fiesta «por su victoria sobre el ruso Medvédev», y el mismísimo Putin reconoció que «es el más fuerte». Independentistas y podemitas me recuerdan a aquello que decía Alice Roosevelt para echar unas risas: «Si no eres capaz de decir nada bueno sobre alguien, siéntate a mi lado». Feliz Navidad, Alfons.