La crónica de Amilibia
Feijóo no quiere que le roben el alma
Muchos opinan que los políticos son tan inescrutables como los designios divinos, o sea, tan difíciles de entender como la extraña circunstancia de que Fernando Alonso no encuentre un coche que funcione año tras año. Si el político es gallego, esta consideración alcanza grados superlativos. Por ejemplo, ya dicen que sólo algunos hermeneutas celtas pueden explicar a Feijóo. Exageran. Cuentan que el presidente del PP no ha estado presente en la investidura de Fernández Mañueco para huir de la foto con Santiago Abascal. Dirán las lenguas viperinas que, como los personajes del mundo del corazón, no quiere imágenes que confirmen el idilio hasta que no haya más remedio. O que no quiere exponerse a comparaciones odiosas porque Abascal es más cachas que él. O que cree, como los indígenas de alguna tribu remota, que esas fotos roban una parte de su alma pura de centrista demócrata.
Sea como fuere, el caso es que tiene un duro camino por delante en el escaqueo fotográfico. Así, y dado que llegan elecciones en Andalucía y otras situaciones comprometidas, creo sinceramente que debería dejarse asesorar por la experiencia de dos de los grandes escaqueadores o escapistas de la pista central del circo nacional, los houdinis que siempre encuentran la manera de no fotografiarse con el Rey: Pere Aragonès y Ada Colau. Son los coach ideales: llevan años haciendo desplantes a Felipe VI para evitar posar junto a él y que las cámaras les roben su alma antisistema, independentista y antimonárquica. Llega el monarca a Barcelona y se hacen invisibles cual ectoplasmas. Insuperables en lo suyo.
Pero hay un problema: ¿aceptarán ambos asesorar a un gallego templagaitas que no habla catalán ni en la intimidad? Quizá tampoco quieran esa foto.
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