Opinión

El diario de Amilibia: La Moreneta ha facilitado el pacto

Ha sido rapidísima, pero el perdón a los españoles golpistas tardará algo más: requiere consultas con Sant Jordi

Primera sesión del debate de investidura del candidato socialista a la Presidenc
Laura Borràs y Pedro SánchezJesús HellínEuropa Press

Este viejo que le grita al televisor no es sabio en teologías, pero percibe que, entre otras muchas, Puchi y Aragonès también tienen diferencias en sus preferencias religiosas: mientras el presidente de la Generalidad visitaba el Vaticano para charlar un ratito con el Papa y ponerle al día de la cosa catalana, el expresidente de la Generalidad se reunía con el prior de Montserrat, Bernat Juliol. Quería conseguir, dicen, que la Moreneta, en funciones de relatora en las negociaciones con el sanchismo, le facilitara la amnistía sin excepciones e incluso que perdonara a los españoles que perpetraron el 1-O. La Moreneta ha sido rapidísima: el pacto ya está ahí. El perdón a los españoles golpistas tardará algo más: requiere consultas con Sant Jordi.

Pensaba que la reserva de las esencias espirituales de ERC era Junqueras, pero se ve que el flequillo de Puchi fascina más en el cielo que en la tierra. Aragonès iba buscando alguna luz para sacar adelante el referéndum. Tenía esperanzas en que un hombre que ha podido conciliar peronismo y catolicismo y luego alcanzar el Vaticano le señalara el camino de la virtud secesionista. Y no le decepcionó: Francisco, en un alarde ex cátedra de los dones recibidos del Espíritu Santo, sabiduría, inteligencia, entendimiento, ciencia, etc., le reveló la madre del cordero ausente de nuestro espíritu guerracivilista: «El camino siempre es hablar entre diferentes para poder llegar a un acuerdo». ¡Es el diálogo, estúpidos! Pero no consiguió la bendición al separatismo, pese a lo mucho que insistió en el tema como le aconsejó sor Lucía Caram, dicen.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro SánchezOLIVIER MATTHYSAgencia EFE

El Papa se sintió indispuesto después unos minutos con Aragonés. Imagine, Santidad, cómo nos sentimos los españoles después tantos años de implacable tabarra o coñazo, con perdón.