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Ramón Tamames: «He procurado vivir con pasión, divertido y fascinado»
Un hombre que militó en el PCE y que ahora ve la economía de mercado como inevitable, que fue diputado pero no quiso ser ministro, que se vuelve a casar a los 50 años de matrimonio con la misma mujer, Carmen, a la que tanto ama, es sin duda capaz de cualquier cosa, incluso de escribir un libro de casi 800 páginas titulado «Más que unas memorias» (RBA), en el que ha novelado su intensa vida, sin olvidar aquello que dice la Alicia de Lewis Carrol: «¿Para qué sirve un libro que no tiene estampas ni diálogos?». Hay estampas, diálogos y alguna revelación sorprendente. No descarta una segunda parte, porque, ¿para qué sirve la vida si no es para contarla?
–Se dice que hay más ficción en las memorias que en las novelas.
–En las mías hay creatividad. He sido bastante fiel a mis personajes, a mis pensamientos y a mis circunstancias. Mi vida ha sido interesante y esforzada. He vivido con pasión, divertido, fascinado y preocupado. Y sigo.
–El peligro está en la hagiografía, en tratarse demasiado bien.
–Como don Pío Baroja, caí un poco en la egolatría. Me decía Carlos Zayas: «Ramón, tienes mucha egolatría, pero lo mejor de todo es que tú mismo te ríes de ella». Mi egolatría es un exceso de autoestima. Bueno, pues ahí está.
–Estamos condenados a recordar. ¿Qué le ha dolido más resucitar?
–Algún triste episodio familiar. Y otras cosas: nunca podemos estar satisfechos de todo lo que hemos hecho, pero no debemos caer en las lamentaciones. Yo no he tenido tiempo de lamentarme.
–Todas las memorias son, en parte, un ajuste de cuentas...
–No en mi caso. He procurado no vengarme de nadie. Sólo he hecho crítica histórica.
–Es catedrático. Repasando su vida, ¿se da un aprobado, un notable...?
–A pesar de ser catedrático, no me doy nota. No puedo ser juez y parte. Que me la den los lectores.
–Evolucionó del comunismo al centrismo o algo así.
–Evolucioné desde el PCE, que luchaba por la democracia, a la crítica de la democracia sin fundamento suficiente.
–Ya, pero ¿qué es ahora?
–Ahora estoy por la paz, la ecología y la prosperidad económica basada en fundamentos racionales. La economía de mercado es inevitable.
–Alguien diría que eso es ser de derechas.
–La definición de izquierdas y derechas es algo trasnochado.
–Me imagino que aprendió algo en el PCE.
–Aprendí espíritu de entrega, a poner al país y a su gente por encima de todo.
–Mire, como en el ejército. ¿Y qué le queda de comunista?
–Me queda un rescoldo de metodología marxista y el espíritu de lucha contra la explotación. Siempre rechacé la dictadura del proletariado y la creencia de que el marxismo-leninismo era una ciencia.
–¿Le han llamado chaquetero?
–¿A quién no? El que no evoluciona es un fósil, deja de tener perspectiva y de influir en la realidad, se mantiene en el pasado contra el futuro.
–Según el padre Lamet, la Pasionaria murió católica: confesó y comulgó. ¿Usted morirá agnóstico o...?
–Nunca fui ateo o agnóstico. Creo que la vida tiene un sentido y que hay una inteligencia superior, se llame Dios o armonía universal. Y quizá exista un Más Allá.
–¿Cree en los políticos?
–En unos sí y en otros, no. La mayoría barren para casa. Buscan el poder, su poder. En ellos, la erótica del poder sustituye a la viagra.
–¿Vivimos tiempos prerrevolucionarios?
–No lo creo. El capitalismo es un gato de siete vidas. Cambia y ahí sigue.
–La crisis. ¿Usted también ve brotes verdes o...?
–Empezaremos a salir el año que viene. «Lo de Wanda volverá a ser como antes» se ha dicho siempre. Como eso de «la fiesta se acabó». Ya en el Génesis está lo de las vacas flacas y las vacas gordas.
–No sé si soñó con ser ministro.
–Nunca. Me ofrecieron el cargo en varias ocasiones y lo rechacé, bien porque no había democracia en aquel momento o porque no me gustaba el panorama. Eso lo dejo para la segunda parte de mis memorias.
–¿Qué quiso ser y no fue?
–Alcalde de Madrid y presidente del INI.
–Cuénteme qué tal envejece.
–Mejor de lo que esperaba. No volveré a subir el pico de Peñalara ni a atravesar el Rin a nado, pero tengo menos achaques de los que temía. Me admiro de que a punto de cumplir 80 años tenga la mente como a los 16, pero con más conocimientos.
–¿Qué quiere ser cuando sea mayor?
–Quisiera confirmar la existencia de Dios y de una segunda vida. La inmortalidad sería el mayor premio.
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