Nueva York
Salvador, el valenciano que cose para Michelle Obama
Los vi optimistas pese a su recortada «fashion-week». No sé si fue consecuencia de la promesa que les hizo Alfonso Rus, presidente de la diputación de Valencia, de que en septiembre desfilarán en la emblemática plaza de toros o porque el joven valenciano Adriá Salvador está en el equipo que viste a la primera dama norteamericana. Pero tanto él como su socio son optimistas. Fue escogido por J. Mendel a través de internet y se ha instalado en Nueva York al menos durante dos años, pero el próximo 1 de marzo presentará lo último de «Siemprevivas» en el cálido y semigótico Palacio de la Exposición de 1909. Pese a la apetitosa oferta oficial de un escenario único y céntrico, noté reticencias –¿o resistencia interesada?– en Josep Lozano, a pesar de que es él quien aúpa esto desde que fue Pasarela del Carmen: «Ahí es imposible organizar nada», asegura. Y los veteranos le recuerdan que Francis Montesinos montó años atrás un desfile que pasó a la Historia.
El socio y compañero, y no sé si también amigo, de Salvador me revela: «Aquí, en Valencia, vendemos las prendas que en Rusia cuestan l.500 euros a entre 150 y 300. Todo es muy casual y callejero. No hacemos ropa de fiesta y lo primero que diseñamos para Michelle fue una chaqueta corta. Deberían imitarla aquí–la Reina y Doña Letizia– y ponerse una marca española distinta para cada evento», reivindicaba. «Eso ya lo "inventó"Carmen Calvo cuando fue ministra de Cultura...», aporté como dato histórico. «Pues que la imiten. Eso apoya y refuerza la industria, que ya no es lo que era. En sólo tres años he pasado de vender 7 millones al año a tan sólo un millón y medio».
Sobresaliente también es la otra gran firma que desfila: Amparo Chordá, prodigiosa en ese orientalismo remarcado por los postizos capilares tan exóticos del peluquero Tono SanMartín, que gracias a sus clientes Zaplana y Camps dulcificó la barba y patillas de Mariano Rajoy en su etapa pre-Moncloa. También remató mi pelo en tiempos tomboleros en los que convirtió mi cabeza en una paella multicolor que iba del verde al azafrán, sin que faltasen apimentadas manchas. Sólo faltaba el arroz. Me tenía frito, pero «Tómbola», la insuperable cuna de los desmadres actuales, lo soportaba todo.
Me anticipan que Carmen Martínez-Bordiú se dará su habitual garbeo por platós, no sé sabe si con la Campos, echándole narices y presentando socialmente a Luismi Rodríguez, el rey de la chatarra, que puede coronarla como no consiguió el duque de Cádiz. Es lógico que quiera compartir fiestas con Amparo Alacúas tras la reciente muerte de su marido, noble barón y albacea de Luis Alfonso. Carmen tiene mucho de traca, a veces de «ninot», de retaguardia explosiva, fogueteo y pirotecnia luminosa.
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