Historia

Grupos

Tous murió arruinado por amor a Sara

La Razón
La RazónLa Razón

Este país se achina y nuestros ojos se han convertido en apenas una línea ante el escándalo de cada día. Pero no sólo en eso nos estamos orientalizando. Nuestras elegantes demuestran su simpatía por la moda de toque orientalista, sin que las llegen a inspirar grandes como Majorelle o Matísse; más bien se quedan en el estereotipo de la Gran Muralla pekinesa. El aire misterioso que Nieves Álvarez exhibió en los Goya, enfundada en un vestido dragón serpenteante incluído, los crisantemos de la chaqueta de Nuria Espert y el blusón negro con lotos de Marisa Paredes, que parece parada en el tiempo. Con ellas me viene a la memoria la visita que hice al país asiático con Teresa de la Cierva, Antonio Cano y Lourdes Barroso, cuando nos sorprendió una tormenta de arena que llegó desde el desierto de Gobbi. ¡Qué tiempos aquellos!

Morbo por la Montiel

Espero impaciente las memorias de Fiorella Faltoyano, «escritas de mi puño y letra», que quizá levanten miradas oblicuas, pues es posible que aclare por fin lo de su paternidad –está en todo su derecho–.Y en eso también anda Paco Fernández, ex administrador de Sara Montiel, que ya trabajaba para Pepe Tous. Paco reaparece ahora cuando la estrella descansa en paz, no se sabe a cuento de qué. Es un morbo cosustancial a la fama ese afán por escudriñar el pasado. Sus cuatro matrimonios fueron un suma y sigue: consciente y maquinado con Anthony Mann, improvisado con Chente Ramiro. Olalla, que le duró un mes, Pepe, que centró su carrera teatral, y Toni, con sus meneos cubanos, fue un error. Estos enlaces actúan como un parche para la soledad, tan bien llevada por otras como Lola Herrera.

Ahora Paco insinúa sin concretar, que está de moda, lanzando vaguedades inconcretas y supongo que bien pagadas. Sólo confirma lo que sabíamos los íntimos de María Antonia: que Pepe Tous «si no murió arruinado, dejó bastantes deudas». Un «tótum revolútum» de causas que incluye las deslealtades de socios, la venta apresurada de inmuebles, lo costoso que fue cobrar el chalé de Na Burguesa cuando lo compró Mathias Klum o el dispendio del dúplex en el paseo marítimo. Todo por mantener el «mito montielano» que durará más que las modas como ésta importada de Oriente. Mejor estaría callado el acaso defraudador, aunque sus dislates hagan crecer la leyenda. Es lo malo de ser un mito.