Historia
«Hannah Arendt»: El auténtico juicio de la pensadora
Dirección: Margarethe von Trotta. Guión: Pam Katz, M. von Trotta. Intérpretes: Barbara Sukowa, Axel Milberg, Janet McTeer. Alemania-Luxemburgo-Francia, 2013. Duración: 113minutos. Drama.
Es incierto: en «Hannah Arendt» no asistimos a un juicio, el del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann
Es incierto: en «Hannah Arendt» no asistimos a un juicio, el del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann, ese asesino de «aspecto normal» que fue condenado a muerte, sino a dos: el que padeció la filósofa y periodista, judía y exiliada en los EE UU, cuando, tras ser enviada a Jerusalén por la prestigiosa «The New Yorker» para cubrir aquel lamentable episodio de la historia, publica el larguísimo artículo titulado «Informe sobre la banalización del mal». Cuatro años duró su redacción, cuatro intensos años que marcaron la vida posterior de Arendt, quien desde entonces tuvo que aprender a vivir envuelta en la tremenda polémica que el texto provocaría. A los enemigos de la autora, un pitillo detrás de otro, poco les importaba que ella misma hubiera sufrido en carne propia el horror del II Reich. Prepotente, fría, traidora... La ex amante de Heiddegger, otro tan grande como ambiguo pensador en el punto de mira («hay cosas más fuertes que un ser humano», responde Arendt cuando le preguntan qué significó en su existencia), fue tachada de eso y de mucho más: incluso perdió amigos «que eran familia» mientras recibía cartas que la condenaban directamente al infierno porque, según Hannah, algunos líderes judíos fueron también en cierta mendida «culpables» del Holocausto. «Intento comprender, no perdonar», dice casi al final de esta reconcentrada película que transcurre en los años 60 neoyorquinos (una época eminentemente en tonos marrones para Von Trotta, da una visión curiosa, pesada y triste de la década pop).
Y, entre escenas reales del juicio y las palabras, toneladas de palabras (en ocasiones, ese tono didáctico le pasa factura a la cinta), de reflexiones sobre el bien, sobre la otra cara de la moneda y lo peligroso que se vuelve un país cuando la mayoría pierde «la capacidad para pensar» de Arendt y el resto de personajes, el público conoce mejor la vida de los exiliados en Norteamérica, el daño irreparable que Hitler les provocó, las tiranteces entre estos hombres y mujeres que un día se marcharon sin maletas. Y a la inteligente Arendt. De todo, quizá, menos cobarde.
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