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Un perfil técnico para reflotar el cine español

La industria cinematográfica recibió ayer con cierta sorpresa el recorte de las subvenciones para 2012 que adelantó ayer LA RAZÓN. Aunque se esperaban los ajustes, se preguntan si finalmente supondrá más del 50 por ciento de la aportación estatal actual, como ha anunciado Montoro a Cultura, a un sector que ha visto cómo en la década de 2000 el Fondo de Protección a la Cinematografía no había dejado de multiplicarse.

Un perfil técnico para reflotar el cine español
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La duda es que si los recortes vienen fijados directamente por Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, no haya margen de maniobra para negociar con Cultura el reparto entre las distintas partidas. En el Ministerio prefieren que se respeten los tiempos institucionales para empezar a negociar, es decir, que se nombre a todo el equipo primero.

Menos político
Hoy avanzarán en esa dirección un paso fundamental, pues el Consejo de Ministros tiene previsto designar a la nueva directora general del ICAA (Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales). Juan Ignacio Wert, ministro de Educación y Cultura, y José María Lassalle, secretario de Estado del ramo, han preferido optar por una mujer experimentada en la gestión con un carácter menos político que el de Guardans, el primero elegido por Sinde, y menos cercano al mundo del cine que Carlos Cuadros, el segundo nombrado por la ex ministra, que ocupaba el puesto de director de la Academia de Cine anteriormente, puesto para el que tan bien fue designado por ella.

Será esta mujer quien tenga que delinear el futuro fondo de protección a la cinematografía, que previsiblemente se verá reducido a más de la mitad. La pregunta que se hacen ahora desde la industria es si se preservarán o no de manera fundamental los 42 millones destinados a ayudas a la amortización, el grueso de las ayudas estatales, si merman los 85 millones que contiene, entre apoyos de carácter estatal y otros para lenguas cooficiales. De ser así, iría en detrimento del apoyo a festivales nacionales y conservación del patrimonio cinematográfico.

De confirmarse el recorte, una parte del sector reclamaría entonces que se aceleren los trámites de la futura Ley de Mecenazgo, pues las desgravaciones fiscales es la contrapartida que el Gobierno tiene previsto para cambiar el sistema de financiación de uno de los segmentos industriales en permanente crisis, pero también con mayor proyección mediática.

La nueva dirección deberá hacer compatible, por tanto, la austeridad que impone la crisis con la venta en el extranjero de nuestra cultura que pretende el nuevo Gobierno, que quiere hacer del español una de las vías principales de exportación.

Del «No a la Guerra» a Molina
A pesar de tratarse de un puesto, a priori, eminentemente técnico, ha sido uno de los que más páginas ha sumado en los diarios durante la democracia. Las subvenciones al cine han sido fruto de la polémica tanto con los Gobiernos del PP como con los del PSOE. Mientras que José María Otero tuvo que lidiar con los polémicos Goya del «No a la Guerra» de 2004, que supuso el divorcio entre la industria y el entonces Gobierno del Partido Popular, la época más agitada fue la que precipitó la salida del Ministerio de César Antonio Molina, en abril de 2009. Entre otros motivos, el sector mostró su enérgica protesta porque, tras haberse aprobado la Ley de Cine, las nuevas ayudas no podían convocarse hasta que la orden ministerial no estuviera redactada. Con él cayó el director general, Fernando Lara.

Le sustituiría el entonces eurodiputado convergente Ignasi Guardans, a propuesta de la nueva ministra, Ángeles González Sinde, que accedió al cargo desde la dirección de la Academia de Cine, en un gesto que fue interpretado como un guiño más al sector. Guardans entró con el encargo prioritario de elaborar en el menor tiempo posible la tan ansiada orden. Pero el reparto de las ayudas diseñado por el catalán, lejos de amainar el temporal, puso a parte de los compañeros de Sinde en pie de guerra y se constituyeron en la plataforma Cineastas contra la Orden, que libró una dura batalla contra él durante el Festival de San Sebastián. La soberbia acabó con Guardans, que dejó paso a Carlos Cuadros en 2010, hasta entonces director general de la Academia de Cine, que remató algunos flecos que quedaban pendientes de la Orden, como el cómputo de espectadores de las plataformas legales de internet o la nueva calificación por edades, pero que tuvo una gestión mucho más discreta que su antecesor.

 

El primer encuentro con Wert
El estreno de «La chispa de la vida» propició anoche el primer acto público de ámbito cinematográfico del nuevo ministro de Educación y Cultura, Juan Ignacio Wert. El sociólogo pudo tomar la temperatura de primera mano del sector después de haberse conocido la importante rebaja de la dotación estatal para cine de los próximos Presupuestos Generales del Estados. Álex de la Iglesia, como hombre fuerte de la industria –especial-mente tras haber ocupado el sillón de presidente de la Academia de Cine–, estuvo bien arropado por sus compañeros, deseosos de saber cómo funcionaba en pantalla el extraño tándem formado por Salma Hayek y José Mota.

 

El detalle
A LA ESPERA DE LAS SECUELAS, MIENTRAS TANTO

Como todo nuevo modelo, tardará en dar su frutos. La industria, mientras tanto, confía en las secuelas para salvar el balance de 2012, que el año pasado se saldó con una cuota de mercado cercana al 15% , gracias, en buena parte, a otra saga: «Torrente 4». En los próximos meses desfilarán por las carteleras «Tengo ganas de ti», la segunda parte de «Tres metros sobre el cielo», la cinta más taquillera en 2010; y «REC3», ya convertido en clásico de terror tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. A ellos se sumarán, previsiblemente, los esperados filmes internacionales de la nueva hornada de cineastas formada por Juan Antonio Bayona («Lo imposible», con Naomi Watts y Ewan McGregor) y Rodrigo Cortés («Luces rojas», con De Niro y Weaver).