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Así fue la tiranía del dictador extravagante

La muerte de Gadafi se ha terminado pareciendo más al final de Sadam Hussein que al de Hosni Mubarak o Ben Ali, huido a Arabia Saudí y juzgado en ausencia en Túnez. El régimen del sátrapa libio termina con un país rico en petróleo, una sociedad empobrecida y un Estado inexistente.

Un hombre destroza un mural en en el cuartel del 32 regimiento Khamis en Trípoli (Libia) después de su saqueo
Un hombre destroza un mural en en el cuartel del 32 regimiento Khamis en Trípoli (Libia) después de su saqueolarazon

El Gadafi en horas bajas de los últimos meses nada tiene que ver con el carismático capitán que formó parte el grupo de oficiales que en 1969 derrocó la monarquía del rey Idris y que con 27 años ocuparía la presidencia del país. En poco tiempo comenzó un proceso de reformas –financiado por las recién descubiertas reservas petrolíferas– que elevó el nivel de vida de los libios y trajo la nacionalización de las fuentes de riqueza del país, el cierre una base norteamericana y la expulsión de 20.000 italianos en venganza por la ocupación italiana de Libia entre 1911-1941.

Gadafi tomó pronto una deriva antioccidental. Instauró comités populares y, siguiendo la receta de su «Libro Verde», implantó la «jamahiriya» –una república popular–. Sin constitución ni partidos políticos, moldeó el régimen a su antojo hasta convertirse en un líder extravagante y tiránico.

Un Estado terrorista

Gadafi se dedicó entonces a patrocinar el terrorismo internacional (IRA y grupos radicales palestinos, entre otros). Uno de los capítulos más negros de su régimen llegó con el derribo del avión de Pan Am, en Lockerbie, en 1988, por parte de un agente libio, y el atentado en una discoteca de Berlín en 1986. El entonces presidente de EE UU, Ronald Reagan, bombardeó Trípoli (donde murió una hija adoptiva de Gadafi) y la comunidad impuso un embargo que duró más de una década.

En 1999 entregó a la justicia británica a dos sospechosos por el atentado de Lockerbie y años más tarde aceptó el pago de una cuantiosa indemnización a los familiares de las víctimas. Gadafi se avino a colaborar en la lucha contra el terrorismo islamista haciendo de tapón al auge yihadista tras las guerras de Iraq y Afganistán. El cambio de rumbo del gobierno gadafista vio sus frutos en 2006, cuando Bush sacó a Libia de la lista de países patrocinadores del terrorismo, y en 2008, al ser invitado por Obama al G-8.

El estallido de la "primavera árabe"le cogió con el paso cambiado. Las manifestaciones por la detención de un ciudadano en Bengasi a mediados de febrero fue el principio de su fin. Buena parte de la población se sublevó y el dictador respondió con el puño de hierro. Los aliados occidentales le retiraron el apoyo, los africanos no. Dijo que moriría en Libia. En este punto sí que cumplió su palabra.