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España paga caros los rescates

La ayuda a Grecia, Irlanda y Portugal costará 25.394 millones. La cantidad equivale a más de un tercio del Fondo de Reserva de la Seguridad Social

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Madrid- Si finalmente los países de la UE superan sus diferencias y Grecia hace los deberes para seguir recibiendo ayuda, España tendrá que poner unos 25.394 millones de euros para rescatar a sus vecinos periféricos. Un alto precio correspondiente a la suma de los planes de salvamento de Grecia, Irlanda y Portugal. El montante resulta de los 17.794 millones de euros prestados al país heleno en sendos rescates; la contribución a Irlanda, socorrida en diciembre del año pasado con créditos por valor de 2.600 millones; y el cargo de Portugal que, en mayo de 2011, comprometía otros 5.000 millones de las arcas públicas.

La comparación con la contribución de la locomotora europea, Alemania, evidencia las abismales diferencias que existen entre ambos países. El Gobierno germano presupuestó 23.000 millones para el rescate irlandés, otros 22.300 para el primer rescate heleno y hasta 20.600 para el luso. Dos velocidades de las que hablan por sí solas las previsiones de la OCDE: España crecerá el 0,9% este año y Alemania, el 3,4%. El paro español alcanzará, según el mismo organismo, un 20,3%, por el 6% del alemán; y el déficit español cerrará el ejercicio en el 6,2%, por el escaso 2,1% del germano.

No obstante, para España se trata de una aportación sustancial. La dimensión de lo que representan las aportaciones a los tres países vecinos la subraya un dato aportado por el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, en marzo: el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, que ronda los 65.135 millones de euros, frente a los 25.394 de los rescates.

Problemas recientes
Que la aportación alcance los 25.400 millones presupuestados dependerá, no obstante, de que se superen todas las dificultades surgidas en los últimos meses. El acuerdo alcanzado en julio sobre el segundo rescate griego relajó las tensiones en Europa y parecía la solución a los problemas. Sin embargo, las reticencias de países como Finlandia, que han exigido garantías para sus aportaciones, y las exigencias de otros como Alemania, que piden a Grecia que cumpla de forma estricta con el plan de ajustes impuesto, han colocado al segundo rescate en una situación muy apurada y al país de Yorgos Papandreu al borde del abismo. Tanto, que todavía no se sabe si recibirá los 8.000 millones del primer rescate que necesita con urgencia para afrontar sus compromisos de pago básicos el próximo mes.

La «tragedia griega» ha modificado la exposición de la banca a la deuda soberana y ha colocado a muchas entidades en el ojo del huracán. Los bancos alemanes han reducido con éxito su exposición a la deuda periférica, lo que, además, les ha reportado una interesante rentabilidad. Otros, como los franceses, no han tenido tanta suerte. Tras sufrir un duro castigo durante todo el mes de agosto, Moody's rebajó la nota de su deuda a dos de sus entidades más importantes, Société Générale y Crédit Agricole por su elevada exposición a la deuda griega.

La banca española no corre un riesgo similar a la francesa debido a que no es uno de sus principales acreedores. Sin embargo, y al igual que en el caso de Italia, el riesgo de contagio al país permanece. En este sentido, los expertos consultados apuntan que pese a la implantación de las nuevas reformas o medidas de austeridad, los temores penalizan la deuda en los mercados; es decir, «a los políticos europeos no les queda otra salida que aprobar una solución, dejar de culpar a la especulación y firmar compromisos que relajen a los inversores».

Exposición
La exposición de España a la deuda griega se cifra en 400 millones de euros, según un informe de Goldman Sachs, una cantidad muy inferior al montante de Alemania, 7.300 millones. La exposición de España a la deuda irlandesa se sitúa en 100 millones, lo que contrasta con los 1.100 del país germano. Y en cuanto a la exposición a la portuguesa, la cifra de España repunta hasta los 5.400 millones de euros, frente a los 3.500 millones de Alemania. Es decir, los intereses que traslucen los rescates también presentan sendas diferencias.