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Marichalar y su escapada navideña a París por Jesús Mariñas

Isabel Preysler junto a Daniel Lalonde, presidente de Moët&Chandon, en la fiesta de celebración de su 250º aniversario
Isabel Preysler junto a Daniel Lalonde, presidente de Moët&Chandon, en la fiesta de celebración de su 250º aniversariolarazon

El ex duque de Lugo aparece relajado y sonriente quizá porque este fin de semana le espera un relax parisiense acompañado de sus hijos. Quiere descubrirles la magnificencia navideña de la Ciudad de la Luz, aunque queda muy lejos de lo que monta Nueva York y de las restricciones públicas de un Madrid como el tango: está a media luz. La actualidad hizo coincidir la misma tarde, aunque en actos bien distintos, a la Infanta Elena y a su ex Jaime de Marichalar. Le vi hasta locuaz, como cuando cenábamos con Naty Abascal en la «brasserie» del pomposo Gran Hotel Intercontinental, donde Paz Blasco mantiene españolidad.

Fiesta para celebrar los 250º años de Moët & Chandon en su aterrizaje español, bien los celebró el embajador Delaye, que hace de su residencia la más deseada para los saraos: «Napoleón decía que el champán recompensaba sus victorias y que también lo necesitaba en caso contrario. Es estimulante», afirmó el jovial diplomático, que rompe moldes: lo mismo le apasionan los toros que deja fumar en los salones. No duda en dar ejemplo empalmando cigarro tras cigarro. Bien lo sabe su mano derecha, que es Lola Alcaraz, pendiente de todo bajo la túnica de un Santiago Bares como salido de «Las mil y una noches». Todo lo cató Marichalar observando las llegadas desde el recibidor que magnifican tres broncíneas majas de Manolo Valdés. Vio a Mónica Cruz, el empaque de Patricia Olmedilla con un entregado duque de Terranova, el tintineo diamantífero de Marta Trapote o las cuatro pulseras de Isabel Preysler. Parecía excesivamente delgada y blanca ante Begoña Trapote y una Pitita aireando perlanas. Reaparecía tras la caída y aún lleva una venda dura en la muñeca izquierda. No burbujeó como suele. Sí lo hizo Samantha Valleja Nájera, que no se considera experta en vinos, «aunque estoy casada con un enólogo Marqués de Riscal». Mónica pasará las fiestas con Pe y Bardem. Emana felicidad como Cayetano amor por Eva o Nuria González hacia el ya recuperado Fernández Tapias, que se lo toma con calma. Un diez en organización ante los cacaos habituales en relaciones públicas que padecemos. Jordi Rabat se extrañó al ver su nombre reconvertido en «Gordi». El joven joyero se rió junto a Carmen Lomana, en vísperas de liquidar su armario. Barrió con precios de hasta 3 euros por camisita o un visón «vintage» por 2.000. María León sigue escondiendo su boda quizá porque aún está sin día. Marichalar no calló ante el chorreo imparable: «Es perfecto el papel de la Reina, la única que siempre está en su sitio. No hay derecho a que la censuren por sentirse madre, qué menos». «Es una mujer admirable», exalté y así esponjé más el pañuelo colorista que sobresalía de su bolsillo del pecho.